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Quince días después...

Decir que no había entrado en modo productivo desde que había regresado a la mansión era poco, después de todo, estaba decidida a que _____ Grayson sería mucho más que una fachada para Monkeying, quería ser alguien que tuviera una vida a la que regresar si alguna vez debía abandonar la máscara de forma definitiva, aunque claro, una parte de mí esperaba que eso nunca fuese necesario.

Durante los primeros cuatro días, conseguí rendir los exámenes para certificar que había completado la educación primaria y secundaria, ya que, al vivir en la jaula gran parte de mi vida, nunca había pisado una escuela; sin embargo, mi padre se había encargado de que contase con el conocimiento necesario para sacar cuando menos un título universitario, cosa que hice durante el sexto día: presenté los exámenes para ser asistente social, sí, no era exactamente una carrera bien remunerada; de hecho, probablemente no viviría rodeada de lujos cuando dependiese exclusivamente de mi sueldo, pero eso era lo de menos, si con ello podía ayudar a muchos niños que habían pasado por situaciones como las mías.

Al día siguiente me enteré que había aprobado todos los exámenes, aunque eso no fue suficiente como para que me dieran el título, os directivos de la universidad decidieron posponer mi graduación hasta que cumpliese la mayoría de edad, hecho lógico ante el que no pude protestar del todo, mas aun cuando me permitieron acumular experiencia visitando como asistente voluntaria a algunos asistentes sociales más que veteranos. Estaba tan feliz por poder empezar a ayudar (incluso en lo más mínimo), que ni siquiera los comentarios de Damian de que estaba jugando a ser la Madre Teresa consiguieron ponerme de malas.

Y fue básicamente así como llegué a la casa de la señora Hoppes, una mujer que debía de rondar la mediana edad (no me permitieron ver los expedientes, por lo que no sabía exactamente su edad), que mantenía funcionando un hogar temporal para algunos de los casos más difíciles de ciudad Gótica. Fue exactamente allí donde conocí a Riley, Emma, Sam y Wyatt, cuatro de los quince niños que vivían bajo el techo de la señora Hopper.

-¿Riley está enfermo de nuevo?-vacilé al ver bajar solamente a Emma, Wyatt y Sam.

Y nuevamente ocurrió, fue apenas por un instante, quizás demasiado acotado como para que alguien poco detallista lo notara; sin embargo, por suerte (o tal vez no tanto) me percaté de ello, los tres intercambiaron una mirada que me supo a miedo, antes de asentir mecánicamente al mismo tiempo, con los mismos movimientos enérgicos, como si los hubieran programado para ello.

-¿Creen que pueda subir a saludarlo?-pregunté mirando hacia la escalera.

Emma, la mayor, quien tenía ocho años recién cumplidos, se adelantó y soltó:

-La señorita Farrel se encarga de nosotros cuando nos enfermamos en los dormitorios del tercer piso-se miró las manos-. No le gusta que vayamos ahí, dice que... molestamos a los enfermos.

-¿Señorita Farrel?-llevaba una semana visitando la casa, y nunca había visto otro adulto que no fuera la señora Hoppes.

-Es la prima de la señora Hoppes.

-Entiendo.

Asentí con la cabeza para agregarle convicción a mis palabras. Y es que comenzaba a creer que haber trabajado tanto tiempo como Monkeying comenzaba a pasarme factura, ya que no podía parar de sospechar de las personas y de lo que me decían. No es que quisiera poner en duda la credibilidad de la señora Hoppes, después de todo, era una mujer que trataba dulcemente a los niños, y que no dejaba de ofrecer ayuda... pero, tenía la sensación de que algo malo debía existir detrás de tanta amabilidad, y me sentía terriblemente mal por ello.

-¿Y qué les gustaría hacer hoy?-miré el calendario que la señora Hoppes, había colgado para recordarles a los niños sus actividades diarias-. Hoy es día comodín, así que podemos salir a pasear un rato. ¿Les gustaría ir al parque?

Monkeying .vs. Robin (Damian Wayne y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora