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Albóndigas.

El aroma se impregnaba en mí y no podía desear algo más que salir de ahí y vomitar.

Habíamos ayudado a los hermanos a preparar la comida, aunque admitía que yo intente aportar lo menos posible, eso de moldear carne molida con mis manos no entraba en una de mis tareas favoritas. Y ahora, estábamos sentada en el comedor mientras los otros tres ponían la mesa. Mi pie no dejaba de rebotar sobre el suelo y ya me había cansado de fingir que miraba el teléfono cuando en realidad solo desplazaba mi dedo por la pantalla sin hacer nada.

—¿Estas segura que no quieres, Ara? —Me preguntó Vanilik por enésima vez.

—Deja de hostigarla, Vannie, probablemente ya comió —Contestó Terence con la boca llena.

—Pues no la he visto comer nada en toda la tarde —Acotó Margo mientras exprimía un limón sobre su comida —Pero si sobrevive las siete horas de clases sin alimento, sobrevive a esta tarde, así es Ara.

Los hermanos me echaron una mirada rápida y sentí la sangre subir hasta mi rostro, después se miraron entre ellos y siguieron comiendo, o al menos Vanilik, porque el pelinegro mantuvo unos segundos más su mirada sobre mí. Me removí incómoda sobre la silla y volví a mi vieja técnica del celular una vez más mientras intentaba respirar de entre los labios con disimulo, mi estomago rugió por lo bajo y mi boca tuvo un sabor a hiel.

¿Desde cuando las albóndigas eran tan olorosas?

Terence repentinamente se puso de pie, llamando la atención de las demás, Vanilik lo cuestiono con la mirada al verlo levantar su plató a medio comer de la mesa.

—Recordé que tengo que arreglar algo del auto y lo haré antes de olvidarlo —Se excusó.

—Yo te lo recordaré, Terie, termina tu comida.

—No importa, lo guardaré en el microondas —Se dirigió a la cocina hacia el objeto —Igual ya perdí el apetito.

—Eres un terco.

—Si tú lo dices —Regreso al comedor y al llegar a la puerta que supuse llevaría a su patio trasero, se giró en redondo y me miró —Necesito ayuda para alumbrar mientras trabajo.

—Espera a que termine y te ayudaré —Contesto su hermana antes de seguir comiendo.

—No te apures, Vannie —Volvió a mirarme enarcando una de sus cejas —¿Qué dices tú?, no estás haciendo nada.

—Terence... —Van lo miró exasperada —¿Tan solo podrías esperar?

—No, ¿vienes o no, chica constelaciones?

Percibí a la castaña sonrojarse con la mención del apodo, mientras Margo parecía confundida con la situación y se mantenía como espectadora mientras seguía comiendo y yo no podía sentirme más aliviada por salir de ese lugar.

—Está bien —Me puse de pie y seguí a Terence, alias el guardaespaldas malhumorado, hasta su patio para rodearlo y dirigirnos al frente —¿No era más sencillo atravesar la casa que rodearla?

—¿Por qué?, ¿ya te cansaste de caminar? —Contestó sin mirarme mientras caminaba.

—Solo preguntaba.

Llegamos hasta el pórtico en donde se encontraba el coche y esperé a que abriera el cofre, me pidió que encendiera la lámpara de mi móvil y me indicó en qué área apuntar mientras él revisaba no sé qué cosa.

—¿No te gustan las albóndigas? —Preguntó después de un rato de silencio y me miró de reojo al no obtener respuesta —¿O eres de esas picky que no comen algo al menos que lo hagan ellas mismas?

BREATHE ME (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora