7 a.m.

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China, 10:39 p.m.

Crucé la cerca y me volví momentáneamente, posé las manos sobre ella, y contemplé a consciencia el paisaje miserable que se extendía del otro lado, no era para nada cómo lo que me imaginaba de niña, no había un cielo claro y armonioso extendiéndose hasta perderse en el horizonte, tampoco una vegetación llena de flores de colores tan inusuales que ni siquiera sabría cómo nombrar, no había vida. No. Sólo un barrio a medio corroer por el mal clima y la pobreza, asentado sobre un terreno tan árido y triste que de no ser por los árboles solitarios y retorcidos como si quisieran tocarse las raíces, habría pensado que era un desierto.

-Ey, ¿Estás bien?-me preguntó Nightwing posando una de sus manos sobre mi hombro-. Todavía puedes esperar en la nave.

-Estoy bien-le respondí con suavidad-. Sólo... me esperaba otra cosa-me encogí de hombros.

Él me sostuvo la mirada un momento, por un instante, creí que iba a decirme algo más; pero en el último momento prefirió guardar silencio y asentir la cabeza para continuar con la misión.

-Así que esta era tu casa-sentenció Chico Bestia mirando la fachada maltratada-. No sé porque, pero me la imaginaba más... hogareña. Digo... no va contigo, para nada-se rascó la nuca con cierta incomodidad.

-Supongo que ya no-le sonreí con suavidad, para darle a entender que todo estaba bien.

Era curioso ver la casa de nuevo, y comparar la realidad con mis recuerdos de ella. De niña, la planta baja me había parecido enorme y tan luminosa, que hasta cierto punto, aguardaba con impaciencia la oportunidad de que un tutor (de lo que fuese) o mi padre me sacase de la jaula y me llevase allí; sin embargo, tras dos años de libertad, la estancia se sentía realmente pequeña y apagada, casi diría que lúgubre, con aquel color grisáceo en las paredes y el suelo de madera oscura... no habían demasiadas puertas, sólo cuatro... ¿A dónde se había ido el resto de mundo que me imaginaba existía en ese piso cuando era una niña? La idea me abrumó.

Ahora, seguramente se estarán preguntando qué hacíamos en esa casa, pues, la respuesta tendría que empezar en la torre T.

Dos días antes, Manhatthan, 6:31 a.m.

Abrí los ojos alarmada por la repentina vibración de los cristales de la ventana, me incorporé de la cama tallándome los ojos, y pude percibir que el suelo también temblaba, pensé en Terra, quizás estaría teniendo una pesadilla; sin embargo, acabé descartando la idea, la vibración se sentía distinta, aunque no estaba segura de cómo explicarlo. Caminé hacia la ventana, quería echar un vistazo afuera.

Y entonces ocurrió.

Robin se incorporó con un movimiento fluido y me jaló por la muñeca hacia un rincón de la habitación, y lo siguiente que supe, fue que algo gigantesco atravesó la pared a una velocidad a la que apenas si pude distinguir el color de su superficie: era gris... una lluvia de escombros y polvo se desató por la habitación mientras las paredes acababan de resquebrajarse, tuve que cubrirme la nariz y la boca con el antebrazo para evitar aspirar el caos que parecía no querer asentarse.

Oí un grito al otro lado del pasillo, y pronto, la torre dejó de temblar, aunque eso fue por un periodo muy breve, por el pasillo de destrucción que había abierto el primer objeto, pasaron volando a una velocidad tan impresionante que los oí silbar, cinco objetos más pequeños, a estos ni siquiera pude ponerles un color.

Contemplé anonada la enorme perforación en la estructura de la torre, debía de tener un diámetro de cuatro metros con facilidad... Súbitamente, la alarma de emergencia comenzó a sonar, se oía más débil que de costumbre, aunque no me sorprendió, después de todo, la brisa marítima entraba y arrastraba el sonido hasta perderlo en la inmensidad del exterior.

Monkeying .vs. Robin (Damian Wayne y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora