BREATHE ME (BORRADOR)

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No me gustaba bañarme sin música porque entonces era presa de mis pensamientos.

No me gustaba bañarme con agua caliente porque perdía la respiración pero el ardor en sobre mi piel era un castigo confortante.

Pero lo que menos me gustaba al bañarme era la desnudez, estar tan expuesta, sintiendo ojos encima aún cuando estoy solo yo estaba dentro de esas cuatro paredes, así que cada abría la pequeña puerta corrediza de la regadera me apresuraba a crear una fortaleza con la toalla alrededor de mi cuerpo.

Ese día, tarde más de lo habitual en salir de la ducha, no hubo música esa vez. En cuanto puse un pie fuera del baño la voz de mi padre se hizo oír desde la planta baja.

—¡Nahia, baja ya!

Su tono indicaba que tendría una mañana interesante, por no llamarla de la mierda, me vestí a prisa y baje enseguida antes de que terminara de volver a gritar lo mismo. Me sentía tan cansada y modorra que tropecé más de una vez en los escalones y choque con la pared antes de entrar al comedor.

—Feliz cumpleaños, Nahia —me recibió mi madre con un abrazo en cuanto entre —. ¡Diecinueve! Estás a nada de ser toda una adulta.

—Ya lo es, Lilith. —replicó el mayor Loveall —. Siéntate con nosotros, Nahiara.

En el centro de la mesa ya se encontraba la cajita de Van abierta con las envolturas de los muffins vacíos, Farid metió a su boca el último bocado del pastelito al notar mi mirada sobre él.

—Ya se te hizo costumbre eso de comerte lo que no es tuyo, ¿no? —reclame con una sonrisa lánguida.

—Perdón, Nahia —habló mi madre enseguida antes de que Farid tuviera oportunidad de responder —. Tu papá vio los pastelitos sobre la isla y pensó que podíamos tomarlos.

—No creí que fueran a reclamarme por comer algo que se encontraba dentro de mi propia casa.

—Deja te entrego tu regalo —intervino de nuevo mamá y salió del comedor.

—No deberías de ser tan enojona, Nahia, o te saldrán canas —Farid sonrió como un angelito y la rabia hirvió en mi interior.

—Nahia, siéntate —insistió nuestro padre con una sonrisa tensa.

Todos conocíamos sus sonrisas falsas, era malo fingiendo. Mamá volvió a entrar con una caja envuelta en sus manos, me la entrego feliz y espero a mi lado expectante, la caja pesaba y la dejé sobre la mesa, rasgue el papel con cuidado y abrí la abrí.

—¿Eran los que querías?

Ella sabía que así era, dos semanas antes de mi cumpleaños había pedido que le compartiera mi Wish list de Amazon, acaricié con las yemas de mis dedos las portadas de los libros que asomaban y sonreí fingiendo sorpresa pero realmente satisfecha.

—Si, muchísimas gracias, de verdad —ella me abrazó y yo le di unas palmaditas en la espalda un tanto incómoda —. Ahora solo necesitaré conseguir un nuevo librero.

—Oh, tu papá te regalará uno en navidad —mi padre la traspaso con la mirada pero ella no se dio por aludida —. ¿Qué quieres desayunar? Aunque ya es casi almuerzo en realidad.

—No, estoy bien, gracias.

—Por la tarde vendrán tus abuelos y tíos, no lo olvides —me señaló con su índice a unos centímetros de mi nariz y rodeó la mesa para sentarse a uno lado de su esposo.

—¿Ahora ya pueden escucharme? —preguntó hastiado. Me senté de mala gana a un lado de Farid y este tomó una posición relajada sobre la silla —. Hace unos días me encontré con el padre de tu amiga Olivia —hasta la respiración del estupido de mi hermano paro en ese momento —, tuvimos una muy interesante conversación, me dijo lo orgulloso que estaba porque su hija estuviera dentro de la universidad y lo feliz que ella estaba por la carrera en la que se especializaría. Claro, ya se imaginarán mi rostro al no saber que contestarle ya que nunca me has contado sobre lo que aspirabas e intente indagar un poco por mi mérito, sin éxito, porque no hay ningún cargo en mi cuenta sobre la colegiatura, ¿olvidaste vincular mi tarjeta? Aún puedo arreglar eso.