Capitulo L

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Entrelazo mis manos y no quito mi mirada de sus ojos

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Entrelazo mis manos y no quito mi mirada de sus ojos. Ya no hay marcha atrás, no haré tiempo ni nada. Se lo diré y me iré, antes de que el lo haga.

—Cuando tenia seis me mudé a una escuela —comienzo—, se me hacia difícil hacer amigos pero me hice uno. Un niño que resultó ser el hijo del director. Ambos eran carismáticos y buenos conmigo, mis padres les tenían confianza al igual que yo. Al menos es lo que se veía. Ese hombre me hacia cosas que yo no tenia consciencia de lo que era.

Me callo unos segundos para que digiera la primera parte, casi puedo escuchar su corazón detenerse y miro unos segundos hacia la mesa cuando la manera de sus ojos cambia, saca las manos.

—El hombre era un encanto con todos los niños así que era difícil para los demás verlo como alguien malo. Yo iba a su casa a veces y en esas veces el me tocaba —soy directa—. Su hijo y yo pensábamos que era un juego de adultos, nos sentíamos especiales. Me sacaba la ropa mientras yo jugaba con el niño. Yo me sentía incomoda, y me convencía a mi misma que no debía tener miedo, porque creí que era algo que todos hacían.

Ya dejo de mirarlo. No quiero ver de lo que sea que esta sintiendo, sea enojo, tristeza, pena o asco, no quiero ver.

—Un día mi madre tuvo una charla conmigo —continuo—. Comenzó a advertirme sobre tales situaciones, tales personas, quien debía tocarme y quien no. Ella estaba advirtiéndome sobre algo que yo ya había vivido. Y cuando se lo dije, cuando le dije como si nada que era un juego con el que teníamos con mi amigo, todo explotó.

Suspiro cuando los recuerdos llegan. Los ojos llorosos de mi madre, la furia de mi padre y de básicamente toda mi familia. Y lo confundida que yo estaba.

—Ahí me explicó todo, que no era normal y básicamente todo siendo lo más suave para una niña. De todos modos yo no caí hasta después de unos años. En ese tiempo mis padres ya lo habían enviado a la cárcel y al niño con un pariente lejano. Ese niño, ya de pequeño tenia problemas de ira por los abusos de su padre, recuerdo que me pegaba cada tanto. Un día el volvió, yo ya era una adolescente pero volvió a la misma escuela.

Doy una pausa.

—Sinceramente, creí que no recordaría nada. Y por un momento, me puse feliz de verlo. Porque de algún modo el también fue victima de su padre, creí que el tiempo lejos de el lo haría sanar. Pero me equivoque. Ese niño seguía dentro de el, y su irá conmigo seguía. Al verme no fue más que odio, me culpó por todo y me hizo la vida imposible mis últimos años de la secundaria. El ultimo golpe que me dejó fue cuando difundió lo que pasó con su padre de manera errónea, y todos se alejaron de mi como si fuera una peste.

Apoyo mi mano en mi barbilla y mantengo mi mirada en la mesa, espera pacientemente a que termine.

—Fueron unos años duros. Aún así, yo nunca me escondí. Gracias a lo que pase por su padre, nacieron muchos problemas de ira de mi parte. No me controlaba. Peleaba con mis padres, me escapaba por días, jodia a la gente por diversión. Pero al fin y al cabo, yo quería lastimar a alguien y era a el —miro mi mano—. Quería que sufriera como el me estaba haciendo sufrir. Que mis padres hayan metido a la cárcel a ese tipo no fue suficiente para mi, quería más.

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