Después de desahogarme un poco les pedí que me dejaran sola, fui a dormir y descansar, me sentía libre pues había soltado todo. La navidad es el fin de semana, quedamos en festejar en casa e invitamos a Leo y Diego, después iremos a casa de la familia de Leo a festejar.
- Buenos días. - saluda Esteph entrando a la cocina. - Eva... me preguntaba si Gio. - se pone nerviosa. - Olvídalo. - susurra.
- No puedo negarme, lo sabes. - siempre he sido una persona religiosa, eso gracias a mi querida abuela, con ella soy muy cercana, aunque actualmente casi no hablamos pues habíamos quedado en no hablar hasta que regresara, es su forma de asegurarse de que regresaré a México, siempre me enseña mucho, desde niña me ha dicho que a quien viene a pedir posada nunca se le niega la entrada, tal vez no me agrade del todo, pero es un invitado de Esteph y no puedo decirle que no.
- No quiero que te molestes o que estés incómoda. - dice y niego.
- Estaré bien. - sonrío tranquilizándola. - Hay que pensar en que comida haremos, podemos hacer comida mexicana o pavo.
- El pavo es fácil, pero deseo con ansias comida mexicana. - cierra los ojos. - Podemos hacer tamales.
- Bien, los tamales están bien. - asiento, se hacerlos por mi abuela, quien me ha enseñado todo lo que se en la cocina.
Navidad se llegó, Esteph y yo hicimos las compras de navidad entre un millón de gente en los súper y centros comerciales, tal vez esto sea lo único que odio de la navidad, gente por doquier, comida y regalos para todos, a mi amiga le compre un libro que desde hace tiempo quería, mientras a mis amigos les compre un perfume pues no encontraba qué regalarles, mientras a Giorgio decidí comprarle un pequeño rosario, pues aquí todos sabemos que lo necesita. Ambas hacemos la comida para la cena, estamos agotadas.
- Tenemos que arreglarnos. - digo quitándome el delantal y Esteph me imita, cada una de nosotras nos vamos a nuestra habitación para luego salir arregladas, yo llevo una falda pegada cuadrada y un suéter de lana. Comenzamos a arreglar la mesa para la cena, en ese instante tocan la puerta Esteph corre a abrir con emoción, pero su sonrisa se borra. - ¿Qué pasa? - pregunto y ella suspira, sale cerrando la puerta detrás de ella, con curiosidad camino hacia la puerta y la abro dejando ver a Esteph enojada discutiendo con Giorgio que sujeta dos regalos, y Dimitri, los tres me miran.
- Yo lo arreglo. - me quiere hacer entrar, pero la detengo. - Ahora los dos se van. - mira a Giorgio mal cruzándose de brazos. Miro a Dimitri ¿qué hace aquí de todos modos? seguramente sabe que no puedo correrlo de casa, no puedo decirle que no, estaría contra mis principios.
- Pasen. - susurro haciéndolos pasar, Esteph me mira sin entender. Tomo los regalos que llevan en las manos y los pongo debajo del pequeño árbol que compramos.
- ¿Qué pasa? - susurra sin entender.
- A nadie se le niega la posada. - digo y ella asiente comprendiendo todo. Tocan de nuevo la puerta y la abro, Diego y Leo entran sin más. - Pueden dejar los regalos ahí. - señalo el árbol y se dirigen a dejarlos.
- No sabía que tendrían invitados. - dice Leo sentándose en el sofá donde ellos están. - Traje juegos de mesa. - avisa.
- ¿Vino? - ofrece Esteph entrando con copas y la botella que compramos. Nos sirve a todos, pues en estas fiestas si me permito tomar un poco. Giorgio y Dimitri lucen serios, incómodos tal vez, este último se levanta caminando hacia mí.
- ¿Podemos hablar? - murmura.
- No, no ahora. - niego sonriendo yéndome a sentar con los chicos. - Mm hice pastel de chocolate. - digo.
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PHOENIX
Teen FictionTodos saben lo qué pasa con el fénix. El fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo la misma ave fénix siempre única y eterna. Eso paso con Eva Carmont, la chica dulce que Dimitri Pavlovsky solía conocer tuvo que mor...