Capítulo 34.

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Our Secret.

Capítulo 34.

 Oía la bocina de las ambulancias, de las patrullas de los policías, de los camiones de bomberos, oía llantos, gritos desgarradores y desesperados. En el momento que mis fosas nasales se abrieron, percibí el olor a humo, a agua. Mis ojos solo captaron las botas de algún paramédico que estaba parado a mi lado. Toqué mi torso, que estaba húmedo por sangre, toqué mi frente, y tenía alguna cinta que cubría la herida que había tenido en mi cabeza. Estaba sobre una camilla que aún estaba en el piso y los paramédicos comenzaban a levantar. A mi alrededor no había más que desastre, automóviles chocados, personas heridas sobre camillas. Observé el Hospital, no podía ver que había alrededor ya que estaba como a diez cuadras de él, pero aún salía humo del pasillo donde se encontraba la UCI, -donde se encontraba Codd- Los pisos cercanos al décimo estaban hechos un desastre, totalmente deteriorados. Había varios reporteros cerca de donde yo estaba y camionetas de algunos programas de televisión de Maine.

   —El décimo piso del Hospital Central, donde se encuentra la UCI, ha sido localizado en llamas, con un número de 20 fallecidos y más de 30 personas heridas. Por suerte, los bomberos lograron sacar a las personas internadas que se encontraban recluidas en los demás pasillos y los han enviado a varias clínicas distintas de Maine. Por lo contrario, aquí en la vía principal que da al Hospital hubo un choque por el impacto de la explosión. Hay más de 40 heridos y 5 fallecidos, entre ellos, dos niñas, un bebé, un adolescente y un señor de la tercera edad… —decía una reportera cerca de mí.

 Estiré mi cabeza hacia un lado, mi cuello dolía, sentía que los ligamentos totalmente hinchados se romperían en algún momento, pero me di cuenta que habían personas peores que yo en aquel accidente. Había muertos. Niños habían fallecidos, no entendía porque la vida volvía a darme otra oportunidad y por qué se las quitaba a esos niños. Sentí ganas de llorar pero me contuve, no era momento para llorar.

 Una camilla se detuvo al lado de mí, había alguien. Giré la cabeza hacia el otro lado y vi a Jules, era él, totalmente moreteado, con un collarín y una venda en su frente, se veía tan fatal que me desesperé. Comencé a quitarme las tiras negras que me ataban a la camilla y me levanté al lado de Jules, comencé a besar sus labios desesperada. No quería perderlo también a él.

   —Señorita, no puede hacer eso. Es mejor que descanse, creo que es la única que ha salido tan ilesa de este catástrofe choque —dijo un enfermero tranquilamente—. ¿Él es su pareja? —apenas logré asentir—. Estará bien, cuando despierte podrá retirarse pero por ahora es mejor que se mantenga tranquila. Las vías están cerradas y no podemos llevarlos a ninguna clínica, pero por suerte tenemos varios paramédicos profesionales aquí —me sonrió.

   —Está bien… —dije sentándome sobre mi camilla.

 Tomé las manos heladas de Jules, parecía muerto y era lo que más me dolía. Aún seguía respirando, su corazón aún latía, solo estaba pálido, solo tenía frío, él no se iba a morir. Trataba de mantener ese pensamiento en mi cabeza, pero estaba rodeada de gente herida y moribunda, gente que no resistiría porque las malditas vías estaban cerradas. Ni Jules ni yo nos merecíamos ese puesto de ‘’sobrevivientes’’ pero tampoco quería que Jules mereciera el puesto del muerto.

 Comencé a llorar, una enfermera colocó una manta sobre mi espalda como un signo de pesar y porque en realidad si había frío.

 Transcurrieron horas y yo aún tenía mis dedos entrelazados con los de Jules, y no pretendía soltarlos hasta que despertase.

Our Secret. [Secrets #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora