Cap.48

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Valeria

Tara golpea el agua en medio de risas provocándome ternura. Salpica un poco de agua sobre mi bañador y rio tomándola para hacerle cosquillas como castigo.

―Traje la comida ―anuncia Maximiliano caminando en nuestra dirección.

―Aleluya, ya me estaba muriendo de hambre ―bromeo haciéndolo reír.

Le ayudo a sacar las cosas de una pequeña cesta mientras aprovecha para darme un par de besos de vez en cuando. Una vez todo está listo comemos juntos los sándwich de pollo, le doy a Tara su comida para bebes en lo que hablo con Maximiliano de cosas absurdas por las que termina ganándome la risa.

Terminamos y levanto los trastes, los llevo a la cabaña de manera rápida, aprovecho para lavarme las manos antes de regresar. Camino despacio pues no llevo prisa y más cuando noto como Maximiliano juega junto a nuestra pequeña con un oso de felpa.

Me acerco de manera sigilosa hasta quedar tras el para cubrirle los ojos, no me quiero imaginar lo pendeja e inmadura que me veo haciendo esto, y es que pase de ser la que sentía pena ajena al ver a parejas dándose afecto en público, a ser la que da el afecto.

Pone sus manos sobre las mías haciéndose el pensativo.

― ¿Quién será? Quizás la mujer de mis sueños o mi única diosa.

Rio por lo bajo.

―Creo que debería averiguarlo.

Mi risa para en cuanto me toma de los brazos con una maniobra, doy una vuelta en el aire cayendo en medio de sus piernas con mi espalda pegada a su pecho.

―Soy ambas ―susurro girando mi cuello para verlo ―O ¿me equivoco?

Su mano se posa en mi mandíbula antes de deslizar sus dedos por mis labios.

―Eres eso y mucho más para mí ―Su mirada sobre mis ojos.

Baja lentamente hasta mi hombro para dejar un pequeño beso en el mismo. De pronto su mirada se pierde frente a nosotros preocupándome un poco.

― ¿Viste algo?

Su expresión seria es sustituida por una sonrisa pícara confundiéndome aún más.

―Que linda roca ―señala el otro extremo del lago ― ¿No crees?

Busco a la señalada con la mirada antes de hablar. ―Es linda supon...

Me callo de golpe al notar que es la misma roca donde meses atrás me masturbo después de la feria de armas. Mis ojos se abren exageradamente, la sangre sube por mi rostro acumulándose en mis mejillas, el por su parte suelta una muy ruidosa carcajada que solo empeora mi pena.

Lanzo un golpe con mi codo dándole en el estómago, se contrae un poco y aun así no deja de reírse contagiándome su humor. Me abraza suspirando y me pego a él disfrutando del calor que emane su cuerpo. Tara gatea hacia nosotros y me separo un poco recibiéndola.

El italiano se pone de pie para adentrarse al agua, se sumerge saliendo completamente empapado y la boca se me seca al ver las gotas de agua recorrer su cuerpo.

―Se te va a caer la baba princepessa ―sonríe de lado antes de arrojarme unas gotas de agua.

―Idiota ―susurro riendo.

Me pongo de pie junto a Tara y con cuidado me adentro en el agua, camino hasta donde el agua me da más abajo de los hombros, Maximiliano nada hasta quedar junto a nosotras y siento que me humilla con su estatura cuando noto que el agua a penas le llega un poco más arriba de la cintura.

Mi infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora