29. El momento

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Maldito momento en que se le ocurrió retar a Diego y empezar a beber. Si no lo hubiese hecho se encontraría bien y seguiría en el antro con sus amigas.

Pero como siempre, pensaba después de actuar y ahora se veía en esa situación que detestaba.

Cuando ella y Diego iban a entrar de nuevo al café apareció Tomás con Giovanni colgado de su hombro llorando. Tambien se había pasado con la bebida, aunque bastante más que ella. El no era capaz ni de pronunciar una palabra, por lo que decidieron volver al colegio.

Cuando llegaron Diego le preguntó si queria que durmiese con ella y ella le dijo que no, que ya estaba bien. Y como se arrepentía ahora!
Quedaban al menos dos horas para que llegaran sus amigas, si es que llegaban y no se quedaban a dormir en la casa vacía de padres de Teo, que para su mala suerte sería así.

Se armó de valor y salió del refugio de su edredón. Un relámpago iluminó la habitación y cerro los ojos fuertemente preparándose para lo que venía. El trueno estalló haciendo temblar las pareces y sin poder evitarlo echó más de una lagrima.

-Por favor, que entre Diego

Pero Diego no llegaba.

-Te aguantas Roberta. Podrías estar aun en el antro sin enterarte de la tormenta y pasándotelo bien y por idiota estás aquí muerta de miedo y con ganas de vomitar. Vale, vamos.

Intentó encender la luz, pero esta se había ido a causa de la tormenta. A ciegas buscó en su mesita de noche, rezando por que estuviese ahí su linterna.

La cogió y tras comprobar la pila salió de la habitación.

Otro trueno. Se agarró fuerte a la linterna y siguió su camino.

-Por qué todo me tiene que pasar a mi? Por qué no le dijiste al muñequito que se quedase contigo mensa?

Quedaban solo unos metros para llegar a su destino, ya estaba casi a salvo.

En eso sonó un ruido y se dió la vuelva para alumbrar. Se llevó la mano a la boca para no gritar. Había una sombra que se acercaba a ella, quiso correr, pero...

-Jack?

Pasó por su lado sin mirarla, como si no la hubiese visto. Vio como se quedaba parado frente a la puerta de su habitación y tras unos minutos de tensión entró y cerró la puerta tras él. Miro al techo sin poder creerlo.

-No manches, es sonámbulo. Bueno que esto no podia pasar otro día?

Pero ya estaba ahí. Abrió la puerta y la volvió a cerrar con cuidado cuando entró.

Se acercó a la cama de Diego y con cuidado se coló por debajo del edredón acurrucandose a su lado.

Notó su brazo protector sobre ella acompañado de un beso en el hombro. Sonrió.

Sabía que estaba dormido y que aún así la había reconocido.

Sonó otro trueno, esta vez mucho más fuerte que los anteriores. Fue entonces cuando él despertó y vio quien estaba a su lado temblando aferrandose fuerte a él.

La apretó aún más contra su cuerpo y acarició su pelo.

-Te dije que me quedaba contigo y no quisiste

-Ya sé. No sabía que iba a haber tormenta.

Apoyó la cabeza sobre el pecho de él y poco a poco fue relajandose ayudada por la respiración tranquila de su novio.
Era el único que capaz de quitarle el miedo a cualquier cosa.

Lo único que se escuchaba en la habitación era la lluvia cayendo afuera y los ronquidos de Giovanni. Y podía jurar que su corazón acelerado tambien se escuchaba.

Un calor extraño volvia a invadir su cuerpo. Un calor extraño que solo Diego había provocado hasta ese momento, dos veces.

Abrió los ojos y le miró. Él también la miraba. Sabía que él tambien estaba sintiendo lo mismo. Y se aventuró.

No sabía si todavía contaba con los efectos de la cerveza que había tomado. Pero ahí estaban, besandose como aquel dia en el pasillo.

Se posicionó sobre ella con cuidado de no aplastarla mientras seguía besando y mordiendo los labios de su novia. Sabían que no era el mejor momento para que eso ocurriera, pero ninguno podia pararlo.

Roberta notó la presión de él en su bajo vientre, por lo que por instinto le rodeo con sus piernas ejerciendo más presion con estas sobre el trasero de Diego para sentir más intensamente la excitación de él, que apretó aún más las caderas contra ella.

Empezaron un vaiven de sensaciones hasta ahora desconocida por los dos.
Los labios de Diego bajaron al cuello de ella mientras que esta metía las manos bajo la camiseta de él y le acariciaba la espalda.
Inconscientemente movian sus caderas, sintiéndose todavía mas cerca y a punto de explotar.

Las manos de Diego empezaron a viajar por dentro de la camiseta del pijama de Roberta hasta alcanzar uno de sus pechos que apenas y llegaba a cubrir con su mano. Notó la agitación de ella y guiado por su instinto o por aquellas peliculas que de vez en cuando había visto, pellizco delicadamente el pezón de la chica, sintiendo como este se endurecia con su contacto mientras él seguía besando su cuello.

Las manos de Roberta tampoco podían quedarse quietas. Ya habia bajado de su espalda a introducir las manos dentro del pantalón para comprobar que efectivamente, su muñequito era dueño de las mejores pompas del colegio y con el valor que en ese momento tenia echo sus manos a la parte delantera, recorriendo la potente erección de su novio de arriba a abajo, haciendo que este gruñera sobre su cuello.

Fue entonces cuando la luz se encendió, dejandoles totalmente conmocionados.

¿Que hubiera sido? ~Diego&Roberta~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora