Cap.45

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Mis ojos se abren de golpe con el sonido de la pequeña alarma, intento calmar mi respiración y la puerta no tarda en ser abierta por la diseñadora y su sequito de estilitas.

―Admiren a la novia más linda jamás vista ―.Miente, soy consciente de que luzco como un espantapájaros, pero supongo que mentir sobre eso es parte de su trabajo ― ¿Lista para su boda de en sueños?

La reparo un poco debatiéndome internamente sobre si es ignorancia o simplemente se hace la de la vista gorda ante la situación, lo pienso, porque cualquiera en sus cinco sentidos habría notado que la última persona que quiere saber algo sobre esta boda soy yo.

―Aja.

Mi "respuesta" le basta y se apresura a sacarme de la cama. El sol a duras penas está saliendo cuando me adentro en la ducha. Dos mujeres quienes se identificaron como asistentes se encargan de fregar mi piel, lo hacen con fuerza hasta el punto de irritarla, parece que intentaran arrancarme los pecados de mi pasado.

Afuera esperan otras cuatro personas que por lo que tengo entendido son, el estilista de cabello, la maquillista, la persona que se va a encargar de mis uñas y la diseñadora.

‹‹Esto es una exageración››

Salgo del cuarto de baño encontrando un conjunto de lencería negro sobre la cama. Dejo caer la toalla que anteriormente cubría mi pecho. Ignoro las caras de sorpresa de los presentes mientras acomodo las piezas de encaje sobre mi piel.

―Perfecta para la luna de miel ―mis ojos dan vuelta en automático ante el comentario de la diseñadora.

Apoyo mi pierna sobre la cama para ajustar la liga a juego con lo demás, una vez lista miro a la mujer que me alcanzan una bata para cubrirme.

No tardan en empezar con sus arreglos, he de admitir que se lucieron, cubrieron la mayoría de mis tatuajes menos el de mi clavícula ya que me negué rotundamente a que fuese maquillado, mis manos pasaron por una especie de spa donde se encargaron de que las heridas en mis nudillos fuesen poco visibles, el cabello lo ataron en un moño un poco flojo dejando un par de hebras sueltas al frente, y del maquillaje ni hablar, resaltaron mis ojos con un delineador pero ellos no eran el atractivo principal, ese atractivo eran mis labios en un tono vino un poco oscuro.

―Luce sorprendente ―habla uno de ellos cuando me posiciono en el espejo ― el señor Sklovs va a morir a cuando la vea.

Asiento dándole la razón en cuanto a mi aspecto. Doy media vuelta quedando justo frente al maniquí donde yace el vestido que usare hoy cubierto con una sábana blanca.

― ¿Lista? ―Pregunta la diseñadora tomando el borde de la sabana.

―Es mi deber estarlo.

Mi respuesta le causa gracia y con un estirón quita la sabana.

Sorpresa es poco con lo que siento, mangas largas y cuello alto en una tela sedosa, ajustado a la cintura, con una falda amplia y un escote en la espalda. El color negro resalta gracias al tono mate.

Los sacan del maniquí con sumo cuidado para ayudarme a vestirme, lo ajustan y me subo al par de tacones a juego. Regreso mi mirada al espejo cuando un velo semitransparente negro cubre mi espalda, la imagen me agita un poco, sé que mi reacción suena un poco exagerado y quizás caprichoso, pero me asusta el hecho de tener que casarme con Demon.

Dan dos golpes a la puerta antes de abrirla y una mujer que por su uniforme identifico como una mucama entra.

―Buenos días ―me saluda con una inclinación de cabeza ―Señorita le mandaron este regalo ―deja una caja sobre mis manos ―Dicen que tiene un importante significado.

Mi infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora