La guía

962 118 81
                                    

Cuando comprendí lo que era aquella oscuridad, el Sutra resonó en el fondo de mi memoria, casi como una cuerda de salvamento: "La existencia es tristeza, compréndelo y ve más allá de la aflicción", tardé apenas unos instantes en atar los cabos, la tristeza que me envolvía no era la de toda la humanidad, no, era la mía, la que había acumulado a lo largo de mi relativamente breve existencia... en cuanto el pensamiento se posó en mi mente, la oscuridad se tornó más ligera, al punto en que ya no se parecía a un inmenso océano oscuro, sino más bien alguna clase de velo que me cubría.

Y los velos pueden atravesarse, me dije a mí misma mientras estiraba la mano hacia la oscuridad, las yemas de mis dedos tocaron con precaución la oscuridad, fría, áspera y finita, antes de que la sujetase con confianza y la apartase como a una cortina, la luz del otro lado me obligó a cubrirme los ojos con el antebrazo, mientras avanzaba dejando completamente atrás la tristeza, de alguna manera, aquello no había sido algo solamente metafórico, porque tenía la vaga noción de que había dejado un peso que llevaba hundiéndome años.

-Lo has hecho bien-me halagó la Keena mayor posando una mano sobre mi hombro, algo en el gesto, me resultó fuera de lugar y a la vez tremendamente familiar.

Y entonces, mi mente capturó recuerdos alguna vez insignificantes, y es que en aquellos tiempos, el hecho de que mi hermana posase su mano o un brazo en mi hombro de forma protectora, lo hacía en diferentes contextos, cuando tenía pesadillas, cuando me felicitaba con una sonrisa de orgullo, para consolarme o sencillamente demostrarme que estaba allí, había sido trivial y cotidiano... a veces, las personas no reparamos en ese tipo de gestos, y luego, nos damos cuenta de lo enormes que eran cuando ya no están; pero curiosamente, el pensamiento no me provocó las oleadas de pesar que me comprimían el pecho cada vez que pensaba en Martha, o en Alfred, no, ahora sólo fui capaz de percibir una agradable nostalgia, quizás, hasta algo de agradecimiento.

-Cuando aprendes a dejar ir, adquieres una perspectiva diferente, aprendes a valorar lo que fue sin culpas, sin arrepentimientos-expuso la mujer con una sonrisa leve en los labios.

-Si ya acabaste con las lecciones de autoayuda-soltó mi padre con una acidez que triplicaba la de un limón-. No tenemos mucho tiempo-aquello último tenía un tono de enfado.

Entonces, me asomé por el costado de la mujer, y a unos cuántos pasos de distancia, estaba el resto de la familia, tanto el tío Dick como Robin estaban acuclillados junto a una Monkeying que respiraba del mismo modo que lo haría alguien tras completar un triatlón sin haber entrenado antes, mi padre tenía la mirada clavada en la mujer, pero un brazo casi protector se mantenía sobre los hombros de Monkeying. ¿Martha podría haber aprendido el gesto de él? La idea provocó algo cálido en mi pecho.

-Pues entonces tienen suerte de que haya venido por ustedes-sentenció una voz que provocó que todos se tensarán y giraran en el acto.

Allí, frente a lo que parecía el paisaje más desolador que alguna vez hubiese visto abriéndose ante nosotros, estaba de pie una mujer, no la había oído acercarse, pero no fue su sigilo lo que me dejó sin habla, si no, el hecho de que fui capaz de reconocerla: era Anya Callen.

Con aquello, de pronto la ligereza en mi interior se desvaneció sin dejar rastros. Y es que, tenía a la causante de muchas de las desgracias de mi familia frente a mí.

-Veo que te has traído toda una tropa-bromeo Anya en dirección a su hermana-. Está bien que el submundo ya no es lo que solía ser, pero, tampoco hacía falta traer tantas escoltas, Keena.

-No son escoltas. Son su familia-puntualizó la susodicha, si estaba sorprendida o no por la presencia de su hermana fallecida, no lo sabría decir, su rostro era una expresión de póker-. Bien, ¿Nos vamos ya?-soltó en dirección a mi padre, quien estaba volviendo a ponerse de pie cargando a Monkeying en la espalda. Dick mantuvo una mano sobre la espalda de la criatura durante todo el ascenso para asegurarse de que no se desplomase de improvisto.

Monkeying .vs. Robin (Damian Wayne y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora