Cap. 51

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― ¿Maxi?

Mi voz hace eco, se me arma un nudo en la garganta con cada paso que doy. Un paso más y algún suena bajo mi pie, saco mi celular para poder ver algo, alumbro el piso encontrándome con ¿pétalos? Muchos pétalos marchitados crean un camino el cual sigo desconfiada.

Me guían hasta una mesa donde se encuentra una vela junto a una rosa ¿A qué estás jugando Maximiliano? Dejo el celular sobre la mesa, tomo la vela para alumbrar el lugar, valla sorpresa me llevo al notar que el camino de pétalos continúa. Sin miedo a morir en el trayecto lo sigo alumbrando mi camino con la vela, los pétalos siguen las escaleras y noto que entre más avanzo menos marchitos están.

Continúan así hasta que llegamos al pasillo que conecta el castillo con la pequeña cueva mágica que tanto me gusta. A mitad del pasillo los pétalos son sustituidos por rosas enteras, obedezco a mi curiosidad y entro en el pasillo hasta quedar frente a la cueva.

La boca se me abre por la sorpresa al entrar. Las rosas están esparcidas por todas partes, incluso el pequeño arroyo esta machado de rojo por los pétalos. En el centro del arroyo, sobre una gran roca se encuentra una manta negra que parece de seda y sobre ella yacen dos copas de vino junto a lo que parecen ser unas fresas cubiertas de chocolate.

― ¿Te gusta? ―el susurro de Maximiliano me alerta puesto a que no lo puedo ver.

― ¿Dónde estás? ―pregunto dejando la vela sobre una roca.

―Yo pregunte primero.

No sé por qué término ocultando una pequeña sonrisa a la hora de responder.

―Sí, me gusta.

Escucho ruidos a mi espalda y no me preocupo por voltear. Se acerca hasta quedar a escasos centímetros de mi presencia, sus manos se posicionan en mis hombros causándome un pequeño cosquilleo en el estómago, las baja por mi espalda poco a poco con una lentitud desesperante.

No sé en qué momento terminan bajando el cierre de mi vestido y el tacto de sus dedos rozando mi piel me pone a mil. Mis pechos quedan al aire y la pequeña tela que cubre mi entrepierna se humedece con cada uno de sus roces.

Sus manos abandonan mi cuerpo y el frio choca contra el calor de mi piel, me rodea antes de caminar en línea recta rumbo al lago y mi vista se limita a la llama de la pequeña vela.

La boca se me seca cuando reparo su espalda completamente desnuda y... ¡Joder que culo! Está completamente desnudo, me es imposible apartar la vista del dios egipcio que se sumerge poco a poco en el agua.

El agua le llega a los hombros y continua hasta llegar a la roca que se mantenía en el centro. Se apoya en ella dejando que las gotas del líquido transparente resbalen por su esculpido abdomen, la parte baja de su cuerpo aún se encuentra bajo el agua y trago en seco cuando Maximiliano sonríe reparándome.

Basta con que se muerda el labio para que mi cuerpo reaccione por si solo caminado en su dirección, el agua helado se asemeja a pequeños hielos recorriendo mi cuerpo, pero eso no me impide seguir hasta que el agua intenta cubrirme y me veo obligada a nadar.

Me sumerjo nadando hasta llegar a la roca. El hombre que yace en ella me mira con deseo extendiendo la mano que tomo gustosa, apenas y necesita hacer fuera para sacarme del agua dejándome a su lado.

― Buon appetito amore mío ―toma una fresa extendiéndola en mi dirección, le doy un mordisco y el hace lo mismo.

Se relame los labios y no puedo evitar que eso haga estragos en mi persona, temo que en cualquier momento perderé la cordura y saltare sobre él.

― ¿Vino? ―asiento.

Una vez llena ambas copas, me acerca una y aprovecho para extender mi rostro en su dirección robándole un beso.

―Ups ―tomo la copa dándole un pequeño sorbo.

Me mira con fingida sorpresa y oculto mi sonrisa tras la copa.

― ¿Me acaba de robar un beso majestad?

―Quizás ―dejo la copa en un costado ― ¿Piensa hacer algo al respecto alteza?

Su mirada lasciva me pone los pelos de punta cuando se acerca tomándome con fuerza de la nuca, mis labios chocan con los suyos y no pierde tiempo metiendo su lengua en boca, explora cada centímetro de esta robándome el aire.

Su mano libre me toma de la cintura subiéndome en su regazo, muerde mis labios al punto d hacerme jadear del dolor y luego simplemente los chupa. Me libero del agarre de mi nuca separando un poco nuestras bocas para tomar aire, mis labios palpitan pero más que dolor me producen excitación.

Su boca baja por mis clavículas repartiendo besos, mordiscos y chupadas de piel, en especial cuando llega a uno de mis senos, juega con el pero no es suficiente, necesito más, mi cuerpo quiere más, ‹‹siempre quiere más cuando se trata de Maximiliano.››

Nuestras intimidades rozan, muevo la cadera despacio hacia delante y luego hacia atrás, lo masturbo con el roce y de paso también me satisfago yo. Sus manos se posicionan a cada lateral de mi cadera apretando con fuerza y guiando el mismo movimiento con la diferencia de que ahora va más rápido.

El italiano hecha la cabeza para atrás soltando un delicioso gruñido que me prende aún más si es que eso es posible. Me apoyo en sus hombros cuando el placer se acumula en mi vientre bajo.

― ¡Mas! ―exijo cual ninfómana.

Me toma con fuerza de la nuca haciendo que lo mire directo a los ojos, detiene mis movimientos justo antes de que llegue al orgasmo. Lo miro sin entender, en especial cuando hace una rápida maniobra que me deja debajo de su cuerpo, mis manos están inmovilizadas por una de las suyas y mis piernas quedaron abiertas a cada lado, mi centro palpita listo para recibirlo.

―Pídelo ―ordena deslizando su glande por mis pliegues ―Suplícame que te folle.

No me siento capaz de pronunciar una sola palabra. Es tan excitante verlo en medio de mis piernas mientras desliza su pene por mi vagina la cual se derrama poco a poco con cada roce.

―No te escucho Valeria.

― ¡Joder! ¡Follame Maximiliano!

―Como ordene mi reina.

Sin dar más rodeos me monta metiéndome su miembro de una sola estocada. La sorpresa me hace gemir como nunca. Las embestidas siguen cada una con más fuerza que la anterior, acelera el ritmo liberando mis manos cuando lleva una a mi cuello obligándome a que lo vea.

Bajo su rostro para adueñarse de mi boca y clavo mis uñas en sus hombros. Muerdo su labio y el gemido que suelta es más que suficiente para que explote en un increíble orgasmo.

Me embiste unas cuantas veces más hasta que siento como me llena, nuestros fluidos se mezclan y se deja caer junto a mí, ambos jadeando cubiertos de sudor pero eso no me impide acercarme a él para besarlo.

Sonrió sobre sus labios antes de hablar.

―Me encanto la sorpresa.

―A mí me fascino ―Responde haciéndome reír levemente.

Me sonríe y me quedo embelesada mirando el brillo que habita sus azulados ojos, no sé qué amarre me hizo este hombre para tenerme así de maravillada por él.

Extiende su mano para acariciar mi mejilla y nos miramos fijamente en silencio por unos segundos. No necesitamos palabras, basta con mirarnos para saber lo que sentimos el uno por el otro, y eso, eso es jodidamente perfecto. 

―Te amo Valeria ―susurra.

―Te amo Maximiliano.

...


...

Holiwis personitas pecadoras, ¿Cómo están?

Este capitulo fue corto pero sustancioso, ¿Qué tal les pareció?

Así que sin mas que decir; Nos leemos pronto y que el dios de los orgasmos visuales lxs acompañe.

Att: Valentina D. 


Mi infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora