En un golpe

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Admito que mientras entrenaba con mi arma improvisada en mi cuarto (qué no era más que un palo de escoba), fui capaz de agradecerle a mi padre todas las horas que me había obligado a practicar artes marciales sin descanso. Ahora tendrían un buen uso, ayudarían a mucha gente, o al menos eso es lo que pretendía.

Aquella noche, igual que muchas otras, había esperado una hora luego de mi hora de dormir, la cual por cierto me parecía injusta considerando que Damian no tenía horario para ir a la cama y apenas era un año mayor que yo, y me levanté a entrenar, estaba haciendo abdominales cuando oí un ruido proveniente de la cocina. Mi corazón pegó un vuelco, Alfred tenía que estar acostado hacia cuando menos media hora, el señor Wayne estaba fuera de la ciudad, y Damian tenía que estar en su cuarto, el chico se dormía a la hora que quisiera pero se la pasaba encerrado toda la noche...

Afirmé con fuerzas el palo, y saliendo a la oscuridad del pasillo lo más sigilosa que pude, me dispuse a averiguar quién o qué había provocado el ruido, y a defender mi nuevo hogar si era necesario.

Cuando llegué a la puerta de la cocina, sentía que mi corazón golpeaba mi pecho con una fuerza descomunal, tragué con fuerza para disolver el nudo de la garganta, y me puse de rodillas antes de asomarme por la puerta. Una película de terror se proyectó en mi cabeza cuando vi a un chico con una capa negra con bordes amarillos, Estaba rebuscando en los muebles de la cocina. No tardé en reconocerlo cuando pude ver su cara con el antifaz, ¡Era Robin! Pero ¿Qué hacía Robin asaltando la mansión? ¿Acaso su nombre venía de Robin Hood? Quizás buscaba robar a los ricos para darle a los pobres... la idea me pareció algo lógica en el momento.

Esta noche no te llevarás nada, Robin, lo siento, pensé deslizándome como alguna especie de animal rastrero por el suelo, en lo que él parecía ocupado revolviendo la despensa.

En cuanto estuve detrás de la isla de la cocina, volví a sujetar el palo con fuerza y lentamente la fui rodeando, hasta que quedé detrás de él, entonces le propiné un golpe con todas mis fuerzas en la cabeza sin siquiera replanteármelo. El sonido que hizo la madera contra su cráneo consiguió erizarme la piel, tras el golpe, Robin se tambaleó y apoyó una mano sobre la encimera antes de mirarme por encima del hombro, sus labios se abrieron como si quisiera decir algo; sin embargo, al parecer, la contusión ya había hecho lo suyo, porque cayó en el suelo como un saco de papas.

Me agaché a su lado y pude ver un hilo de sangre deslizarse por su frente hasta empapar el suelo. Mi corazón dio un brinco.

-¡Dios, he matado a Robin!-chillé espantada-. ¡No, no, no! Dios...-miré en todas direcciones sin saber qué hacer, había pasado de ser aspirante a heroína a asesina en tan sólo un golpe-. ¡Alfred! ¡Alfred! ¡Ayuda por favor!-grité mientras tomaba con cuidado la cabeza de Robin y hacía presión sobre la herida sangrante con uno de los repasadores, en algún punto del movimiento, su antifaz acabó por caer en el suelo. Empalidecí aún más cuando vi quién era-. ¡Maté a Damian!-me desesperé.

-¡____! ¿Qué está sucediendo?-soltó el señor Wayne cruzando el umbral y encendiendo las luces de la cocina ¿Cuándo había llegado? Detrás de él apareció Alfred en pijama al cabo de unos segundos-; pero ¿Qué...

-¡Creo que maté a...!-solté horrorizada, no supe qué nombre decir-. Yo... oí rudos en la cocina... yo... sólo...-sentía que el pánico se apoderaba de mí.

Alfred se apresuró a ir hasta donde estábamos, y se inclinó para tomarle el pulso a Robin, tras unos momentos, soltó un suspiro:

-No se preocupe ama _____, el joven está vivo-me dijo con calma-, voy a encargarme de darle los primeros auxilios necesarios-tomó a Robin, ¿O era Damian? Y se lo llevó fuera de la cocina.

Monkeying .vs. Robin (Damian Wayne y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora