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Estoy segura que todos hemos querido apagar nuestra mente en algún momento pero obteniendo como consecuencia que nuestros pensamientos sigan surgiendo; así como en las noches cuando solo intentas dormir pero algo tan insignificante se cruza por tu cabeza creando más ideas y dando demasiadas vueltas, en mi caso, eso pasaba a cualquier hora del día, mi cerebro era maravilloso para sobrepensar tanto.

Pero en esté momento, sentada en los fríos escalones de la entrada principal de la biblioteca pública, me pasaba todo lo contrario, mi cerebro me dio una mala jugada y estaba en blanco.

Mire con atención al chico sentado dos escalones debajo de mí, lucía tan serio, su mirada estaba clavada en sus manos entrelazadas frente a él, en su brazo derecho descansaba una pulsera morada, la que yo le obsequié. Sabía que estaba esperando a oírme hablar, decirle las simples palabras que él deseaba escuchar, las que nos habían traído aquí, a la biblioteca pública en una tarde de domingo, en las vacaciones de invierno, pero mis labios estaban sellados, no tenían intención de moverse y el debate en mi mente no paraba.

—No puedo seguir así, Nahiara —esos ojos oscuros finalmente me miraron, automáticamente aparte los míos, no soportaba ver la decepción en sus ojos —. He intentado demostrarte que me importas aún sabiendo que me sentía estupido por hablar de sentimientos, pero a ti te cuesta tanto hablar de los tuyos, hasta parece que no te importa, no lo intentas, comienzo a dudar de si en realidad los tienes.

Trague saliva, comencé a jugar con la liga de mi brazo izquierdo, un día anterior una pulsera lila le hacía compañía haciéndole juego a la pulsera morada de él, pero hoy ya no estaba.

Aun sentía su mirada sobre mí, esperando a que hablara de una vez por todas, y yo de verdad quería hacerlo, quería decirle lo mucho que me importa, que lo adoro y como amo sentir la presencia de su calor cada día... pero no podía, algo en mí no me lo permitía, esa tonta alarma que se la pasaba constantemente prendida, advirtiéndome. De verdad deseaba poder expresarle mis sentimientos, pero mi orgullo se reía en mi cara.

—Tengo que irme —levante rápido la mirada, él ya se encontraba de pie, analizando mi expresión. Soltó aire y negó con la cabeza —. Sabes que siempre que lo necesites estaré aquí para ti, Ara, pero ahora necesito pensar en mí —comenzó a bajar los escalones con las manos en los bolsillos de su pantalón —. Adiós, Nahiara.

Unas lágrimas amenazaron con salir cuando lo vi alejarse, pero no se los permití, tendrían que esperar a que llegara a casa en la oscuridad de mi habitación.

Ese chico de ojos oscuros y cabello azabache me lleno de paz durante los días que estuvo a mi lado, le estaba agradecida, él era una veladora en medio de un cuarto oscuro. Pero sabía que él merecía algo mejor, sabía que merecía a alguien que no le temiera a los sentimientos, que no temiera el dolor, que no le temiera al "y qué tal si", así que me prometí no volver a buscarlo.

Adiós, Declan, siempre te guardaré en mi corazón.

BREATHE ME (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora