Capítulo 33.

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Our Secret.

Capítulo 33.

Tara.

 

 En el Hospital, unos pasillos después de la UCI, había una pequeña capilla. Veía que todos entraban allí y a los minutos les daban buenas noticias, a una Señora le dijeron que su hijo había muerto después de estar en la capilla pero ella no lloró, le dio gracias a Dios por haberlo sacado de aquel sufrimiento. No entendía como la gente podía verle el lado positivo a las cosas que se apoderaban de uno y se salían de sus manos.

 Decidí ir a la capilla. Podía jurar que nunca en mi vida había asistido a una Iglesia, y muchísimo menos había rezado, porque en realidad no creía en nada. Cuando entré a la capilla y observé todas aquellas imágenes, me sentía totalmente extraña, no sabía a dónde ir, ni qué hacer. Estaba totalmente sola, como siempre. Me paré en el centro, donde podía visualizar una gran imagen de quien se suponía que era Jesucristo. Me parecía demasiado atractivo y se veía demasiado en forma para ser alguien santo, o algo por el estilo.

   —Supongo que tú todo lo puedes, ¿no? O no sé si…le dirás a tu padre lo que quiero —comencé a tartamudear—. Está bien, como sea…Sé que he sido una pecadora toda mi vida, puedo enumerarte todas las veces que me burlé de las personas que creen en ti y…bueno, eso da igual. Quiero pedirte que cures a mi hermano, ¿vale? No sé si debo demandártelo porque todo lo puedes o pedírtelo gentilmente porque sé es que muy difícil. Nosotros somos los echados de lado y los ignorados, ¿vale? Mi hermano nunca había estado internado, sé que es fuerte y sé que podrá salir pero solo quiero que…si no puede, ayúdalo o ayúdenlo —miré a todas las imágenes—. Él nunca ha merecido nada de lo que le ha ocurrido y creo que yo tampoco, si mi hermano muere, estaré totalmente destrozada por dentro. He perdido todo en mi vida, y creo que…Codd sigue formando de ella, aún lo necesito, aún no lo he visto siendo feliz y me rehúso totalmente a que se vaya sin ser feliz, a que se vaya sin tener un punto de vista bueno acerca de esto que llamas vida. Lo quiero conmigo, siempre.

 Bajé la cabeza y comencé a llorar con desespero. Sabía que era muy poco probable que Codd saliera con vida, pero si de algo servía pedir ayuda en aquella capilla, lo haría.

 Me di la vuelta y me encontré con Mike parado en la entrada de la capilla, recostado en el marco de la puerta apoyándose de su hombro. Cuando lo vi, quise correr a abrazarlo, pero me rehúse porque sabía que él no quería abrazarme.

 Segundos después, Mike caminó hacia donde yo me encontraba y me abrazó, me abrazó con tanta fuerza que sentí que todos mis pedazos rotos volvían a unirse. Minutos después, subí la cabeza para agradecerle por estar conmigo. Abrí la boca pero no dije nada, él me calló besándome.

 Mike me estaba besando, me estaba besando como yo siempre quise. Totalmente solos, totalmente bien. Estaba besando a Mike Cassells y me sentía bien, me sentía feliz por dentro. Nunca creí que un beso podría calmar la tristeza de alguien o siquiera el llanto, pero sí podía, claro que podía.

   —No eres la echada de lado ni la ignorada —observó intensamente mis ojos, sentí que me debilitaba en sus brazos—. Te amo y eso te hace importante para mí, y espero que ser importante para mí te sea suficiente.

   —Tú me eres suficiente —ésta vez, lo besé yo.

Vanessa.

Our Secret. [Secrets #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora