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Giorgio.

5 años.

Como mi Cannoli manchando mis manos, miro a mi madre quien a lo lejos discute con mi padre, se que lo es porque el abuelo me lo dijo y mi madre guarda fotos de ellos juntos. Mi madre alza la voz, pero no entiendo lo que dicen, voltea a verme y hace una seña a Juliana, la mujer que cuando mamá no está me cuida.

- Vamos adentro, Gio. - me hace bajar de la silla del jardín, sigo mirando, mi padre la empuja furioso.

- Mama. - ella saca una pistola y lo apunta, los guardias que cuidan a mi madre se acercan y lo sacan a la fuerza. - Voy con mamá. - me suelto de Juliana y corro a mi madre quien se guarda el arma.

- Caro. - me sonríe poniéndose a mi altura, vuelvo a ver a mi padre y este rie.

- QUEDATE CON EL BASTARDO DE TU HIJO. - grita, un hombre lo golpea y al final cierran el gran portón de la entrada.

- No lo escuches, amor. - ella besa mi mejilla manchandose también del relleno del Cannoli. - ¿Cannoli? - prueba limpiando sus labios. - Está delicioso, felicitaciones al chef.

- Tu lo hiciste mama. - rio al ver que lo olvido y ella sonríe.

- Claro, por eso está tan bueno. - sonríe. - Venga, vamos dentro a limpiarte. - se levanta y me toma de la mano llevándome dentro, veo que el abuelo a despertado de su siesta y corro a asustarlo.

- ¡Abuelo! - grito detrás de él y este salta sorprendido.

- Giorgio, por poco me matas de un susto. - rio al verlo, miro a mamá y ella alza las cejas riendo también. - ¿Dónde estabas?

- Afuera, papá vino a casa. - su rostro cambia y voltea a ver a mi madre quien no tiene buena cara tampoco.

- Bianca... - mi madre suspira. - ¿Qué hacía ese imbécil aquí?

- Nada importante. - ella alza los hombros sentándose en el sillón frente al abuelo. - Ya lo resolví.

- Eso espero, porque si vuelvo a saber que viene aquí yo...

Bastardo.

- ¿Soy un bastardo? - pregunto, miro al abuelo y este me mira sorprendido. - Papá dijo que era un bastardo.

- Gio... - mamá cierra los ojos y niega. El abuelo me baja de su regazo y se levanta rojo, está así cuando se pone enojado, así que debe estar molesto.

- ¿Qué significa eso, mama? - pregunto y ella me mira con los ojos cristalizados. - No llores, mama.

Mi madre lloraba cada tanto, una vez me dijo que era porque extrañaba a su madre, la cual no conocí, pero un día estaba tomando café con sus amigas y la escuche decir que extrañaba al tonto de mi padre.

- Yo lo amo pero... se que se siente amenazado por mi, humillado, y si algo me ha enseñado papá es a que si alguien no quiere verme triunfar, no debería estar en mi vida ni llorar por él. - solloza mientras su amiga Alessia la abraza.

- No te merece, Bianca, Adriano es un idiota, no tuvo los cojones de aparecerse en el nacimiento de su hijo, te humillaba porque se sentía superior por unos segundos, amiga... te utilizo porque pensó que contigo iba a ser poderoso.

- Y me dejó cuando se dio cuenta que no tenía oportunidad. - ella susurra limpiando sus lágrimas. - Lo odio tanto, odio haberme enamorado de él, odio tener que extrañar a Adriano.

Cuando preguntaba por él, también parecía que iba a llorar, así que deje de preguntar por mi padre, no me gusta ver llorar a mi mama, mi abuelo dijo que nunca hay que hacer llorar a una mujer, así que deje de recordarle a mi padre.

PHOENIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora