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De madrugada y con sueño pero aquí os dejo un nuevo capítulo (más corto que el anterior 😜)

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Días después, en la cafetería, Luisita reía sin poder parar por algo que les estaba contando Jesús. Desde la entrada, Amelia la miraba sin saber si acercarse o no y es que desde hacía un par de días intentaba evitar tener demasiado contacto con ella pues eso le acarreaba una serie de momentos en tensión.

- ¡Amelia! - la llamó Jesús al verla allí - ven, que te voy a contar una cosa que me ha pasado esta mañana.

Viéndose descubierta, la morena no pudo hacer más que acercarse y sentarse con ellos. Jesús continuó con su relato, ninguna de las presentes había dejado de reír en ningún momento debido a lo divertido de la historia que contaba. La morena intentaba centrar su vista en otro lugar que no fuera la sonrisa de Luisita, sintiendo de vez en cuando la mirada de esta en ella y comenzando a incomodarte más de lo que imaginaba. ¿Por qué la miraba tanto? ¿Tenía monos en la cara o qué?

- ¿Estás bien? - preguntó la rubia una vez que Jesús dejó de hablar.

- Sí, claro ¿por? - contestó mirándola un segundo.

- No sé, pareces tensa - continuó.

- Estoy bien - afirmó.

Antes de que Luisita pudiera insistir, su teléfono comenzó a sonar en el bolsillo, al sacarlo y ver la pantalla elevó la mirada a sus compañeros.

- ¿Sí? - contestó - soy yo sí... ¿Lucía? - su rostro palideció y tanto Amelia como Jesús le prestaron toda su atención - ¿cómo? ¿y donde ... donde la llevan? Sí, sí, voy en seguida para allá.

- ¿Qué ha pasado? - preguntó Amelia preocupada por el estado de la rubia.

- Lucia, que... que se ha caído y se ha hecho daño y la llevan al hospital - decía un poco en shock - tengo que irme.

- Yo te llevo, no puedes conducir así de nerviosa - dijo diligente y con premura una Amelia que se levantó junto a ella.

No dijeron nada más, ambas salieron de allí con pasos acelerados. Se metieron en el coche y Luisita dejó salir un par de lágrimas nerviosas mientras miraba por la ventanilla.

- Seguro que no es nada - intentó animar - a esa edad los niños son de goma.

- Ya.... - la miró un segundo y volvió la vista a la ventanilla - si le pasa algo yo...

- Ey, ey, ey, no le va a pasar nada - afirmó con convicción y en un acto espontáneo Soto una de las manos del volante y tomó una de las manos de Luisita apretando con cariño para darle fuerzas - va a estar bien, ya verás - sonrió para darle convicción a sus palabras.

- Gracias - contestó apretando el amarre de sus manos.

Cuando llegaron al hospital, Luisita ni siquiera esperó a que Amelia aparcara. Se bajó del vehículo y salió corriendo hasta el puesto de información de urgencias.

- Hola, soy Luisa Gómez, han traído a mi hija, Lucía Gómez - pronunció.

- Sí, espere un segundo, ahora mismo viene un celador para llevarla con ella.

- ¿Cómo que espere? - no tenía cuerpo ni cabeza para esperar - ¡quiero saber cómo está mi hija!

- Luisita - Amelia la tomó de los hombros por detrás - cálmate, enseguida vienen y nos cuentan.

- Sí, ahora mismo viene, es solo un minuto - continuó la recepcionista.

- Pe... Pero..

- ¿Luisa?

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