Remembrance

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El esqueleto resignado te soltó, tu lo miraste con una de las sonrisas más forzadas que pudieras hacer, en un intento en vano de tranquilizar a Lust.

Él ya no podía sonreír, le dolía todo lo sucedido.

Pero tu, necesitabas reflexionar.

Te volteaste y seguiste con tu camino a casa, tratabas de caminar de una manera normal y común, pero realmente te morías por salir de ahí corriendo.

¿Por qué no querías aceptar lo que Lust dijo?

¿Por qué no querías aceptar lo que conllevaba ese beso?

Simplemente... ¿huirías?

No sabías que era lo que más te aterraba, enamorarte de alguien y salir lastimada, o... comprometerte emocionalmente.

Después de todo, nunca habías estado acostumbrada a la aceptación por parte de alguien de manera inmediata.

Cuando algunos chicos parecían interesarse en ti, a lo largo de toda tu vida. Tiempo después descubrías que era por alguna clase de apuesta o por que al ser hija de tu madre te acostarías con ellos fácilmente, no querías correr ese riesgo.

Además, las otras personas que te habían apreciado a lo largo de tu vida, solamente eran profesores, que no lo hacían de manera inmediata, solo hasta que demostrabas ser una persona muy comprometida con el trabajo. Sabías perfectamente que Lust no se había interesado en ti por algo así.

Entonces ¿por qué?

Te aterraba la respuesta a esa pregunta.

Papy podía ser una excepción, el había sido amable y desinteresado en un inicio, su relación emocional como amigos era agradable, pero... ¿una relación romántica?

Eso era algo totalmente distinto.

Papyrus, también te dolía pensar en ello, simplemente no querías recordar que...

***

-¡Mamá! ¿Quiénes son esos hombres?

-Vienen a cobrar cuentas. Hija, si empiezas a escuchar golpes, por favor escóndete debajo de tu cama y no salgas hasta mañana. Vamos, sé valiente, tu puedes.

-Mamá, no quiero, no quiero que te pase nada -decías con 12 años de edad mientras las lágrimas salían de tus ojos como agua.

-___________, se una buena niña y obedece -respondió tu madre.

-¡ABRE LA PUERTA MALDICIÓN! -gritó alguien del otro lado de la puerta- ¡Si no lo haces entraremos a la fuerza!

Tu madre te miró con seriedad y te dijo a los ojos:

-Ve.

Esta vez hiciste caso, fuiste a tu habitación, cerraste la puerta y te escondiste debajo de tu cama, en compañía de uno de tus osos de peluche.

Tratabas de tapar tus oídos, pero de todas formas escuchaste:

-¡Todavía nos debes dinero! No dejaremos de venir hasta que hallas pagado toda la cuota -dijo un hombre con una voz profunda.

-Ya les he dicho que pagare dentro de dos días ¿no les quedó claro? -dijo tu madre con decisión- además, no creo que les interese perder uno de sus puntos clave ¿no es así?

-¡Mira maldita perra! Queremos el dinero justo ahora o...

-Esperaremos -interrumpió un hombre- solo cumple el acuerdo, sería un apena que el acuerdo de tu madre se rompiera contigo.

-No se romperá -respondió tu madre- dile a tus hombres que dejen de atormentarme, el acuerdo es el acuerdo.

-Sabes como se ponen las cosas cuando se tarda un cobro para nosotros, pronto te acostumbrarás -respondió el hombre.

Boulevard//Lust!Sans x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora