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Buenas noches!, Tarde pero aquí va. Ya me diréis.

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El estreno de la obra fue todo un éxito y la crítica valoró muy positivamente a toda la compañía. Por ello se respiraba un aire de alegría entre todos y al fin habían empezado a relajarse. Todos menos Amelia, porque la morena, días después, pudo apreciar como la relación de Luisita con Marina se había estrechado considerablemente y eso, causaba en ella cierto malestar. En varias ocasiones las había observado hablar como si guardaran un secreto. Había visto, en algún que otro momento, como Marina abrazaba a la rubia y aunque al principio no le había dado importancia, no sabía por qué, ahora hasta le molestaba verlo. Pero mucho más le molestaba cuando, al acercarse Marina desaparecía o cambiaban de tema o simplemente dejaban de hablar. Quizás eso era lo que más le enfadaba de todo aquello.

Luisita, por su parte, no había dejado de buscarla, de intentar acercarse a ella, intentar tener un momento ambas. Y aunque a Amelia le gustaba que la buscara, empezaba a confundirse más de la cuenta. Empezaba a tener algo de miedo por lo que Luisita le provocaba y es que, iba a casarse y sin embargo, había ocasiones en las que no podía dejar de pensar en ella.

Había pasado una noche horrible, una que hacía mucho tiempo no pasaba. Porque hacía tiempo que no pasaba una noche en vela intentando recordar aunque fuera una mínima cosa y esa noche, sin saber por qué, se la había pasado esforzándose en vano para recordar si alguna vez se había sentido atraída por una mujer y lo único que había logrado era un dolor de cabeza y la frustración de darse cuenta que a pesar del tiempo transcurrido, su mente seguía sin querer recordar nada.

- Hola chicas - les dijo llegando hasta ellas en cafetería y sentándose en una de las sillas.

- Hola - saludó - ¿Estás bien? - dijo preocupándose.

- He pasado noche horrorosa - contestó sin querer dar más explicaciones - ¿vosotras qué tal? - las miró a ambas con cierto tono escamado.

- Aquí, intentando buscar una canguro que pueda ir a recoger a Lucía - le dijo - Es que tengo cita con el médico y la canguro me ha fallado.

- ¿Estás bien? - inquirió preocupada.

- Sí, sí, tranquila - miró de reojo a Marina que no quería intervenir - es una revisión de rutina, nada importante.

- Ah vale - las miró a ambas de manera intermitente.

- El caso es que la canguro a última hora me ha dicho que no puede ir y se lo he pedido a Marina - señaló a la chica - pero ella tampoco puede.

- Ya... - "Mucho le pides a tu últimamente a Marina" pensó para sí - si quieres puedo recogerla yo.

- ¿Sí? - la miró feliz, pues hasta ese momento no había encontrado ninguna excusa para que Amelia pasara tiempo con su hija - me harías un favor la verdad - relajó un poco el tono para no sonar tan entusiasta.

- Yo voy, no te preocupes - sonrió al ver su rostro iluminado - sabes que me encanta tu hija - afirmó - no tengo nada que hacer esta tarde, mis padres se fueron ayer y Hugo creo que tenía algo, no sé - se encogió de hombros - el caso, que la recojo, la llevo al parque y cuando acabes nos das alcance o te la llevo a casa.

- ¡Genial! - y ahora no pudo evitar dejar salir su euforia - voy a llamar para avisar en la guardería que irás tú a por ella.

- Claro - contestó con una sonrisita.

Cuando Luisita se marchó, Amelia miró a Marina quien, espectadora de aquella conversación, no podía más que alegrarse por su amiga. Podía parecer una tontería pero sabia que para Luisita lo que la morena acababa de proponer era un mundo entero.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora