Cap.50

24 4 0
                                    


Hago las llamadas correspondientes para que tengan todo listo en el castillo, ahora que Valeria y Tara van a vivir conmigo tengo que modificar algunas zonas del castillo para la bebe. Cuelgo el teléfono para regresar a mi asiento junto a Valeria quien duerme plácidamente.

Las horas de vuelo se acumulan y es como si el tiempo se pasara volando cuando estoy junto a mis dos pequeñas. Hablamos de cómo será ahora la mafia y es que muy fácilmente podemos llegar a la conclusión de que por primera vez en años las dos mafias más importantes, la rusa y la italiana, van a tener una estrecha relación ya que Thomas va a tomar el puesto que siempre le perteneció como líder de la mafia rusa.

Al llegar a Italia nos recibe Javier en una camioneta blindada para llevarnos al castillo.

―Javier ―chilla Valeria saludándolo.

―Hola pequeño demonio ―me sorprende verlos en su faceta familiar pues no suelen ser tan demostrativos.

―Joven Maximiliano ―me da un saludo con la cabeza el cual correspondo ―Ven para acá pequeño.

Sus brazos me rodean tomándome desprevenido. Me quedo congelado sin saber cómo reaccionar, hace tanto tiempo que no recibía una muestra de afecto por su parte por lo que me es imposible no sorprenderme, mas sin embargo le regreso el abrazo.

Palmea mi espalda antes de separarse. Se acerca a Valeria para tomar su mano desconcertándonos a ambos, toma una de mis manos juntándola con la de ella.

―Siempre supe que volverían a estar juntos, lo que no sabía era si sería en este mundo ―suspira mirándonos.

― ¿Aun cuando estuvimos cerca de matarnos muchas veces? ―pregunta con ironía la mujer junto a mí.

―En muchas ocasiones el odio es amor. Las personas no somos perfectas, mas sin embargo, ustedes ya conocen los defectos del otro y eso me lleva a pensar que lo van a lograr.

Sonrió inconscientemente apretando la mano de Valeria, mi Valeria.

―Gracias ―susurra ella soltando mi mano con cuidado ― ¿Los demás dónde están?

Javier sonríe de lado regresando a su papel profesional antes de hablar ―Están en tu casa.

―Esa casa les pertenece ahora, por favor avísales ―pide ella ―No quiero que se la pasen diciendo que es mía cuando ellos son los que la habitan.

―Claro.

Con esas palabras abordamos el auto que nos lleva al castillo. Al llegar las doncellas no tardan en rodearnos para ayudarnos con las maletas y el mayordomo da órdenes de aquí para allá, están agitados por la noticia de que Valeria ahora vivirá en el castillo.

La bebe llora llamando mi atención de inmediato, camino hasta donde se encuentra en brazos de Valeria quien intenta calmarla, pero no funciona, probablemente sea por el ruido.

―Vamos a nuestra habitación ―rodeo a mi princepessa guiándola dentro del castillo.

Mientras caminamos Tara se calma y empieza a mirar con curiosidad el sitio hasta que, en algún momento, se detiene en mí, nuestros ojos conectan y sus hoyuelos se marcan cuando me sonríe causándome un revuelo en el estómago.

No noto el momento en el que entramos en la habitación hasta que Valeria me habla para pedirme la pañalera de la bebe. La traigo rápidamente y la ayudo a acomodar todo para poder atender a la bebe.

La ayudo distrayendo a la bebe con un sonajero. En un momento me detengo para observarlas, me gusta verla en su modo maternal cuando cuida de nuestra pequeña, sus ojos siempre brillan de una manera diferente cuándo la mira, una manera que no sabría describir porque es igual de única a la persona que la posee.

Mi infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora