Miro por último mi departamento, unos hombres toman las cajas que empaque ayer por la madrugada, bajo las escaleras y entrego las llaves al casero, salgo del pequeño edificio encontrándome con Dimitri dentro de su camioneta en la acera de enfrente, troto y entro rápidamente al coche resguardándome del frío.
- Hola. - sonrío mientras me quito la chaqueta, beso su mejilla y él me imita sonriendo.
- ¿Estas lista? - asiento suspirando. Dejar este departamento me hace sentir un poco triste, viví momentos tristes y felices con Esteph, además esas paredes me escucharon llorar y lamentarme cuando no quería que nadie lo hiciera, y sin saber, me hicieron sentir mejor. - Bien.
El vuelo duró demasiado, la mayor parte Dimitri y yo nos la pasamos dormidos en la suite de su jet, solo comimos cuando debimos y tomamos algunos cócteles. Rusia es totalmente blanco desde los cielos, hago una mueca que hace reír a Dimitri, es difícil, de por sí ya era difícil invierno en Madrid, en México es bastante caluroso y más en el noreste que es de donde provengo.
- Dios. - susurro cuando el frío golpea mi cuerpo que, aun estando tapado por capas y capas de ropa, puedo sentirlo hasta los huesos. - Dimitri, eres mi única razón de estar aquí, recuerda eso siempre.
- Yo también te quiero, ángel. - ríe. Entramos al coche que en unos minutos nos lleva a la gran mansión de Dimitri, parece bastante oscuro aquí, y eso me da más frío. Verdaderamente la casa es muy grande y eso la hace demasiado fría, hago una mueca de disgusto al ver los muebles de la casa de un soltero.
- ¿Puedo hacer cambios? - Dimitri alza los hombros como si no le importara. - Necesita mucho. - sigo a Dimi quien nos dirige al cuarto principal, el cual está arreglado, las sabanas perfectamente acomodadas sobre la cama y el olor a él por el cuarto.
- Puedes usar este closet, yo me moveré al pequeño closet. - rio de él, es la primera vez que pasa esto, un novio que me ama, los dos juntos viviendo, algo realmente estable. - Llamaré a la diseñadora de interiores, ella puede ayudarte.
- No es necesario, puedo hacerlo yo misma, además tendré muchísimo tiempo hasta que encuentre un nuevo trabajo. - me mira desconcertado. - ¿Pasa algo?
- ¿Trabajo? - asiento obvia. - Bien... iré afuera. - asiento viendo la vista a los campos blancos por la nieve, nada es verde afuera. Recibo una llamada que me desconcentra, contesto y río al conocer la voz adormilada de Esteph.
- Hola, hola. - saluda. - ¿Qué tal Rusia?
- Frío, demasiado frío.
- Me lo imagine, investigue un poco y quiero que sepas que hay estadísticas que dicen que cuando el clima es frío a gente suele deprimirse mucho. - bosteza. - estaba tomando una siesta.
- Trataré de no deprimirme, lo juro.
- Bien, quiero que te cuides mucho, Giorgio prometió que iríamos a visitarte en unos días más, aunque está muy insistente en que visitemos el viñedo antes de irnos.
Sonrío al recordar la pedida de mano por la que Giorgio me preguntó, sé que ambos están listos, solo están un poco asustados de lo que pueda pasar.
- Entonces nos vemos, bye. - nos despedimos. Me asomo por la gigante ventana frente a mí, la nieve cubre por completo el suelo, todo es blanco y unos cuantos pinos de alrededor aún conservan el verde en sus hojas.
- Quiero hablar contigo. - la voz de Dimitri me hace sobresaltar. - Sé que quieres trabajar...
- Sé que no lo necesito estando contigo Dimi, solo quiero distraerme, no quiero pasarme el día encerrada, solo viendo como cae la nieve. - alzo los hombros. - Quiero salir hoy en lo que arreglan mi closet. - digo y él asiente, sonríe, pero sé que está frustrado.

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PHOENIX
Novela JuvenilTodos saben lo qué pasa con el fénix. El fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo la misma ave fénix siempre única y eterna. Eso paso con Eva Carmont, la chica dulce que Dimitri Pavlovsky solía conocer tuvo que mor...