Capítulo 5.

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Our Secret.

Capítulo 5.

Tara.

 El Domingo por la noche me habían dado de alta. Las dos heridas en mi mejilla ya se habían curado y los moretones ya se estaban yendo, cojeaba un poco y a veces ardía pero las inyecciones me hacían dar por alto el dolor físico, pero el dolor sentimental...

 Cuando pierdes a una pareja quedas viudo, cuando pierdes a tus padres quedas huérfano, pero cuando pierdes a un hijo...no hay nombre para ello. 

 La noche anterior había llorado hasta quedarme dormida y había decidido más nunca volver a ver a David Bing. Es doloroso que te humillen y que se burlen de ti en tu preparatoria, pero no hay nada comparado con que un padre, el hombre que te engendró, te maltrate como David me maltrata a mí. Yo había decidido abortar a mi hijo, pero él no tenía la culpa, toda la culpa era de Codd y su forma de someter a Mike, así que había fantaseado con que él alegraría mi vida, pero aún no sabía en que estaba pensando cuando creí que contarle a mis padres sería buena idea.

 Limpié una pequeña lágrima que caía por mi ojo y recosté el costado de mi cabeza en el vidrio del automóvil de Codd. Mi hermano aparcó en el estacionamiento de Winstonk después de un rato, sentí un ambiente a casa que normalmente nunca sentía. Observé a mi hermano que estaba mensajeando a alguien, su mandíbula estaba tensa.

   —¿Estás bien, Codd?

   —Tara, —me observó—. Sabes lo que sabes por las circunstancias, pero eso no se lo puedes decir a nadie, ¿Está bien? Y la única forma en la que no se lo digas a nadie es que trabajes para mí.

   —No me acostaré con ninguno de tus amigos —demandé ácidamente.

   —No dejaré que suceda eso —replicó—. Solo necesito que trabajes para mí, porque si alguno de los chicos se enteran de lo que te pasó, que sabes lo que sabes y sin embargo andas tranquila por ahí, creerán que ellos también pueden hacer eso y pues no pueden —continuó rápidamente, sacó una caja de cigarrillos.

   —No quiero el dinero que ustedes ganan haciendo eso —fruncí el ceño—. ¿No te basta con lo que me ocurrió? No estoy de ánimos, Codd.

   —Ni siquiera me interesa eso —murmuró—. Ya trabajas para mí, quieras o no, y ahora tendrás que consultarme antes de hacer amistades o salir libremente por ahí, ¿Entendido? —despejó el automóvil.

   —No me someterás a tus reglas y no seré ninguna zorra —despejé el automóvil.

   —No me interesa lo que digas —agregó y se alejó.

 Dejé caer mis hombros y observé como Codd se alejaba del estacionamiento para unirse al fluído de chicos que iban a los edificios de los dormitorios. Mike había dicho que mi habitación era la 5, del piso 8 y que ahora era para mí sola, él se había ofrecido en llevar mis maletas y guardar toda mi ropa, ya que yo no estaba en condiciones de hacer mucho esfuerzo. David nunca había llegado a esos extremos de golpearme de esa manera, pero suponía que todo se debía a que yo había estado embarazada y que lo había decepcionado.

 Subí, a duras penas, las escaleras para entrar a mi respectivo edificio. Oprimí varias veces el botón del ascensor y entré. Antes de que la puerta de éste cerrara, Grace Bledel entró medio trotando. Antes de que inhabilitaran Winstonk, ella y yo habíamos establecido una insignificante amistad, y yo no necesitaba a nadie cerca en ese momento. Aunque los golpes no podían verse por la blusa mangas largas, tenía vendado los nudillos y una gasa pegada a mi mejilla herida. 

Our Secret. [Secrets #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora