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Uno más?

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-Ya… - bajó de nuevo la cabeza - ¿Qué pasó con mi padre? – preguntó queriendo saber la verdad, queriendo saber como era realmente la relación con su padre.

-No sé si debo ser yo quien te cuente eso, Amelia – dijo sin saber muy bien como se tomaría todo aquello.

-Luisita, ahora mismo, eres la única persona que puede contarme la verdad… mi padre no lo va a hacer – dijo bajando la mirada reconociendo lo que no había querido reconocer – está visto que me ha estado mintiendo todo este tiempo, así que supongo que volverá a hacerlo. Por favor – le rogó – necesito saberlo…

-Está bien - como siempre, Luisita no podía negarle nada – tu padre y tu no os llevabais bien – dijo – de hecho,  teníais relación ninguna – la actriz la miró sorprendida – tu padre siempre ha sido muy estricto y tú siempre fuiste una rebelde - sonrió y la morena vio que esa mujer estaba muy orgullosa de ella – Ibas a casarte con el hijo de un amigo de tus padres, Fernando, se llamaba, y anulaste la boda quince días antes y tu padre entró en cólera y luego tu le dijiste que eras lesbiana – hizo el amago de tomar sus manos para darle fuerzas pero el movimiento se quedó en eso, un amago -  te echó de casa nada más saberlo y no quiso saber nada más de ti - continuó – un par de veces nos los encontramos y en fin no eran nada agradables aquellas situaciones.

-¿Y mi madre? – preguntó acongojada.

-Tu madre no es una mala persona – se encogió de hombros – pero esta muy sometida a él. Nunca ha hecho ni dicho nada en contra de sus deseos y sus mandatos – continuó – hablabais muy de vez en cuando.

-Entiendo – contestó, aunque realmente no entendía nada.

-Siento tener que decirte todo esto, cariño – se le escapó y Amelia sintió calidez al escuchar ese apelativo.

-¿Qué pasó cuando el accidente? – preguntó – con vosotros dos, quiero decir,  porque aquel día en el teatro parecía que os habíais visto.

-Cuando me dieron de alta fui a buscarte y tu padre básicamente me dijo que no me acercara a ti, que tenías una vida en la que yo no pintaba nada - bajó la cabeza.

-Ya… - no supo qué más decir, porque todo aquello la tenía sin palabras.

Quedaron en silencio durante unos segundos. Aquella conversación estaba siendo dura para ambas, una porque no era capaz de recordar nada de lo que le decían y porque sentía que todo lo que le contaba era ajeno, que era como si le estuvieran contando una película o estuvieran hablando de la vida de otro. Para la otra, aquella conversación y las respuestas de Amelia no dejaban de hacerle ver que no recordaba nada de lo que le contaba ¿tenía sentido seguir con aquello?

-¿Cómo era nuestra vida? – preguntó, cambiando literalmente de tema, porque hablar de su padre en esos momentos era lo que menos quería, ya habría tiempo de hablar directamente con él - ¿éramos felices?

-Lo éramos – afirmó rotunda – mucho, aunque como en todas las parejas también teníamos nuestras cosas y nuestras crisis, pero éramos felices.

-¿Tienes… tienes fotos? – quiso saber, queriendo verse en esa época.

-Claro que sí – sonrió – y hasta videos ¿quieres verlos?

-Me encantaría – contestó a su sonrisa.

-Vale, voy a por el ordenador.

La rubia, con rapidez buscó el portátil y lo puso sobre la mesa. Amelia pudo ver cómo manejaba el ordenador entre carpetas y llego a una repleta de vídeos y fotos. Su corazón bombeó con fuerza al ver las miniaturas. Luisita miraba todos los archivos sin saber muy bien cuál sería el más apropiado.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora