Capítulo 4.

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Our Secret.

Capítulo 4.

Codd.

 Arrastré la puerta del sótano del Hospital, habían unas pocas personas sentadas en las sillas y solo una o dos captaron mi presencia. La rubia bonita de la recepción salió detrás de mí acomodándose el tacón y yo subí la cremallera de mis vaqueros. Ella me sonrió y buscó de nuevo entre sus bolsillos una tarjeta, la misma con su número, y me la entregó. ¿Qué planeaba que yo hiciera con eso?

   —Llámame, a ver si algún otro día podemos salir, tú sabes —me guiñó un ojo.

   —Oye rubiecita, —agregué casi en un murmuro—. Soy Codd Bing, ¿De veras crees que después de eso te llamaré? Por dios —hice una mueca.

   —Espera, ¿Qué? —cruzó los brazos.

   —Solo digo que, nunca pretendo hacer algo más que eso que hicimos allí adentro, solo por si no lo sabías —reí cortamente—. ¿No escuchaste? Soy Codd Bing, pequeña.

   —Oh, bastardo de mierda —gruñó alejándose.

 Reí para mí mismo. Caminé hacia donde mi familia se encontraba en la sala de espera, todos estaban serios y tenían una expresión de preocupación. Mike estaba platicando con Larissa, mi hermana menor, y mi mamá sollozaba en el hombro de mi tía. Aclaré mi garganta, mi mamá me observó. Ella había estado llorando un buen rato, y esa era una de las cosas que yo más odiaba, es decir, ¿Qué resuelven con llorar, eh? Las cosas pasan porque pasan y la tristeza nunca resuelve nada, había pasado la mayor parte de mi infancia viendo a mi abuela llorar porque tenía un esposo que le era infiel, a mi mamá porque mi padre la golpeaba y a Tara porque era infeliz. No necesitaba a más gente miserable llorando a mi alrededor.

 Saqué mi teléfono del bolsillo y llamé a Dakota. Ella respondió, pero antes de oírla pude escuchar risas, gritos y música en alto volumen.

   —¿En dónde estás? 

   —En ningún lugar, ¿Qué quieres, Codd? —respondió medio enojada.

   —Iré a Winstonk, te espero en mi dormitorio —suspiré.

   —No estoy en Winstonk —gruñó.

   —¿Y en dónde carajos estás, eh? —repliqué en susurros.

   —¿Para qué demonios me quieres?

   —Lo de siempre, —giré los ojos—. Para eso te pago, ¿No?

   —No me trates como una zorra, Codd.

   —¿Y cómo planeas que te trate? Eres una de mis zorras, Dakota —reí.

   —Estoy ocupada, hoy no puedo.

   —No me digas que estás con ese Will porque iré hacia allá y lo mataré, ¿Está bien? —repliqué de la misma forma.

   —Pues sí. Si estoy en la fiesta de Will, ¿Y qué? Tú no vendrás para acá a hacer nada porque primero, no estamos saliendo y no somos novios, segundo, yo meto mis narices en donde quiera y tercero, me acosté con Will, imbécil.

   —Oh, Dakota —dije lentamente—. No sabes que te haré cuando te vea, maldita zorra —colgué.

Our Secret. [Secrets #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora