Madrid, España.
Dimitri es bastante interesante, a decir verdad, desde aquel día comenzamos a hablar diario, claro yo tuve que llamarle y tomar la iniciativa, todo después de que Esteph insistiera.
- No pierdes nada Eva. - me regaña Esteph desde la cocina mientras come su helado, camina hacia mí y se sienta a mi lado en el sofá. - Es muy listo, me agrada. - sonríe viendo a donde yo, su anillo y el número en la hoja sobre la mesita.
- No lo sé, esa noche tuve valor, ya pasaron 3 días, tal vez ni siquiera me recuerda. - digo y ella toma el papel y mi celular. - No, ¿Qué haces?
- Voy a dar el primer paso por ti... - teclea en mi celular. - Listo, lo agregue a tus contactos. - me extiende mi celular y lo tomo viendo su contacto.
El ruso de Italia
- Se llama Dimitri Pavlovsky. - rio y ella alza los hombros, toma el control remoto de la televisión y la enciende.
- Ahora solo envíale un mensaje. - mueve su cuchara con helado frente a mí.
- ¿Y qué le diré? - muerdo mi uña del dedo pulgar.
- No lo sé, tal vez un "Hola". - me mira obvia y ruedo los ojos. - Si no te contesta no será humillante en público. - me sonríe. - bueno, solo lo sería conmigo, pero tú sabes que en esta amistad no nos juzgamos, además no es como que vayamos seguido a Italia o a Rusia y lo vayas a tener que ver.
Tiene razón. Cambia los canales de la televisión, miro la pantalla y presionas en "Enviar mensaje", comienzo a escribir y finalmente lo envío.
- Ay dios. - lanzo el celular como si ardiera en mis manos y ella chilla tomándolo.
- Hola, ¿me recuerdas? - lo lee con emoción, su rostro cambia y se levanta del sofá. - Ay dios mío, está escribiendo. - me levanto y ambas miramos ansiosas la pantalla.
Cómo olvidarte, Elena.
- Es un idiota. - susurra Esteph, una chispita de decepción cruza mi pecho. - No era tan guapo. - apaga el celular y lo lanza al sofá, me toma por los hombros y besa mi sien.
- Estoy bien... - digo tratando de esconder mi decepción, pero sé que ella me conoce mejor que nadie.
- Sé que estás decepcionada, está bien, un hombre más confirmándo que son imbéciles. - ambas nos sentamos ella me ofrece su helado. El celular suena, lo ignoro comiendo helado, suena una vez haciéndome verlo.
El ruso de Italia:
¿Crees que soy un idiota, Eva?
Por supuesto que me acuerdo de ti, милый.
Sonrío y le muestro a Esteph el mensaje, ella sonríe y rueda los ojos.
- ¿Qué significa eso? - hace una mueca, alzo los hombros. toma su celular y apunta el traductor con fotografía. - Linda. - ríe.
Tiene negocios en Madrid y me invitó a cenar, decidí que Esteph me acompañara, y evidentemente ella accedió, sé que es prudente y cuando sea necesario se va a alejar, si no es que apenas llegando se vaya a bailar y a la barra. Me encuentro con Dimitri quien también viene acompañado de un hombre de su edad, ambos son igual de altos y atractivos.
- Él es Giorgio Caruso. - le sonrío y este a mí, veo como mira a Esteph y esta lo mira como si acabara de ver a un fantasma.
- Un gusto, Giorgio Caruso. - besa el dorso de mi mano. Cuanta elegancia. Hace lo mismo con Esteph, puedo sentir como mi amiga está incómoda.
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PHOENIX
Teen FictionTodos saben lo qué pasa con el fénix. El fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo la misma ave fénix siempre única y eterna. Eso paso con Eva Carmont, la chica dulce que Dimitri Pavlovsky solía conocer tuvo que mor...