V de Vampiro.

Capítulo 39.

¿No?

Mi hermano ha estado para mi siempre que lo he necesitado. 

Yo he estado ahí cada que me necesita. 

Hace tres años, podría haber dicho que mi equipo solo era Keiler.

Pero ahora no puedo decir eso. Están los demás. Está Kilian, Kol, Claire y Danhy. Ellos son mi familia. Y han estado ahí siempre que los he necesitado y viceversa. 

Todas las luchas que hemos tenido contra Kirk, han sido en equipo. O por lo menos, había alguien. Nunca estabas solo. 

A excepción de la estupidez que mi hermano hizo tiempo atrás. 

Y justo ahora, mi trío favorito y yo nos encontramos cara a cara con Kirk y Dorian. 

—¿No te cansas?— pregunto. —¿Venganza familiar? ¿Porqué? Mi padre ya esta muerto. No tienes porque hacernos la vida imposible a nosotros. 

—¿No te queda claro? Tu padre, asesinó a mis padres, a mi pareja y a tu madre.— hace una pausa. —¿No te jode eso? El que haya matado a tu madre. 

—Cállate. No tienes ningún derecho a hablar de mi madre.

Camino hacia el. —Y me importa un carajo el que me parezca a tu amorcito.

Cuando estoy cara a cara con el, escuchando las alertas de los tres chicos, que entran por una oreja y salen por la otra, lo agarro del cuello. Esta en un estado de debilidad. Me odio por usar esa frase, fue muy bajo. 

Pero entiendan, quiere matarme a mi o a mi hermano. No a los dos, solo a uno, condenando al otro.

—Piensa en tus actos en el sueño. — lo dejo caer, el cuello roto n o durará por mucho, pero es mejor que huir de nuevo. 

Dorian esta en el suelo, inmovilizado, gracias a Kol. Hago el mismo procedimiento y cuando nos aseguramos de que estén bien amarrados a los troncos, nos vamos. 

La luna reina los cielos mientras caminamos de vuelta al palacio. 

—Como odio que seas tan terca e impulsiva.— habla Keiler a mi lado, Kol y Kilian lo apoyan. —No quiero que te pase nada Gyn. 

—Y yo no quiero que te pase nada a ti. 

Creo que los otros dos captan a donde va la conversación. —Los vemos en el palacio. 

Me giro hacia mi hermano, lo observo fijamente. 

Me abraza de inmediato. Nuestro don de gemelos. 

Esta es una de esas veces donde abrazas con todas tus fuerzas, porque temes a que aquella persona se valla. Es de esos abrazos donde sueltas lágrimas, sollozos y sentimientos. 

—Gyn, tranquila. Te prometo que no me va a pasar nada malo— nos separamos y en su cara esta aquella sonrisa tranquilizadora. —Mientras tu estés, yo estaré.

—Keiler, te amo. 

Me vuelve a abrazar. —Yo más, hermanita.

Caminamos de vuelta al palacio. —¿Recuerdas esa vez cuando casi te caes de las escaleras cuando te quitamos a chupi?— pregunta mi hermano y nos reímos ante el recuerdo.

Chupi era mi muñequito. Éramos inseparables. El pobre muñeco estaba más sucio que mi alma, pero aún así me rehusaba a separarme de el. Tenía 4 años. 

—O cuando matamos aquella mariquita que era nuestra mascota por accidente.

Volvemos a reír.