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Buenas tardes, hoy prontito jaja
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Sintió unos besos en la espalda que subían haciéndole cosquillas. Sonrió contra la  almohada aún con los ojos cerrados. Se movió por culpa de aquellas cosquillas cuando sentía que los besos llegaban a su nuca.

- Buenos días – susurró en su oído.

- Ummm, hola – contestó medio adormilada – me haces cosquillas – susurró sin mirarla.

- Vaya, no era eso lo que pretendía – contestó.

- ¿Ya de buena mañana con ganas de marcha? – preguntó dándose la vuelta y ahora sí, mirándola.

- Sí – contestó pícara – contigo siempre tengo ganas de marcha – la besó – solo que no tenemos tiempo.

- Una pena – dijo haciendo que quedara sobre ella – buenos días – volvió a saludar ahora ya más despierta al tiempo que atrapaba sus labios.

- ¿Cómo has dormido?

- Como un bebé – afirmó – hacía tiempo que no dormía tan bien – dijo estirándose realmente a gusto.

- Me alegro – contestó contra sus labios – bueno - dijo poniéndose en pie – hay que empezar a moverse que tengo que llevar a Lucia a la guardería e irme a trabajar – la miró pícara – porque no sé si lo sabes, pero mi jefa, a veces, puede ser muy ogra.

- ¿Ah, sí? – gateó sobre la cama en su busca – pues ten cuidado a ver si te llama a su despacho, me ha dicho un pajarito que te puede hacer algunas cosas.

- ¿Y qué cosas dice ese pajarito que hace en ese despacho? – la atrajo hacia sí.

- Pues no sé, pero creo que empieza por algo como esto - comenzó a besar su cuello - luego sigue por esto... – Hizo amago de atrapar labios y cuando Amelia ya casi podía sentirlos se separó de ella.

- Lo siento, cariño – sonrió – pero se nos hace tarde.

- Aagg – protestó entre risas – Venga anda – se levantó poniéndose algo de ropa – porque sino, te meto de nuevo aquí dentro y no te dejo salir.

- Fantasma – se reía encantada - ¿Puedes despertar tú a la nena? – le preguntó desde la puerta.

- Sí – contestó feliz con su función.

Cuando Luisita desapareció tras la puerta del baño, ella amplió aún más su sonrisa. Terminó de ponerse algo de ropa encima y salió de la habitación en dirección a la de la pequeña. Cuando llegó, Lucía ya estaba en pie y sonriendo.

- ¿Pero qué hace mi princesa ya despierta? – preguntó sin borrar su sonrisa.

- ¡Ma! – soltó la niña, como siempre al verla y haciendo que Amelia volviera a sonreír, Lucia extendió sus brazos para que la cogiera.

- Ven aquí – la alzó - ¿tienes ganas de ir al cole?

- Chi – contestó - ¿eche? – preguntó al instante.

- Sí, cariño – afirmó saliendo de la habitación – vamos a preparar el desayuno y tu leche.

Mientras Luisita terminaba de ducharse y arreglarse, Amelia le daba el desayuno a Lucía que hacía las delicias de la actriz con su medias palabras y su desparpajo. Así las encontró la diseñadora, riendo y jugando. Las miró desde la puerta y cuando se sintió descubierta entró para tomarse su café.

- Estás muy guapa – le susurró Amelia cuando ya le ponía una taza por delante.

- Pues anda que tú – contestó al verla con una de sus camisetas y un pantaloncito corto que alimentaba su deseo.

- Tengo que darme una ducha yo también – comentó – pero no tengo nada que ponerme.

- Te he dejado algo de ropa tuya que aún guardaba – sonrió y Amelia suspiró enamorada, siempre pensaba en todo – anda, ve que se nos hace tarde.

- Te quiero, ¿Lo sabes? – afirmó cerquita de sus labios.

- Algo me había imaginado pero me gusta que me lo digas – afirmó recibiendo el beso.

Mientras que Amelia se duchaba, Luisita vistió a la pequeña para salir. Dejó a Lucía en la trona mientras ella recogía sus cosas y se quedó parada cuando entró de nuevo a Amelia al salón.

- ¿Qué? – preguntó al ver que no se movía.

- Nada – susurró emocionada – solo que – sonrió y bajó la cabeza – es como tenerte de vuelta.

- Ey, estoy aquí – se acercó tomó su rostro e hizo que la mirara – estoy aquí y no me voy a ir a ningún lado – terminó de decir besándola lentamente, muy suavemente como con miedo a que se rompiera.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora