Cap. 40

30 5 0
                                    

Maximiliano.

Miedo. No importa cuánto trates de esquivarlo, o como logres huir de él, si algo tengo seguro es que siempre te alcanza.

―La casa se destruyó, toda la servidumbre estaba muerta en su interior, desde los lavaplatos hasta los guardaespaldas personales de la diabla.

Tomo aire con fuerza para poder continuar.

― ¡Y ustedes van a venir a decirme que ella está bien con el demonio ruso! ―los informantes tiemblan en su puesto cuando saco mi berreta ― ¡Hablen imbéciles!

La garganta me pica cuando me desespero.

―Juro decir la verdad señor ―habla uno ―Los soldados rusos dijeron que ella estaba muy feliz cuando anunciaron su compromiso, que incluso bromeo con los invitados.

―Según lo que investigamos ella le cedió todo su poder a usted ―interviene el otro antes de tragar en seco ―Por eso creíamos que se encontraba al tanto del amorío entre la diabla y el demonio.

La cabeza se me nubla. ¿Compromiso? No es posible, ella no habría hecho semejante atrocidad solo porque sí. Tiene que haber algo detrás de esto y no me pienso quedar con la duda sobre que es.

― ¿Dónde están?

―Se encuentran en la central del norte de Kutaisi en Georgia. Su compromiso se anunció hace poco, se dice que asistió más de la mitad de la cadena de mafias.

―Gracias por la información caballeros ―me encamino a la puerta de mi despacho ―Pero ya no requiero de sus servicios.

Una bala atraviesa el cráneo de cada uno y salgo cerrando a mi espalda. Ordeno que se encarguen de los cadáveres, al igual que preparen todo para mi viaje.

‹‹Espero que el clima en Georgia me reciba con los brazos abiertos››

...

El clima no estuvo tan mal. Aunque lo único que mantenía presente era la duda de que sucedió con Valeria y sus amigos, de si todos están bien, de si Tara esta abrigada no vaya a ser y le dé un resfriado.

Camino por la pista que lleva a mi helicóptero, dos escoltas se mueven a mis laterales asegurando todo en cuando preparo mi despegue, Las hélices se mueven con rapidez y elevo el helicóptero listo para ir a mi nuevo destino. ‹‹Valeria voy por ti››.

Al llegar sobrevuelo el sitio antes de aterrizar, no vaya a ser y no reconozcan el helicóptero y termine ganándome una bombardeada. Aterrizo la nave acomodando mi abrigo para bajar, con la espalda rígida y la mirada por lo alto camino a pasos firmes hasta llegar a la entrada.

―Maximiliano.

Su mirada está llena de intriga, supongo que no esperaba mi visita.

―Demon.

Me saluda ofreciéndome la mano que tomo dándole un apretón leve el cual no disminuye la tensión del ambiente. Me oculta algo que yo quiero y el más que nadie lo sabe.

―Pasa, es de mal gusto dejar a los invitados a fuera.

Acepto su oferta adentrándome al sitio como si se tratase de mi casa, sigo hasta llegar a la pequeña sala, con muebles de un material azul oscuro.

―Qué bueno tenerte acá amigo, pero, ¿Puedo saber a qué debo tu visita?

Detallo el sitio antes de mirarlo.

―Tu más que nadie debes saber que hago acá.

Se hace el desentendido mirando en todas las direcciones. ―No se dé qué me hablas.

Mi infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora