cap.11

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Le sonrió y tomo un suéter junto al cofre, el por su parte se encarga de llevar el suero un poco levantado para que su contenido siga fluyendo sin ningún problema, salimos de la casa para subir a mi deportivo.

―Mantén el suero arriba ―ordena Demon colocándose el cinturón.

―Como ordene mi capitán ―contesto divertida, aunque realmente en este momento me siento como una porquería más de este mundo. El ríe un poco antes de poner el auto en marcha.

― ¿En dónde está el santuario? ―pregunta colocando una mano sobre mi muslo.

―Toma la carretera que lleva al bosque ―contesto manteniendo mi mirada en la ventanilla.

Poco a poco empiezan a desaparecer los edificios dándole entrada a un decenar de árboles. Nos estamos adentrando en el bosque, para llegar al valle tenemos que caminar entre dos o tres kilómetros por un pequeño sendero.

―Deja el auto acá, tenemos que caminar ―me coloco el suéter.

―Bien ―sale del auto, lo rodea y abre mi puerta ayudándome a bajar.

―Que caballeroso ―susurro con una leve sonrisa ―Vamos ―camino, lento pero seguro con Demon siguiéndome los pasos.

Seguimos el sendero. Entre más avanzamos más recuerdos me trae el sitio, entre esos uno de cuando traje a Ángela, lo hice para que conociera mi santuario y sintiera un poco más de confianza hacia mí.

―Por... ―traga en seco antes de continuar ― ¿Por qué me traes al bosque? ―hablo ella asustada.

―Solo camina, te quiero mostrar algo ―la vi dudar antes de seguirme.

Me sentía cansada, y bastante estresada pues llevaba dos días, DOS JODIDOS DIAS intentando ganar su confianza, pero no lo lograba, era como una misión imposible.

Continúo por el sendero hasta que lo veo, sigue igual de hermoso que la última vez que vine, aunque creció un poco. Un árbol enorme el cual plante con mi mama cuando era pequeña nos da la bienvenida en un majestuoso valle. ‹‹Este árbol significa mucho para mí››

Tomo la mano de la chica junto a mí arrastrándola hasta que quedamos debajo del árbol.

―Este es mi santuario ―dije captando su atención ―Bienvenida mi lugar feliz ―rio un poco gracias a los nervios. Nunca había traído a nadie a este sitio.

― ¿Tu lugar feliz es un simple árbol? ―observo cada detalle del árbol como si no creyese mis palabras.

―No es un simple árbol ―me acerco al tronco del mismo ―Tiene un significado muy especial para mí. ―Me recosté en el mismo ―Además este simple árbol conoce todos mis secretos, hasta los más oscuros y macabros.

Susurre lo último, no la quiero asustar, o al menos no de nuevo.

― ¿Hablas con los arboles? ―se sentó en el césped junto a mí.

―No hablo con los arboles ―dije más que obvia ―Cuando era pequeña mi madre solía decir que los arboles podían ser muchas cosas ―sonreí ante el recuerdo ―Ella decía que las plantas podían ser un refugio, una fuente de vida o incluso tu diario personal.

Observo de reojo a la chica que escucha atenta mi relato.

― ¿Sabes por qué son un diario? ―Negó embelesada en la historia ―Porqué te escuchan sin criticarte, sin hacerte sentir débil, básicamente porque es imposible que un árbol sea hipócrita contigo, por eso confió en este ―golpeo suavemente el tronco.

Mi infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora