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Pues vamos por uno más en esta tarde de domingo no??

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Entró en el teatro con ojeras. No había dormido mucho y ahora los efectos de su noche en vela se hacían presentes en su rostro. Firmó el registro de entrada y miró a su alrededor. Amelia ya estaba allí, la vio pasando por el pasillo en dirección a su oficina.

-Amelia – la llamó llegando a su altura.

-Hola – contestó mirándola - ¿Cómo está Lucía? – se interesó.

-Bien, bien, está bien. Se queja pero está bien – la miró de nuevo – quería… bueno quería pedirte disculpas por como me comporté ayer.

-Yo también debería disculparme – contestó – no debí insistir.

-Pero soy yo la que reaccionó de una forma un tanto… agresiva – sonrió de lado – estaba muy nerviosa por lo de Lucía y…

-Vale, tranquila, Luisita… no pasa nada – sonrió haciéndole ver que ya estaba olvidado.

-¿Sabes que han puesto una feria en las fueras? – le preguntó.

-Sí, algo de eso me he enterado – dijo poniéndole un café - ¿vas a ir?

-No sé… - se encogió de hombros - había pensado llevar a Lucía – Amelia asintió – si… si te apetece venir con nosotras… - sugirió algo cortada.

-Pues sí, sí – dijo algo dubitativa – estaría bien, ¿Cuándo piensas ir?

-Quería llevarla esta tarde – Informó con calma – pero si no puedes podemos ir otro día.

-No, no, esta tarde está bien – sonrió – lo pasaremos bien.

-Vale pues … después de trabajar te espero en la puerta – dijo sonriendo – te dejo que tendrás mil cosas que hacer.

-Claro – suspiró al ver como se alejaba – luego nos vemos.

Durante el resto del día ni tan siquiera se cruzaron. Amelia seguía ultimando cosas para el estreno de la obra y Luisita se había “encerrado” en el departamento de vestuario y se había enfrascado en nuevos diseños que la habían mantenido absorta del mundo durante horas.

-Ya estoy aquí – dijo sonriendo Amelia al llegar a la puerta donde una Luisita nerviosa esperaba tras una larga jornada laboral - ¿nos vamos?

-Claro – sonrió – tenemos que pasar por Lucía a casa y de ahí nos vamos a la feria.

-Estupendo – decía mirando algo en su bolso y al levantar la mirada se encontró de frente con un coche que conocía perfectamente - ¿Hugo? – Luisita miró en la misma dirección y se encontró de bruces con el chico que, sonriente, se acercaba a ellas - ¿qué haces aquí? Te llamé para decirte que no me esperaras – le dijo directa.

-Ya, ya lo sé – la besó – pero he pensado que puedo ir con vosotras, ya sabes que me encantan las ferias.

- Pues… no sé, Hugo.

-Venga, seguro que a Luisita, perdón, Luisa – se corrigió tras el corte que se había llevado la primera vez que la vio - no le importa – sonrió y miró directamente a la rubia – hola Luisa – saludó con amabilidad.

-Hola – contestó.

-¿A que a ti no te importa que vaya con vosotras? – le dijo directamente.

-Ehh… bueno – no supo que hacer o qué decir – podemos dejarlo para otro día.

-Pero mujer – insistió – venga no seas tonta, seguro que lo pasamos en grande – continuó – además, la feria esa no va a estar mucho tiempo más y seguro que tu hija pasa un día espectacular – afirmó – venga, vamos los cuatro y pasamos un buen rato…

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora