Prólogo.

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''Cuando las puertas de los dormitorios se cierran, cuando las luces se apagan y todos están dormidos, los miedos, desde la perspectiva de cada uno, empiezan a florecer''.

                                           Maine, fiesta de Codd.

                                                  Hace un mes.

   —¿Para qué me llamaban? Estaba realmente ocupado —agregué bruscamente el ver a mis ''amigos''.

   —Estar besuqueándote con la transferida realmente no es una ocupación —agregó Dakota riéndose.

   —Cállate —refunfuñé—. ¿Qué ocurre, Codd?

   —Jenna no vino —agregó Chaz un tanto serio—. Si ella no está, ¿Quién será...?

   —Yo puedo ofrecerme —dijo Dakota con un tono un poco seductor. Yo reí.

   —No encontraríamos reproducciones, Dakota —la observé de pies a cabeza—. Tú estás muy...usada. 

 Mike, Chaz, Harry y Codd rieron. No había otra forma más sutil para decirle porque no tendríamos reproducciones.

   —En fin, chicos —agregó Codd—. Estoy buscando una chica nueva, así que piensen porque no tenemos mucho tiempo.

   —¿Allison? —hizo una mueca Mike.

   —No —soltó Dakota brusca.

   —¿Betty? —agregué yo.

 Los chicos y yo nombramos más chicas, pero Codd parecía no sentirse satisfecho con ninguna, y yo ya me estaba sintiendo nervioso.

   —La transferida —agregó Harry observándome—. ¿Qué tal, Jules?

   —No —respondí brusco.

   —No es mala idea... —opinó Codd.

   —Es una idea muy mala, solo tiene dieciséis —repliqué sobre el alto volumen de la música—. No podemos.

   —Jules tiene razón, ¿No creen que es muy niña? —dijo Chaz haciendo una mueca, por lo menos él me apoyaba.

   —¿No será que Jules se ha vuelto un traidor? —agregó Codd con su típico tono amenazador.

   —Claro que no —tragué saliva.

   —Entonces dale ésto —dijo entregándome el vaso lleno de cerveza.

 Lo observé varios segundos, yo no podía hacerle eso a Grace, ella solo tenía dieciséis. Tampoco podía hacerme eso a mí, yo estaba enamorado de ella, de su inocencia, su belleza. Codd me las pagaría.

   —Faltan 20 minutos, chicos —agregó Chaz tocando el vidrio de su reloj.

   —¿Y entonces, Jules? —cruzó los brazos Dakota frente a mí. Odiaba cuando se sentía superior a mí.

   —Yo opino que está mal —agregó Mike, él había pasado por algo similar a lo mío.

   —¿Se la darás o qué? —arqueó la ceja Codd extendiendo aún más el vaso de cerveza.

   —15 minutos —agregó Chaz.

   —Yo... —mi manzana de Adán subía y bajaba. Fulminé ferozmente a Codd, lo odiaba más que a nadie.

   —Mira, si tú no vas, voy yo, la siento en una silla y se lo meto por la boca, ¿Está bien? —gritó Codd enfureciéndose—. Deja de ser tan maricona, Jules Liddel.

   —No lo haré —respondí con acidez—. ¿Me estás oyendo, Codd?

   —10 minutos —agregó nuevamente Chaz.

   —¡Ya escuché, maldición contigo Somers! —gritó fuertemente Codd—. Ve —dijo sacando su arma y apuntándome—. Sabes que no tengo miedo de utilizarla.

 La bilis subió hasta mi garganta, si algo había aprendido durante esos siete meses era que no podíamos desafiar a Codd, él no sentía ningún miedo o pesar de dispararnos, sobre todo cuando su fantasiado dinero estaba en juego. El dinero le era más importante que la vida de los demás.

 Sostuve el vaso de cerveza y despejé la habitación de huéspedes. Le había pedido a Grace que me esperara en el pasillo que daba a las habitaciones, así que seguramente ella ya debía estar allí. Pisé fuertemente por los escalones, ella estaba al fondo del pasillo con una medio sonrisa, yo traté de sonreír lo más que pude, pero estaba muy cansado y melancólico por lo que haría como para sonreírle. Le extendí el brazo con el vaso de vidrio y ella pensó algo unos instantes y lo recibió.

   —Me dijiste que no aceptara bebidas de extraños porque solían vertirle algo para hacerme desmayar, —agregó ella con su suave voz—. Pero yo confío mucho en ti y sé que no harías eso.

 Sentí un sabor amargo en mis labios y una punzada de dolor en el corazón. Yo no podía hacerle eso. Ella bebió hasta el fondo la cerveza e hizo una mueca de disgusto, yo reí sin ganas.

   —¡Qué asco!

   —Te ves hermosa bebiendo alcohol —reí nuevamente sin ganas—. Grace, sé que te dije que si algo pasaba entre nosotros no sería en este lugar pero yo... —sostuve su rostro con mis manos—. No puedo resistirme más.

 Sus labios estaban temblando, me acerqué a su rostro y la besé. Sentía que más nunca la volvería a sentir tan cerca de mí y pudiese volver a besarla siéndole sincero, porque después de esa fiesta, todo sería una cruel mentira que a mí no me gustaría vivir. No podía soportar estar ahí con ella.

 Grace se tambaleó hacia atrás y delante después de que nos estuviéramos besando un buen rato, colocó su mano sobre su frente y cayó sobre mis brazos. Eso sucedería de todos modos. Le escribí un mensaje a Codd diciéndole que todo estaba listo. 

 La habitación en donde sucedería la acción ya estaba lista, las cámaras y las luces estaban a cada lado de la cama. Recosté a Grace en la cama de Codd y la observé inconciente, mis mejillas se calentaron, tenía ganas de llorar y conste que yo nunca había llorado por alguna chica. Yo no quería ser el próximo Mike y que Grace fuese la próxima Tara, no podía siquiera imaginármelo.

 Todos los chicos y Dakota entraron, acomodé a Grace frente a mí y con todo el dolor del alma me acomodé sobre mis rodillas frente a ella. Llené mis pulmones de aire hasta que escuché decir a Codd 'Empieza'. Acerqué mis labios a los suyos, que sabían a cerveza, y la besé, no como lo había hecho minutos antes, si no como una 'zorra' se lo merecía. Volví a observar su rostro.

 Imagina que es Dakota, imbécil. Me decía a mí mismo mientra la despejaba de sus prendas, Codd soltó una silenciosa risa al verla en ropa interior y Dakota hizo una mueca. Grace era más perfecta que cualquier mujer que hubiese tenido antes allí. Volví a besarla mientras deslizaba mis sudorosas manos por todo su cuerpo. Claro que había pensado tenerla así, pero no de esa manera y muchísimo menos con una cámara grabándome y varios posibles hombres esperando el mejor momento para masturbarse. 

Our Secret. [Secrets #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora