Capítulo 15.

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Niño.

Cuidar de un niño de cuatro años es una carga pesada. No sé como las personas pueden soportar a aquellas crías que repiten todo lo que dices. 

—Danhy, por última vez, pequeño duende. ¡No agarres ese florero! era de mi madre. 

El niño asiente repetidas veces y hace un puchero. —Perdón. 

—No te preocupes, ven, vamos al bosque con Ivy.

Y... al niño se le iluminan los ojos. —¡Yei! ¡Ivy!

Niego dos veces y una sonrisa se forma en mi cara. Mi hermano me ve con el ceño fruncido y mi expresión cambia. 

—Serías buena madre. 

—¡Qué! ¡NO! no seré madre. Y si tu tienes hijos, se adaptan a mis reglas, porque mis reglas no se adaptarán a tus crías. 

Mi hermano no aguanta la risa y empieza a carcajearse. Le aviento un trapo mojado, que esquiva con facilidad. Rodeo los ojos pero es broma, así me llevo con mi raro hermano.

—¿Cómo los vampiros tienen hijos?—pregunta en un susurro. —¿Qué no su organismo esta muerto o algo así no? 

—Según el libro de mitología si, pero mamá nos tuvo a ti y a mi. Así que supongo que sí se puede. Mientras sea humano y vampiro, no vampiro y vampiro. 

—Cierto. Entonces si nos tenemos que preocupar por si en caso de que eso ocurriera, ¿Podríamos tener un hijo?

Me giro hacia el, arrugando los ojos. —¿Por qué siento que en verdad te preocupa? 

—Solo es una pregunta Gyn, tranquila. 

—Gyn, Gyn— el niño jala mi vestido, llamando mi atención. —¡Vamos con Ivy!

Río negando.

 Oh no, enserio. ¿Qué pasa con tu actitud de mierda, Gyn? un niño no puede quitártela.

Mi conciencia es un asco a veces. ¡No pasa nada conciencia, estoy bien. Un niño no la quitará. Ni siquiera lo conozco. 

Ajá.

Danhy y yo decidimos ir al pueblo con Ivy, aprovecho para ver si alguien lo reconoce. 

Una vez en el pueblo, dejamos a Ivy en donde están los demás caballos y vamos hacia la plaza, por un helado.

—Mira, ahora tienes un niño. 

Asesino con la mirada a Kilian, quien volvió a aparecerse de la nada. —Si vuelves a hacer eso, te asesino y no me importará que seas el rey. 

El levanta las manos en son de paz y asiente. Danhy lo inspecciona y me ve, indicándome de que sí confía en el. 

Agarro el niño entre brazos, y caminamos. Mientras Danhy se come el helado, Kilian y yo platicamos. Camino por el mercado, pero nadie parece reconocer al niño y eso me intriga. ¡No quiero quedármelo! sus padres estarán preocupados por el. 

Más tarde, el niño se duerme en mis brazos y wow, yo no se que hacer en este caso, por lo que solo lo cargo como antes, y el nene enrolla sus brazos en mi cuello, creo que así es. 

—Bueno Kilian, un gusto volver a verte pero me tengo que ir. 

—Como digas Gyneth. Te veré luego. 

[...]

—Danhy, necesito que te pongas esto.

El vuelve a negar y me rindo. Mi hermano ríe, mientras está recostado en el marco de la puerta. 

Después de bañar al niño, este se niega a ponerse el pantalón, por lo que está solo con los calzoncillos, corriendo por mi habitación, sin querer ponerse la demás ropa. Miro a mi hermano suplicándole que me ayude, y gracias a dios lo hace. 

Es cansado suplicarle e intentar que acceda. 

—A ver pequeño duende, vamos a ponerte la ropa— lo agarra como si fuera un cohete y el niño ríe. Pero accede. ¡Al fin!

Le agradezco a mi hermano por la ayuda con Danhy, después de terminar de vestir al niño, vamos a la cocina, por comida. 

«Necesitas sangre humana, acéptalo»

Joder sí.

—Okay, pequeño duende, Kei te va a preparar algo de comer, tengo que salir por unas cosas. 

—Okay— el niño sube y baja los hombros, formando un puchero. 

Dejo a Danhy con Keiler, y salgo en busca de alguna presa. Desgraciadamente, no hay nadie por una zona del bosque, así que que otra de ir al pueblo. Llego ahí, revisando las calles en busca de alguien, ¡¡Pero no hay nadie!!  

Lo que pasa, es que el hambre que siento, no se cura con un pan, o comida normal, es necesaria la sangre humana, o por lo menos de un animal o algo. 

Joder. ¡No hay nadie! ¡Por qué no hay nadie! Necesito que alguien aparezca. 

Pues lo único que me queda, una ardilla o algún animal, lástima. 

Me dirijo al bosque, siguiendo a una ardilla, hasta que en un torpe movimiento, la ardilla cae del árbol, aprovecho para romper su cuello y clavar mis dientes. 

—Joder Gyn, me asustaste. 

Me doy la vuelta, encontrando al príncipe con su caballo. —Si vuelves a aparecer así, Kilian. Te asesino. 

El baja del caballo y se acerca a mi. Observa la ardilla muerta en mis manos y ríe. —Calma, lo menos que quiero es que me mates. Por cierto, provecho, Gyn. 

—Gracias. 

Y bueno, mientras bebo la sangre de aquella ardilla, Kilian me platica algo sobre un acuerdo para que el reino tome el nombre de Gales, según esto. Y se convertiría en un país, formando parte del Reino Unido.

Termino de alimentarme, me despido del lindo amigo que tengo y vuelvo a casa. 

—Kei, Danhy ya vine. 

El niño llega corriendo y abraza mis piernas. —¡¡¡Gyn!!! Keiler me enseñó a preparar un emparedado. 

Keiler asiente riendo, ya me imagino el tiradero y desastre que habrá. 

—¿Enserio? ¡Genial! 

El resto del día, prácticamente me la paso en la cocina viendo a un niño de cuatro años preparar emparedados. Reía y sonreía. Keiler me decía que parecía mamá y yo le decía que no invocara eso. Aun soy muy joven para tener hijos, además... no he encontrado a esa persona. Claro, tampoco salgo mucho que digamos, pero por ahora, sin hijos es mejor. 

Me imagino a mi, con hijos, capaz y Kirk se entera y bueno, les hace daño a mis hijos. Joder no. 

La noche llega, y parece ser que preparar 8 emparedados deja muy cansado a Danhy, por lo que termino dormido de inmediato. 

Dejo a Danhy en mi cama, y voy a la habitación de mi hermano, —Kei, ¿Aún no sabes algo de los papás del niño? hay que ir al Pueblo. 

—Sí... ni siquiera su apellido, ya notifiqué al orfanato, pero nada.

—Bueno, hay que dejarlo así, faltan unos días para navidad. 

Mi hermano asiente, deja las cartas en el escritorio y prácticamente me corre de su habitación. Vuelvo a la mía, donde el niño se apropió de la cama, lo muevo con cuidado y me acuesto a dormir. 

Danhy duró mientras duró.

V de Vampiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora