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Me estoy viniendo yo muy arriba con la cantidad de capítulos que voy subiendo, voy a tener que bajar el ritmo.

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Aún metiendo las llaves del coche en el bolso y con gafas de sol oscuras tapándole parte del rostro, entró en el teatro con un seco “buenos días” y la intención clara de buscar a Lourdes. Necesitaba hablar con ella urgentemente. Por ese motivo, se dio bastante prisa en dejar algunas cosas en su despacho y tomándose unos minutos antes de empezar el trabajo fue a cafetería, sabiendo que a esas horas seguro que estaba allí.

- Hola chicas – saludó generalmente a Marina y Luisita, la rubia quedó mirando su rostro – Lourdes, ¿podemos hablar?

- Claro, siéntate – la invitó.

- Eh… no, mejor no – dijo rechazando la idea y haciendo un gesto con la cabeza para hacerle entender que lo que tenía que decirle no debía enterarse nadie más.

- Ah, claro – lo captó – vamos a mi camerino entonces – dijo levantándose – hasta luego chicas – se despidió.

- Amelia – frenó sus movimientos Luisita antes de que saliera de cafetería - ¿Estás bien?

- Sí, estoy bien, ¿por qué? – preguntó queriendo irse y poder hablar con su amiga.

- No sé… tienes mala carilla – dijo intentando hacerle una caricia, Amelia la rechazó sutilmente.

- No te preocupes – intentó sonreír – estoy bien - dijo pese a que la rubia no se lo creyó – perdona, pero tengo algo importante que hablar con Lourdes.

- Vale – contestó decepcionada y viendo como se iba de allí.

Cuando llegaron al camerino de Lourdes, ésta se sentó e hizo un gesto a su amiga para que hiciera lo mismo, obteniendo un rechazo por su parte. Andando de un lado a otro Amelia parecía realmente nerviosa.

- A ver, Amelia, ¿qué pasa? – preguntó directamente.

- Ehhh…. Vale, a ver – dijo mientras parecía pensar las palabras – me está pasando algo que, que no sé como tomarme y necesito consejo.

- Si no me dices lo que es – dijo dándole pie a que le contara qué pasaba.

- Es que no es tan fácil – continuó – verás, a ver, he conocido a alguien que me hace sentir algunas cosas y estoy confundida - dijo haciendo que Lourdes se quedara algo sorprendida. Sin embargo, pudo disimular su rostro ante la preocupación de su amiga – el caso es que no paro de pensar y pensar en esa persona desde que la conozco – siguió diciendo con bastante agobio - es como si se hubiera metido dentro de mi mente y estuviera acaparándolo todo - decía andando de un lado para otro – y… yo quiero a Hugo. Voy a casarme con Hugo pero no puedo sacarme de la cabeza esto. No sé si es que estoy confundida, estresada por la boda o yo qué sé – finalizó al fin su relato y quedó mirando a Lourdes esperando que dijera algo. Tal vez que dijera lo que quería escuchar.

- Vale, vale, a ver – se levantó – vamos a calmarnos un poco – llegó a la altura de Amelia e hizo que se sentara  – y me lo vas a contar todo tranquilamente - la morena la miró como si no le pareciera algo fácil.

- Es que no tengo ni idea de lo que me pasa, Lourdes, ¿cómo pretendes que te cuente más? Te estoy diciendo que estoy echa un lío.

- Vale, a ver – tomó sus manos – respira – Amelia lo hizo – ahora suelta el aire. Eso es, muy bien, ahora dime: ¿Cuánto hace que conoces a esa persona? – preguntó al fin.

- Poco, un mes y medio o dos – dijo recordando.

- Bien – seguía pensando - ¿Y esto que dices sentir desde cuando lo sientes?

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora