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Buenas tardes. Uno más por aquí.

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Recogió a la niña de la guardería y llegaron a casa entre risas. Se que quedó un rato jugando y haciéndole carantoñas a su niña, riendo con cada gesto nuevo que la pequeña hacia, grabando pequeños videos que envió sin recibir respuesta alguna. Suspiró y volvió a reír con su pequeña, con ese pequeño rayo de luz que conseguía iluminar sus días oscuros.

-¿Y sabes qué? Mami ha conocido a mucha gente hoy - le decía a la pequeña como si está realmente pudiera entenderla - y todas han sido muy simpáticas - continuó mientras la niña seguía en sus juegos con su muñeca - sobre todo Amelia - terminó de decir llevando su memoria al primer momento en que la vio.

-¡Ma! - llamó su atención la pequeña - Muneca apa.

-Sí, mi amor - sonrió - la muñeca está muy guapa.

Continuó un rato más con los juegos, aunque su mente estaba en otra parte. La hora de la cena llegó casi sin que se diera cuenta. Bañó a la niña, le dio de comer y la acunó viendo cómo se dormía poco tiempo después. Quedó parada mirándola dormir, reconociendo rasgos de ella en su rostro, sonrió melancólica y una lágrima silenciosa resbaló por su mejilla al recordar aquellos tiempos.

Salió de la habitación de la niña y fue a la suya. Se cambió de ropa y al sentarse en la cama, se dio de bruces con una antigua fotografía de ambas. Aparecían sonrientes, abrazadas, felices. La echaba de menos... demasiado.... Echaba de menos las risas, las charlas, los besos, las miradas, los silencios, incluso las discusiones. Añoraba la vida que tenían juntas. Todo, añoraba todo lo que tuvo y que ya no tenía. Suspiró con dolor, no lograba encontrar el por qué de todo aquello, no lograba entender qué era lo que había hecho tan mal para que las cosas sucedieran como sucedieron.

Cuando se quiso dar cuenta, se había dejado llevar por el llanto una vez más. Ella, que se había prometido mil veces que dejaría de llorar, que sería fuerte y afrontaría con entereza y seguridad lo que viniera, no podía dejar de llorar ante la situación en la que se encontraba. Tan enamorada aún... tan sola como estaba.

*****

Llegó al teatro con tiempo más que suficiente, saludo a Benigna que le devolvió el saludo de igual manera. Esa mañana, extrañamente se sentía bien. Su ya conocida migraña le había dado una tregua y le había dejado descansar. Había llevado a Lucía a la guardería entre juegos y risas. Había pasado una noche mejor que la anterior, el cansancio acumulado había hecho que pensará menos y durmiera más. En contra de lo que le parecía cada noche cuando aparecían los fantasmas, ese día se había levantado con nuevas fuerzas, nuevas metas aún sabiendo lo difíciles que serían de alcanzar.

-Llegas temprano ¿eh? - apreció Benigna mientras le pasaba el parte de firmas de entrada.

-He salido antes de casa para evitar el tráfico - contestó mientras firmaba.

-Ah claro, claro - dijo sin hacerle demasiado caso - mira, mira - apremió para que volviera su vista a la puerta - la parejita.

Luisita miró hacia atrás con curiosidad por saber quiénes eran los denominados "La parejita" y al enfocarlos se encontró de bruces con la imagen de una Amelia abrazada a un chico algo más alto que ella. Moreno, de complexión atlética y sonrisa amplia le decía algo al oído mientras la morena devolvía la sonrisa encantada de la vida. Se quedó mirando aquella imagen, viendo cómo se besaban con ternura para despedirse. Segundos después, Amelia volvía la vista a ellas justo antes de entrar al edificio.

-Buenos días - saludó con alegría - ¿qué tal?

-Pues unas mejor que otras ¡eh! - contestó Benigna con sorna, Amelia le hizo una mueca.

-Bueno, he empezado muy bien el día, la verdad - Presumió con rintintin - Buenos días, Luisita.

-Buenos días - contestó sin más - os dejo que quiero tomar un café antes de empezar con todo el trabajo - tal y como dijo aquello se fue directa a su puesto de trabajo.

-Claro, nos vemos a lo largo del día - logró decirle antes de que se marchara de allí. Volvió la vista a Benigna quien la miraba de igual modo - un poco rarita está chica ¿no? - le comentó, la recepcionista se encogió de hombros a modo de respuesta - pues yo también me voy a trabajar.

Pasaban las horas de aquel día y no habían vuelto a cruzarse en ningún momento. Luisita en el departamento de vestuario se dedicaba a hacer su trabajo lo mejor que podía.

Modificaba algún diseño con ideas que le llegaban y hacia bocetos de diseños nuevos para la renovación del vestuario de la obra. Marina aceptaba todas sus ideas, lo cierto era que le parecían maravillosa y le dejaba claro que, al fin, había encontrado a la persona perfecta para el puesto.

-Hola, chicas - saludó un Jesús que llegaba apurado - perdonadme que llegue tan tarde es que no sabéis lo que me ha pasado.

-Bueno... batallita - contestó Marina sin levantar la vista de su trabajo.

-No, en serio que vengo temblando - contestó dejando sus cosas a un lado - que me he encontrado un accidente de la hostia saliendo de casa - les dijo y las chicas miraron preocupadas.

-¿qué ha pasado? - preguntó Marina.

-Pues estaba saliendo de casa y veo una moto que va súper rápido y pensé "verás tu" pues para qué pensaría yo eso, que es como si lo hubiera visto venir de antes - soltó con bastante verborrea.

-Al grano Jesús - cortó Marina rodando los ojos.

-Sí, perdón, bueno pues eso, que veo que se salta un semáforo. El coche que pasaba intenta esquivarlo, se mete en el carril contrario, un autobús le embiste y el coche empieza a dar vueltas de campana. Un horror - se lamentó.

-Joder.

-Sí y los que estábamos por ahí nos hemos puesto a ayudar - el tono de voz poco a poco le iba cambiando, como dándose cuenta de lo que había pasado y lo que había vivido, convirtiéndose en un tono más nervioso, preocupado y acongojado - llegue al coche y había una pareja... estaban fatal Marina y un bebé...

-¿Qué dices, Jesús? - no podía creer lo que escuchaba.

-Uff... es que mira, se me ponen los pelos de punta solo de recordarlo - continuó - creo que el hombre estaba muerto y ella... es que casi no se movía - se lamentó.

-Luisita, ¿estás bien? - preguntó Marina a la rubia quien se había mantenido en silencio todo el tiempo y que en ese instante parecía estar en otro mundo, incluso le pareció que le temblaban ligeramente las manos.

-Yo... sí, perdón, sí estoy bien - contestó - es que... estas cosas me ponen muy mal, perdón - se disculpó con ellos.

-Bueno, a ti y a cualquiera - siguió Jesús aún en shock - espero que estén bien - dijo aun sabiendo que no sería así por lo que había visto.

-Seguro que sí - ánimo Marina a su compañero - anda, venga, vamos a hacer un descanso, os invito a un café, - les dijo para animarlos.

-Para mí mejor una tila - apuntó Jesús mientras los tres salían y se dirigían a la cafetería, animando al chico que aún sentía los nervios apoderarse de su cuerpo

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Pues uno más, a ver qué os parece esto.

Tercer intento de publicarlo, no sé qué pasa 😐🤦🏻‍♀️

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora