Diversión obligatoria

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Dos horas más tarde, feria ambulante de Manhattan

La vida nunca sigue planes ni rutinas, y al parecer, los Jóvenes Titanes tampoco, ya que Starfire apareció de pronto en mi cuarto despertándome para avisarme que iríamos a la feria de atracciones de la ciudad.

Antes de que me diera cuenta, ya estaba sentada junto a Damian en el asiento trasero del auto civil de Starfire, con Gar convertido en un adorable conejo verde viajando en mi regazo, ya que no había cinturones de seguridad para todos, y la líder del equipo parecía no estar dispuesta a avanzar hasta que estuviésemos todos asegurados.

El viaje no fue largo, aunque diría que la tensión, y el hecho de tener a una persona que apenas conocía en el regazo (incluso aunque fuera un conejo) lo alargaron un poco.

Para cuando aparcamos en el estacionamiento de la feria, el humor no era el mejor, por suerte para nosotros, fuera de una pequeña discusión sobre la espada de Damian y el hecho de que la diversión fuera "obligatoria" esa noche, el operativo de bajar del auto no resultó una misión terrible.

Apenas recibí mi entrada y me reuní con el resto del equipo, Starfire anunció con voz suave:

-Esta es una oportunidad para familiarizarnos con el equipo-y luego comenzó a andar hacia los juegos.

-¿Cuánto más podemos familiarizarnos? Ya vimos a Garfield lamerse a sí mismo-ironizó Jaime.

-¿Cómo un perro?-se interesó Damian.

-Ya quisieras-respondió Raven.

No quise indagar más en el tema, ya había sido algo incómodo descubrir que se había olvidado el traje durante el entrenamiento, quizás fue allí cuando comprendí que la clase de anatomía con la doctora Garner a la que me obligaron a ir, me había introducido, para bien o para mal, a lo que significaba el pudor. Más allá de ello, lo que realmente me llamó la atención, fue que Damian hubiese preguntado al respecto... se estaba esforzando por encajar. No supe si sentirme orgullosa o preocupada al respecto.

La noche no fue nada mala, subimos a la vuelta al mundo, jugamos en varios stands de la feria, nos reímos un poco en la casa de los espejos. Se sintió como una noche familiar, o por lo menos como creía que debía ser una, tras la cantidad de series y películas que había visto en el año que llevaba fuera de la celda y la cantidad de familias con las que nos cruzamos en la feria. No me malinterpreten, los Wayne eran como mi familia, en serio les agradecía de corazón todo lo que habían hecho por mí; sin embargo, todavía no podía olvidar a mi padre, en ocasiones, no podía dejar de preguntarme ¿Qué había sido de él? Si andaría hundido en asuntos en los que prefería no pensar o quizás, había descubierto un haz de felicidad, uno que evidentemente no encontró siendo mi padre...

Alguien me propinó un suave empujón, miré a mi izquierda y me encontré con Damian señalándome la pared de premios del stand para canjearlos ¿En qué momento habíamos llegado hasta allí? Rápidamente miré la cantidad de tickets que Damian había dejado sobre el mostrador, y supe que podría pedir cualquier cosa; ¿Por qué me hacía elegir a mí?

-¿Vas a querer algo o no?-soltó con impaciencia.

Asentí con la cabeza y miré nuevamente la pared, había muchas cosas lindas, no voy a decir que no; desde peluches que se veían tan increíblemente suaves que podrían haber estado fabricados de nubes hasta pequeñas consolas de juego que seguramente Gar no habrá tenido problema en enseñarme a utilizar; sin embargo, cuando vi la espada de plástico colgando en la parte superior de la pared, fue como si me dijera "elígeme, sabes que soy la mejor opción", la señalé sin siquiera vacilar.

El señor del stand la bajó y me la tendió, sonreí y toqué el interruptor en el mango para que se encendiese el filo de plástico.

-Puedes quedarte con tu vieja katana-le dije a Damian a modo de broma-. Mi espada es mil veces más cool.

Monkeying .vs. Robin (Damian Wayne y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora