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Vamos allá, hoy se me ha hecho tarde 🤦🏻‍♀️

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Se movió ligeramente sintiendo como poco a poco iba dejando el sueño atrás. Se dio la vuelta en la cama buscando su cuerpo y el frío de las sábanas la saludó diciéndole que estaba sola. Frunció el ceño. Abrió los ojos y descubrió como el sol ya despuntaba, la habitación se había llenado de claridad.

Aún la sentía temblar en sus brazos, aún tenía su aroma impregnado por todo el cuerpo, no había sido un sueño. Pero entonces ¿Dónde estaba? Se incorporó queriendo escuchar algo que le dijera que no estaba sola. Sin embargo, el silencio reinante en la casa le dio la respuesta: Allí no había nadie más que ella.

Mientras se duchaba no podía dejar de recordar la noche anterior. Sus palabras, sus besos, sus manos recorriéndola, y menos entendía como, tras una noche como aquella, se había despertado sola. ¿por qué se había ido? ¿Es que quería jugar con ella? ¿Es que no se había dado cuenta de lo que esa noche se había entregado como no lo había hecho en mucho tiempo? La sensación de soledad que le embriagaba hizo que por sus ojos comenzaran a caer lágrimas que se perdían junto al agua

Se había marchado, había salido de su casa a hurtadillas, sin tan siquiera despedirse y aquello le molestaba tanto que empezó a preguntarse si tal vez aquella atracción que sentía iba mucho más allá. Y es que, quizás, o era una simple atracción lo que sentía por esa rubia de mirada cálida y sonrisa perfecta. Quizás no era un simple calentón. Tal vez la verdad era que Luisita no solo le gustaba, sino que se estaba enamorando de ella.

En el teatro, una nerviosa Luisita miraba una y otra vez el reloj. Era tarde, Amelia ya tenía que estar allí pero no llegaba y el miedo al raciocinio de la mañana, la hacía temblar de pies a cabeza.

-Hola – dijo Marina llegando al mostradir.

-Hola – la cogió con premura – ven, tenemos que hablar.

-Pero, tengo que firmar, Luisita – protestó viéndose arrastrada por su compañera.

-Luego – contestó llegando hasta los vestuarios donde entraron y cerró la puerta tras de sí – Ayer me acosté con Amelia – soltó a bocajarro.

-¿Qué? – dijo haciéndole ver que para nada se esperaba aquello.

-Pues eso, que ayer me acosté con ella – continuó – que no estaba tan borracha y cuando os marchasteis, pues… digamos que… la ataqué - soltó para mayor sorpresa aún de Marina – sí, vamos que me lancé sobre ella y acabamos en la cama, haciendo  amor.

-¿Pero ha recordado algo? – preguntó – ¿habéis hablado? ¿Algo? – dijo nerviosa.

-No sé si ha recordado algo. Vamos, hasta ayer no había recordado nada – dijo dejándose caer en una banca – y no hemos hablado. Me fui antes de que se despertara.

-¿Qué te fuiste? – ahora se sorprendió mucho más - ¿tu estás tonta? ¿Cómo que te fuiste?

-Tenía que llevar a Lucía a la guardería – se excusó – y la vi, dormida, tan dulce, que me fue imposible despertarla. Pero le dejé una nota – le aclaró.

-Bueno, menos mal – dijo más tranquila - ¿qué vais a hacer? Porque supongo que tendréis que hablar.

-No tengo ni idea – contestó dejando salir todo el aire – y tengo miedo… - Marina la miró preguntándole por qué – es que imagínate que me dice que esto es solo el calentón – dijo poniendo en palabras sus absurdos miedos – o que me dice que esto es un error y que no quiere saber nada de mí. Que no voy a poder soportarlo, Marina, que ya me cuesta saber que no me recuerda, imagínate si me dice algo así.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora