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Y uno más.......

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Se había pasado la noche entera mirándola dormir. Ni siquiera había hecho el intento de cerrar ella los ojos, en contra de lo que pensaba no había sido capaz de pegar ojo.  Pensó que después de tantas emociones vividas en un solo día su cabeza se rendiría al sueño y sin embargo, no era capaz de dormirse, así que se dedicó a aquello que desde siempre le había encantado: Mirarla dormir. Mirarla durante toda la noche, viendo su gesto relajado, su media sonrisa, sus pequeños movimientos. Sonrió ampliamente escuchando ese pequeño ronroneo que hacía Luisita cuando ella se movía y buscaba de nuevo su cuerpo. Se pasó la noche entera estudiando sus facciones, recordando cada instante vivido con ella, cada segundo a su lado y es que, ahora que podía no se cansaba de rememorar momentos pasados.

-Mmm ¿Qué haces despierta? – preguntó abriendo levemente los ojos.

-Me he despertado hace un ratito y ya no podía dormir – contestó sin querer decirle que no había cerrado los ojos en toda la noche.

-¿Estás bien? – preguntó acomodándose para mirarla mejor.

-Estoy perfectamente – sonrió.

Luisita la miró, por mucho que le dijera, estaba rara. Ya no había nada de timidez, ni ningún tipo de inseguridad en ella. No se sonrojaba por nada que le dijera en momentos de intimidad, muy por el contrario jugaba más y se implicaba más. Tenía un aire chulesco y algo canalla que hacía tiempo no veía en ella, uno que le encantaba y que había echado de menos muchísimo tiempo y juraría que la noche anterior, mientras le hacía el amor, le había llamado “Luisi”.

-Amelia, ¿tú…? – se cortó, ¿y si se equivocaba? ¿y si todo eran imaginaciones suyas y al preguntarle tan solo lograría que la actriz se agobiara más?

-Dime – la invitó a seguir.

-Nada, que cuánto llevas despierta – no se lo preguntó, no sacó el tema, porque no podía, porque no quería verla de nuevo perdida, porque ella misma sabía que no soportaría otra desilusión más, porque no estaba segura de nada.

-Nada, diez minutos – contestó.

-Ya – la miró de nuevo estudiando sus ojos.

-¿Te pasa algo? – preguntó Amelia al verla tan extraña.

-No, ¿Te pasa algo a ti? – le devolvió la pregunta, Amelia quedó mirándola en silencio - ¿Amelia tú….

-La verdad es que sí que me pasa algo  – la cortó y sonrió con picardía – y es que estoy deseando repetir lo de anoche – soltó desapareciendo bajo las sábanas haciendo reír a Luisi justo antes de lograr que la risa se congelara y fuera sustituida por respiraciones entrecortadas.

Tras un “raro más” en la cama, se levantaron y fueron a buscar a Lucia. Era Lunes y aunque tenían que trabajar, Amelia se las ingenió para que ninguna de las dos tuviera que aparecer por el teatro. Además de eso, convenció a Luisita para que optaran por no llevar a Lucía a la guardería y pasar todo el día en familia. La rubia, aunque reticente, terminó por aceptar aquel plan que, cuanto más lo pensaba, más maravilloso le parecía.

Tras una pequeña “guerra” con Lucía por vestirla, ya que la niña lo único que quería era jugar con el pequeño cachorro, se pudieron en movimiento.

Pasearon disfrutando del sol de la mañana. Se sentaron a desayunar en una coqueta terraza. Luisita miraba a una Amelia que pidió un café solo y sin azúcar, su rostro cambió de expresión pero no dijo nada. Continuaron disfrutando del desayuno y después del paseo hasta que llegaron al parque donde soltaron al cachorro para que la pequeña jugará con él.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora