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-Uhmmm Amelia el teléfono – protestó luisita dándole golpes a la morena mientras intentaba recuperar el sueño – el teléfono, Amelia - protestó de nuevo dándole un par de golpes más.

-Ya va, ya va – se despertó al fin y al ver quien llamaba despertó del todo – es mi padre, voy al salón – dijo poniéndose algo de ropa y saliendo de la habitación para no incomodar a la rubia.

-Uhmm – volvió a protestar cuando se sintió sola en la cama – qué querrá ese capullo ahora – murmuró entre dientes y cuando escuchó a Amelia ahogar un grito levantó la cabeza y agudizó el oído.

Amelia colgó el teléfono tras unas palabras, nada agradables, con su padre. Se quedó parada en la soledad del salón, mirando la pantalla del teléfono que le devolvía la imagen de ellas tres sonriendo mientras el pequeño cachorro lamía la cara de Lucía. Elevó la vista al escuchar ruidos y sonrió tierna al ver a la rubia aparecer envuelta en una sábana y con la cara aún medio dormida.

-Es muy pronto para ti, amor, vuelve a la cama – comentó cuando la rubia se abrazó a ella.

-No estás y tengo frío – contestó mimosa. - ¿Cómo estás? – preguntó y Amelia solo se encogió de hombros - ¿Qué quería?

-Les ha llegado la citación, a él y a Hugo – aclaró – y sabe que he sido yo la que ha tirado del hilo – terminó de decir.

-Le habrá sentado como el culo.

-Me ha exigido que retire la denuncia – Luisita la miró, ahora ya sí, más despierta – y me ha amenazado.

-¿Cómo que te ha amenazado? – inquirió preocupada.

-Ya sabes cómo es – intentó restarle importancia – quiere meternos miedo y esta es su manera de actuar pero no lo va a lograr - Luisita bajó la cabeza – Luisi….

-Casi logra separarnos, Amelia – dijo con miedo en la mirada – de hecho por un tiempo lo logró.

-Cariño, escúchame – hizo que la mirara – Nacho lo tiene todo muy bien atado. Esto va más allá de nosotras, mi amor. Mi padre ha estado haciendo chanchullos desde hace años y va a tener que dar muchas explicaciones tanto a la justicia como al ejército y Hugo, que ha sido poco menos que su perro faldero, también – afirmó – no van a poder hacer nada, tienen los pies dentro de la cárcel, cariño.

-Ya. Vale – dijo nada convencida.

-Luisi – suspiró – tenemos todas las de ganar, pero si te vas a quedar más tranquila, llamo a Nacho y lo paro todo – acarició su mejilla – tú solo dímelo y lo hago.

-No – contestó – sé que esto para ti es importante, es algo que necesitas hacer – continuó – y también sé que a fin de cuentas esto es lo que terminará pasando antes o después, así que, seguimos adelante.

-¿Estás segura?

-Sí, la verdad es que también necesito verlos en la cárcel – continuó – sobre todo a ese estúpido de Hugo que no lo soporto. – dijo con rabia y celos.

-No pienses en eso – cortó pues ella tampoco quería pensarlo – piensa en… no sé, en que está noche es nuestra despedida de solteras – elevó las cejas varias veces y empezó a hacer cosquillas a la rubia quien terminó riendo en sus brazos y ahuyentando fantasmas.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora