Capítulo 5.

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La aldea. 

Al llegar a la cima de la montaña, no puedo mentir al decir que no se veía bonito. La vista a todos lados era simplemente hermosa. Ahora sé, que a unos kilómetros más de la montaña, hay una aldea, pero no hay ningún castillo o algo así, por lo que deduzco que no es reino, solo una aldea alejada. 

—¿Vamos? Solo si quieres Gyn, ya fue mucho lo de ir dos veces al pueblo. 

—Calla, estoy de buen humor, a parte, ¿Hay que dar nuevas oportunidades, no? 

—¿Quién eres y que hiciste con mi hermana? 

Ladeo la cabeza y río, —Solo estoy de buen humor. 

Justo ahora, nos encontramos en un risco, solo es un pequeño claro de piedra, la cima de la montaña. La adrenalina siendo vampiro se duplica, puedes hacer cosas extremas y no te pasa nada, a menos que un trozo de madera te atraviese el corazón, pero de ahí en más, no pasa nada. 

Lo mínimo es que te rompas el cuello, pero es como un sueño largo, eso sí, el dolor siempre está presente. 

—Salto. 

Agarro la mano de mi hermano y sin ver hacia abajo, nos lanzamos. El aire corriendo por mi cara y volando mi cabello. Caemos en el suelo, y seguimos caminando como si nada. La aldea queda a unos 2 kilómetros aproximadamente de la montaña. 

Llegamos y las calles están solas, no hay rastro de nadie. Entro a la cantina y me congelo. 

—¿Qué paso?— mi hermano pregunta pero al ver la escena, se queda igual que yo. 

Todos muertos. Y así con los demás, las tiendas llenas de cadáveres, sin rastro de vida. 

Una cosa sí, todos tienen la marca de una mordida de vampiro. Es el otro, es el otro vampiro. 

—¿Una aldea entera? eso es... pasar de un límite. 

Salgan de aquí, salgan de aquí. 

—Kei, mi conciencia me dice que salgamos de aquí, esto es raro, feo y no quiero seguir aquí. 

—Vámonos. 

Ya a las afueras de la aldea, Keiler regresa un poco pero solo a prenderle fuego a las casas, así dejando que se consuman en llamas y se deshagan. 

Me paro justo en la entrada de la aldea,  junto a mi hermano a observar como arde la aldea. 

—Tipo funeral vikingo hermano, buena imaginación. 

—Sí, por lo menos que vallan y no se queden aquí. 

Keiler y yo nos quedamos en la entrada hasta que la aldea es básicamente ceniza. Mi hermano pasa un brazo por mis hombros y yo recargo mi cabeza en su hombro. —Vamos. 

Volvemos a casa, me cambio y me tiro a mi cama a dormir.

[...]

Me paseo por el puesto de artesanías. Son muñecas, bolsas, llaveros y cosas así, bordados. Sonrío a la anciana, dueña del puesto y le señalo un llavero y ella sonríe. Le doy el dinero correspondiente y me paseo a los siguientes puestos. 

Volví al pueblo, más bien, volvimos al pueblo, pero mi hermano se quedó platicando con la mesera de la vez pasada. 

—Eso que hiciste fue bueno— dice apareciendo de la nada. —Darle dinero extra por su medicamento.

Ahh sí, a la anciana de donde compré el llavero, leí un pensamiento, que me "Ablandó" el corazón. 

"Solo un poco más y terminaré de pagar el medicamento" Y gracias a ese pensamiento, terminé dándole el triple de lo que costaba el llavero. 

V de Vampiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora