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Vamos allá 🤐🙊

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Se sentía débil, llevaba un día horrible, su ya conocida migraña se había instalado en su cabeza martilleándole sin contemplaciones. Llevaba unos días sintiendo punzadas, sabía que aquel momento llegaría y ahí estaba, casi sin poder fijar la vista en nada, intentando llegar a la cafetería. Lo peor del caso, era que su querida migraña había decidido aparecer en mitad de un día de gran trabajo por ser noche de función.

Llevaba sin hablar con Amelia desde aquel desencuentro con Tomás. Había evitado cruzar más palabras con ella de las necesarias, queriendo así evitar un posible conflicto entre ambas. Había pasado noches en vela pidiendo un por qué de todo aquello, había visto como la propia actriz la miraba de lejos con el rostro serio. La tensión que llevaba acumulando durante días tenía que estallar y así lo hacía, en forma de una de las peores migrañas que recordaba desde el accidente.

Se paró apoyándose en la pared sintiendo que la vista se le nublaba de nuevo y un fuerte pinchazo se clavó en sus sienes. Casi se dobló de dolor. Necesitaba llegar a vestuarios y buscar en su bolso aquella medicación que en su día le habían prescrito y que siempre llevaba consigo por si ocurría algo como aquello y tumbarse a oscuras para intentar que al menos se le pasara lo suficiente como para poder seguir trabajando.

-Luisita - dijo Amelia llegando con rapidez hasta ella viéndola de ese modo – Luisita ¿qué pasa? ¿estás bien? – preguntaba realmente preocupada pues aquel estado era bastante preocupante.

-yoo… - logró articular – creo que… que…

Y se desplomó. Se le apagó la luz totalmente al sentir un fuerte pinchazo de nuevo. Se desplomó en los brazos de Amelia quien asustada logró cogerla antes de caer al suelo

-¡Luisita! ¿¡Luisita!? – dijo dándole pequeños golpes en la cara.

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Abrió los ojos lentamente y tuvo que cerrarlos al instante debido a la luz cegadora que la saludó. Su dolor de cabeza continuaba incesante. Con gesto dolorido se movió para encontrarse con una Amelia que, con el rostro lleno de preocupación, la miraba sentada a su lado.

-¿Qué… qué ha pasado? – preguntó sintiendo la boca seca.

-Te has desmayado – le anunció acariciando levemente su cabello – ¿te encuentras mejor?

-No – dijo medio protestando – me duele mucho la cabeza.

-He pedido una ambulancia – le comentó – creo que vendría bien saber por qué te has desmayado.

-No hace falta – continuó Luisita, lo último que quería era volver a un hospital – ha sido por esta migraña que tengo.

-Aun así, no es normal que te desmayes, Luisita – continuó diciendo con calma. Su mano siguía acariciando tierna y lentamente su cabello, de manera distraída, como si tan siquiera fuera consciente de aquel acto. Luisita cerró los ojos al sentir la caricia.

-Ya, bueno, no es normal que llegue a esos extremos – continuó – alguna vez me ha pasado, pero no suele ser así.

-Sigo pensando que deberías ir a un hospital – insistió.

-Está diagnosticado, Amelia – continuó – solo tengo que ir a mi bolso a por la medicación - dijo intentando levantarse.

-Espera, no te muevas – la paró – yo te la traigo.

-No hace falta – insistió – puedo ir yo, no voy a volver a desmayarme.

-Bueno pero yo me quedo más tranquila si me te quedas aquí – seguía en sus trece.

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