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Buenas madrugadas, el insomnio no es un buen amigo, ya os lo digo.

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Tras un rato recorriendo aquel teatro, Amelia se paraba frente a una Luisita que miraba todo a su alrededor intentando no mirarla directamente a ella.

- Y esto sería todo, yo creo que ya te lo he enseñado todo - le dijo, Luisita elevó una ceja ante sus palabras. Amelia, ensimismada en sus propios pensamientos, no siquiera se dio cuenta - hemos pasado por vestuarios, camerinos, oficinas, almacenes - enumeraba por si se dejaba algo - escenario y butacas, obviamente... pues yo creo que más o menos ya estaría. Ah, bueno, falta la cafetería, así que si quieres nos tomamos un café - terminó amable.

- Ehmm... bueno, no sé, tampoco quiero incomodarte y supongo que debería buscar a Marina - se excusó.

- Para nada, tranquila, si además Marina no ha debido llegar aún, me lo habrían dicho - contestó y Luisita asintió levemente - va, un café.

- Está bien - contestó ampliando un poco más su sonrisa.

- Y cuéntame, ¿Dónde trabajabas antes? - se interesó mientras caminaban.

- Pues - suspiró casi imperceptiblemente - he estado un tiempo sin trabajar y antes de eso estuve en Nueva York - le comentó - le dieron una beca a mi pareja y allí que nos fuimos y... - de repente dejó de hablar, cosa que a Amelia le causó cierta curiosidad.

- ¿Y...? - la animó a seguir.

- Y bueno, estuvimos allí un tiempo - se elevó de hombros - como unos... cuatro o cinco años y luego ya volvimos y... y aquí estoy - terminó de decir como con cierta pesadumbre en sus palabras.

- Supongo que esto es bastante diferente a lo que hicieras en Nueva York - apuntó llegando ya a la cafetería - mira, vas a poder conocer a más gente - dicho esto y casi sin darle más opción, Amelia se dirigió a la mesa donde dos de sus compañeras hablaban tranquilamente.

- Y en mitad de la sesión, va el tío y se pone a hablar con su novia De unas maneras que aquello parecía una línea erótica, pero delante de todo el mundo eh, que no te creas que se cortó el tío, no, no pero para nada, vamos que poco más y se pone a masturbarse allí mismo el muy cerdo - escucharon al llegar.

- Hola chicas - Amelia las interrumpió - mirad, os presento, ella es....

- Luisita - terminó por ella al ver que no se acordaba de su nombre.

- Sí, eso, Luisita, perdona - se disculpó y la rubia sonrió de lado - es la nueva ayudante de vestuario.

- Ah, genial porque ya estaba Marina histérica, soy Lourdes, bailarina, encantada.

- Yo soy Inma - se presentó la otra chica - primera suplente.

- De momento - apuntó Amelia con cariño.

- Sí, de momento - corroboró Inma.

- Encantada - dijo una tímida Luisita que no sabía muy bien cómo comportarse ante ellas.

- Sentaos - ofreció Lourdes al ver que ninguna se movía - ¿Qué te parece esto, Luisita?

- Pues, lo poco que he visto me gusta - afirmó con alegría en la voz - estoy deseando empezar.

- Uy, no dirás lo mismo las noches de estreno - bromeó Inma.

- O cuando tengamos dos sesiones al día, todos vayamos justos de tiempo y haya más que gritos y nervios - completó Lourdes dando un sorbo al café.

- Bueno, tengo ganas - dijo ella elevando los hombros - y tampoco creo que sea para tanto - siguió ante la mirada de las dos chicas. Luisita miró por un segundo a Amelia, quién, pendiente de su teléfono con una sonrisa en la boca, no se percató de nada - además, aquí parecéis todos muy amables, hasta la mujer de recepción...

- Uy Benigna...cuidado con Benigna que es una cotilla profesional, vamos que no se le escapanninmedia de esta compañía - soltó Inma con simpatía.

- Tampoco te pases, Inma, que es un encanto de mujer - dijo Amelia volviendo a prestarles atención.

- Claro, como contigo no se atreve a meterse... - al mirar a su compañera y ver cierta recriminación en su mirada decidió cambiar de tema - ¿Y tú Luisita? ¿Estás casada, soltera...?

- Inma - ahora fue Lourdes quién. Le recriminó.

- ¿Qué? No he dicho nada.

- Es una pregunta que...

- No pasa nada - contestó levemente una Luisita que de nuevo, miró fugazmente a Amelia - no estoy casada - bajo la mirada un segundo hacia sus manos - pero sí que tengo una hija, una peque preciosa de un añito y medio - sonrió y fue la primera vez que sonreía sincera en toda aquella conversación.

- ¿Ah sí? - Lourdes sonrió contagiada por la sonrisa de la rubia - ¿Y cómo se llama? ¿Tienes fotos?

- Si, claro, ¿queréis verlas? - miró a las tres chicas con entusiasmo.

- claro - dijeron Lourdes e Inma al unísono.

- Pues - sacó su teléfono - mirad, se llama Lucia y es un trasto...

- Lucía, Me encanta ese nombre - apuntó Inma con entusiasmo.

- Sí a mí también - dijo Amelia mientras que con el móvil en la mano comenzaba a levantarse - perdonadme pero tengo que contestar - se disculpó - dime, cariño.

Luisita, al escuchar aquel apelativo cariñoso se quedó mirando cómo se alejaba de ellas y antes de que saliera de la cafetería, le dio tiempo a ver cómo se ensanchaba su sonrisa ante las palabras que escuchaba al otro lado de la línea. Tenía pareja, o al menos eso parecía... suspiró, elevó la vista y continuó hablando con las chicas.

El resto del día lo pasó haciéndose a la forma de trabajar establecida en aquel teatro, conociendo al resto de compañeros salvo a una Marina a quien, según le habían dicho, se le había complicado algo fuera del teatro y no había podido volver.

Cuando terminó su jornada, salió de recepción revisando su teléfono y se sintió aliviada al ver que no tenía ninguna notificación de la guardería, lo cual quería decir, que todo estaba bien con Lucía. Tan ensimismada estaba que no se percató que, junto a ella, Amelia también salía sonriendo a su teléfono.

- ¿Qué, Amelia, ya te tienen sonriendo? - preguntó Benigna y Luisita corroboró con esa pregunta que Inma no mintió cuando dijo que esa señora de apariencia amable y bonachona, era una profesional del cotilleo.

- Pues sí, porque tiene cada tontería que tela - hizo aspavientos con las manos corroborando lo que decía.

- Pues ya quisiera yo, hija - continuó Benigna - note quejes que te tiene como una reina.

- No, si no me quejo - al fin elevó la vista sonriendo y se encontró con la cabeza gacha rubia de una Luisita que parecía estar algo ausente - ¿Qué tal te ha ido el primer día? - le preguntó.

- ¿Eh? ¡Ah! Bien, bien, ha ido bien - dijo volviendo en sí - me gusta esto.

- Me alegro - sonrió amable y Luisita le devolvió la sonrisa - ¿te vas ya?

- Sí, ya he acabado y nada... me voy a casa.

- Claro - sintió vibrar su teléfono - pues que tengáis buena tarde, nos vemos mañana - Les dijo a modo de despedida.

- Hasta mañana - susurró una Luisita que quedó parada viendo cómo se marchaba - hasta luego - le dijo a Benigna tras un suspiro y salió de allí sin darle opción a réplica ninguna.

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Ahora sí, me voy a dormir. Buenas noches.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora