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Buenas tardes.

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Unos de días después, aún parecían estar viviendo en una luna de miel, disfrutando de ellas como no habían podido hacerlo en todo ese tiempo. Hablando mucho y recordando momentos que habían pasado juntas.

Comenzaron con los preparativos de la boda, queriendo que fuera cuanto antes, y es que no querían ni podían esperar más. Suficiente tiempo habían tenido que aplazarla para ahora dejar pasar más tiempo. Así que en los ratos libres, en los días que no trabajaban se dedicaban a organizarlo todo.

-Amelia – dijo llegando a cafetería donde la actriz se tomaba un descanso – me acaban de llamar del restaurante, que dicen que mañana a las nueve podemos ir a ver el sitio y las condiciones – terminó diciendo sentándose junto a ella.

-Vale – contestó – no tengo casi nada mañana, así que me viene bien – la miró con una sonrisa - ¿tú como vas?

-Puff… cansada – se quejó – no sé de quién ha sido la gran idea de volver a cambiar todo el vestuario de la nueva obra – dijo mira sola de soslayo. Y es que su mujer, había tenido la grandísima idea de cambiarlo todo y todo lo quería para ya, lo cual era una carga más de trabajo para Marina y para ella.

-Pero como eres la mejor, mi vida – contestó orgullosa de su chica – no vas a tener ningún problema.

-Ya, pues a veces me gustaría ser la peor – sonrió - ¿Tu qué tal?

-Un poco aburrida de tanta burocracia y tanto papel, la verdad – continuó – ya sabes que nunca me ha gustado todo esto – dijo algo fastidiada – pero bueno, es lo que hay y es lo que tiene tener una compañía de teatro.

-Si te decidieras a actuar no te aburrirías tanto – contestó dando en la diana.

-Cariño ya te he dicho que aún no estoy preparada – protestó – por favor, no me insistas.

-Esta bien – se acercó para besarla levemente – no insistiré – se separó de ella de nuevo – por cierto, al final esta tarde ¿qué?

-Pues podrías llevar a Lucía al parque y yo os doy alcance allí, he quedado en verme con Nacho – le explicó.

-¿Qué vas a hacer al final?

-Pues le voy a decir que vayamos con todo – contestó con seguridad.

-¿Estás segura? – peinó su pelo.

-Sí – dijo con calma y firme – necesito que paguen por te hicieron a ti – continuó – quizás antes tenía dudas, pero desde que he recordado todo, no me queda ninguna. – miró a su mujer - ¿Te parece mal?

-No, no me parece mal – siguió – estoy muy orgullosa de ti.

En ese momento entraban a cafetería Marina y Lourdes quienes hablaban distendidamente. Al verlas, se acercaron a ellas y Amelia arqueó las cejas al ver la sonrisa de Marina hacia Luisita.

-Que saludes siempre a mi mujer con esa sonrisa no me gusta nada ¿eh? – le dijo.

-Amelia – sonrió al ver la expresión chistosa de la actriz.

-Que te den – contestó viendo que estaba bromeando.

- Cariño que dice que me den - soltó chistosa a Luisita.

- Luego el casa, amor - le siguió la broma.

- Míralas a ellas que graciosillas - protestó – y yo saludo así, te vas a tener que aguantar – rieron – pero bueno, a lo que venía - las miró – necesito ayuda arriba – le dijo a la rubia.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora