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Buenas noches! Vamos con uno más?

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Al llegar a cafetería vieron a Amelia sentada en una de las mesas mientras leía varios papeles, se acercaron y se sentaron con ella mientras Jesús iba a por los cafés.

- Ey ¿Cómo estás? – dijo Marina mientras se sentaba.

- Pues aburrida entre tanta burocracia – contestó Amelia sacando una sonrisa de su amiga – por cierto, tengo por aquí la lista de tallajes del elenco – les dijo pasándole una de las hojas.

- Uhm vale – Marina le echó un vistazo y se la pasó a Luisita quien comenzó a mirarla.

- ¿Tienes tiempo luego para mirar los bocetos nuevos? – preguntó Amelia de nuevo.

- Sí, en un rato subo y los vemos – le dijo ayudando a Jesús que llegaba con los cafés - ¿están ya listos, no?

- Sí – contestó Luisita levantando la vista del papel – está todo preparado ya – miró a Amelia - ¿tú no actúas?

- No, yo no actúo – contestó – entonces en una hora subes y lo vemos - Le dijo de nuevo a Marina sin dar opción a la rubia a continuar con esa conversación.

- Sí, perfecto, en una hora – apuntó mirando a Luisita.

- Vale – contestó su ayudante quién confusa, miró de nuevo a Amelia - ¿pero eres actriz, no? – insistió.

- Si, lo soy – contestó incómoda – pero no actúo, punto – diciendo esto se levantó y salió de allí.

- ¿He dicho algo malo? – preguntó inocente a Marina.

- El tema de la actuación y Amelia es un tema delicado – le informó – no sé muy bien de dónde viene. Cuando me contrató ya había dejado de actuar, algo de un miedo escénico o algo así, pero no te puedo decir qué es lo que pasa realmente – Luisita asintió al escucharla – eso sí, no se toca el tema, ya has visto como se pone.

- Ya… - miró hacia la puerta por dónde la morena había salido – quizás debería disculparme.

- Déjala un rato, ahora seguro que será imposible – le advirtió y le dio ánimos ante su cara de circunstancia.

Cuando quiso ir a disculparse, le dijeron que Amelia ya hacía un rato que se había marchado. Así que con cierto fastidio, puso rumbo a la guardería para recoger a su hija, con quién pasó el resto del día entre juegos y risas.

A la mañana siguiente despertó temprano, más temprano de lo habitual. Tanto fue así, que ese día decidió dejar el coche e ir andando. Llevó a Lucía a la guardería, donde intercambió un par de palabras con otra madre y tras esto, puso rumbo al teatro.

Aprovechó el paseo para reencontrarse con Madrid, ciudad que la había visto crecer y de la que se marchó cuando a ella le concedieron aquella beca. La ciudad donde la conoció y también donde la perdió; donde había reído y llorado, donde había vivido lo mejor y lo peor de su vida.

Caminaba mirando a todo y a nada, recordando lugares que aún permanecían exactamente igual que la última vez que estuvo allí. Sonrió melancólica. Volvía a echarla de menos… Mucho.

Cuando se quiso dar cuenta, casi llegaba tarde al teatro, así que aceleró el paso y logró llegar con menos retraso del que pensaba. Saludó con premura a Benigna y sus pasos se dirigieron a su lugar de trabajo, por suerte para ella, Marina tampoco había llegado así que, recordando lo acontecido el día anterior, dio un golpe en la mesa y salió de nuevo de allí.

Llamó a la puerta de aquella oficina con lentitud, al escuchar la invitación para entrar lo hizo agrandando una sonrisa. Entró, cerró la puerta tras de sí y se acercó hasta la mesa dejando frente a ella un vaso.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora