KEENA
Sentimientos encontrados. Esas eran las únicas palabras que se me ocurrían para describir nuestro encuentro con Anya Callen, una parte de mí deseaba odiarla, ya que de no ser por ella quizás el mundo habría tenido unos años más de paz; sin embargo, en el fondo, no conseguía odiarla, después de todo, gracias a ella estaba viva. Sí, mi vida no había sido fácil; pero reconocía que había vivido suficientes momentos que la hicieron valer la pena: noches de risas con mi hermana en el refugio, cumpleaños cuando era una cría pequeña con mis padres, desayunos con Alfred... eso, se lo debía en parte a ella, de alguna manera.
Aunque claro, no podía tapar el sol con un dedo tampoco, la miseria también se la debía a ella.
-No tienes que llegar a una conclusión sobre ella-sentenció la Keena mayor, su voz llegó desde delante. Al parecer, ella era la que encabezaba la excursión por el laberinto-. Quien nos acompañó no fue más que una caricatura de la persona que fue.
-Eso querría decir que sus rasgos sólo fueron exagerados-apunté sin dejar de avanzar a ciegas.
¿Qué si me había sorprendido que hubiese adivinado mi línea de pensamientos? Ciertamente no, a esas alturas, tenía la sensación de que era imposible reservarme mis pensamientos con ella presente, parecía haber perfeccionado el arte de leer a la gente durante siglos.
-Ciertamente-concedió ella-. Anya era inocente, sí, y también cabezota y quizás infantil; pero eso no quita que también hubiese tenido cualidades que esa caricatura no conservó. El inframundo no suele sacar lo mejor de las personas, y ella ha permanecido aquí casi trece años.
-¿Y por qué no avanzó?-la pregunta sonó más brusca de lo que pretendía, quizás, algo acusatoria.
-Porque nosotros la necesitábamos.
O quizás porque pretendía arreglar lo que ya no tiene arreglo, pensé para mis adentros.
Si Keena predijo aquella idea, no hizo comentarios al respecto, cosa que agradecí y a la vez lamenté, después de todo, el silencio entre nosotros significa tener que oír las súplicas desconsoladas de quienes estaban siendo purgados, cuyo sonido se amplificaba por tener los ojos cerrados, se sentía como haber entrado a un cuarto del caos, donde la desesperación se encarnaba en la voz de las almas en pena. Era estremecedor.
Y al parecer el tío Dick también lo sintió así, puesto que se encargó de romper el hielo nuevamente.
-Entonces, ¿A qué se refieren con purgar las almas exactamente?
De no haber necesitado soltar el hilo que se estremecía como un nervio entre mis manos, me habría apretado el puente de la nariz, y es que, de todas las conversaciones que ansiaba oír en ese momento, el tío Dick había ido a tocar el único tema del que no quería saber nada.
-Es bastante sencillo en realidad-señaló la Keena mayor con más calma de la que me habría gustado-. Cuando las almas llegan aquí luego de la muerte, se valora cuántos de los dieciocho pecados establecidos han cometido y se calcula qué castigos y tiempo se merecen para pagar por ellos-hubo una pausa-. En lo personal, considero fascinante que a pesar de su falta de actualización, los crímenes condenados sigan todos vigentes, es como si la humanidad cometiera siempre los mismos errores. Tal vez los dioses si hicieron algo bien.
-¿Sólo dieciocho?-Dick sonó casi interesado.
Dejé escapar un suspiro, al parecer aquella conversación no iba a dar tregua.
Alguien que solíamos conocer, en alguna parte
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Monkeying .vs. Robin (Damian Wayne y tú)
FanfictionAmbos tienen un pasado oscuro, y un futuro aparentemente prometedor. Damian Wayne es un chico nada fácil de tratar; pero ¿Cómo culparlo? Ha sido criado como un asesino. ____ es bastante simple, e intenta no causar problemas a los demás, su pasado l...