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Sicilia, Italia.

- Estoy lista. - digo dando una vuelta, tratando de que Dimitri voltee a verme, sin embargo está sumido en su celular. - ¿Está todo bien?.

- Si, todo bien. - alza la mirada y se levanta sin más del sofá, hace señas a sus hombres que custodian la puerta de la habitación del hotel. - Te ves hermosa. - sonríe de lado y toma mi mano antes de salir.

En el camino veo las preciosas calles de la ciudad, nada que ver con Rusia, todo es triste ahí, sombrío y aburrido. Lo único que me reconforta son los niños del orfanato, los adoro y ellos a mi, Dimitri ignora todo lo que tenga que ver con ello, no se que pueda tener de malo, Leyva y yo nos hicimos grandes amigas, pero tuvo que regresar a América, dejándome con toda la responsabilidad. Apenas llego a la hermosa mansión italiana, busco con la mirada a Chris, quien ha sido el único pariente de Esteph invitado a la boda.

- Que bueno que viniste. - le sonrío abrazandolo, besa mi frente y cuando se separa de mi, parece que va a saludar a Dimitri pero este está muy enfocado en su celular que lo ignora. Tomo el brazo de Chris y lo invito a caminar un poco. - Ella está feliz de que estés aquí.

- No podía perderme este momento tan importante para ella. - sonríe de lado.

Esteph y yo viajamos a Madrid en busca de una nueva vida, huimos de nuestro país pensando en descansar de tanto lío, pero encontramos uno nuevo. Cuando nos enteramos a lo que se dedicaban Dimitri y Giorgio, decidimos alejarnos, pero duró poco, ella era tan apegada a él y ese sentimiento de peligro siempre la llevaba de vuelta, y a mi con ella, terminando en brazos de Dimitri, el jefe de la mafia rusa. La familia de Esteph no se volvió a comunicar con ella después de todo lo que pasó en México y mi familia tampoco, mi madre ciertas veces llamaba para preguntar si estaba bien, y mi padre estaba sumido en sus propios asuntos. Solo Chris ha sido quien ha estado con nosotros a pesar de todo, su padre piensa que está ahora mismo solamente de viaje.

- ¿Ella está lista?. - pregunto a uno de los guardias de Giorgio quien custodia la entrada de la habitación. Chris se separa de mí un momento a a tender una llamada de su padre y voy a ella, toco la puerta y la abro para verla en su grande vestido blanco corte princesa. Una mujer le acomoda la falda, ella me ve por el espejo, sonríe y la imito.

- ¿ Puedes creerlo? .- susurra con los ojos cristalinos y asiento abrazándola. - ¿Viste a Giorgio?. - niego.

- No lo ví, pero Dimitri debe estar con él. - miento, Dimitri no está con él, pero se que estará aunque sea un poco tranquila con eso.

- Sean, revisa que Gio esté listo. - ordena al guardia, este asiente. - Me refiero a que si no se ha arrepentido. - su cabeza es un desastre, lo se.

- Señorita... - ella lo mira mal y este calla, la miro asombrada tocando su hombro para tranquilizarla, respira profundamente y luego suspira.

- Verifica que no huya y si lo hace me lo dices antes de salir de aquí, no quiero pasar vergüenzas. - dice amablemente, indico al guardia para que siga y se retire en busca de Gio.

- Estás loca. - rio. - Tranquila, dudo mucho de que huya y si lo hace, lo buscaremos y lo obligaremos a casarse contigo, de eso me aseguro yo. - logro que realmente se relaje, toma mis manos jugueteando con ellas.

- Desearía que todos estuvieran aquí...- susurra, puedo notar su voz quebrándose. - No pueden hacerlo ni siquiera por mi. - aclara su garganta, abanica su rostro con sus manos evitando que las lágrimas corran su maquillaje.

- Chris vino a entregarte. - trato de hacerla sonreír y lo único que sale es una mueca. - Es tu día, tienes que disfrutarlo, por fin te casas con el amor de tu vida, ¿no es así?. - ella asiente. - Ellos se lo pierden.

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