43. NO

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¿Dónde estaba? Estaba mareada y le ardía la cara. Intentó incorporarse pero entonces se dió cuenta de que estaba atada. Fue en ese momento que recordó lo que había pasado con Rodrigo y el miedo volvió a invadirle por dentro.

Miró a su alrededor intentando descubrir donde estaba.
Pudo reconocer el bosque que rodeaba el colegio, pero no el punto exacto.

Intentó quitarse la cuerda mientras Rodrigo permanecía de espaldas a ella prendiendo fuego lo que creía que eran más pruebas contra la logia. La cuerda estaba demasiado apretada rodeando sus manos, de tal manera que tenía enrojecidas las muñecas. Sin querer gimió de dolor, haciendo que Rodrigo se diese la vuelta y la mirara sonriendo haciendo que se le helaran todos los músculos de miedo.

-Ya se despertó la muñequita

-Suéltame imbécil

-No preciosa, todavía me quedan muchas cosas que hacer contigo, y sé que solo puedo hacerlas si estás atada.

Fue acercándose a ella lentamente mientras la recorria con la mirada.

-Crees que no me están buscando? Y a ti?

-Claro que si. Pero, tu crees que nos van a encontrar? No mi reina, cuando te encuentren tu ya vas a tener claro que nunca debiste meterte conmigo, ni tu ni tus amiguitos. Sabes? Nunca me había fijado en esas preciosas piernas. Digna hija de una cabaretera. Me pregunto si serás tan fogosa como tu mamá en un escenario- Se acercó aun más peligrosamente a ella, dejándole claro el plan que tenía contra ella, mientras se desabrochaba el cinturón.

No pudo evitar que las lágrimas empezasen a caer por su cara a causa del miedo y la angustia que estaba sintiendo. Sabía lo que venía y la casi nula probabilidad que tenía de evitarlo. Pensó en gritar, pero quien la iba a escuchar en medio de ese bosque?

-No te atrevas a tocarme

-Voy a hacer mucho más que tocarte princesita. Este día va a quedar marcado a fuego en tu memoria, y nunca más vas a meterte conmigo, porque cuando quieras hacerlo, recordarás todo lo que voy a hacer contigo, aunque estoy seguro de que lo vamos a disfrutar los dos.

Un segundo después se encontraba sobre ella forcejeando mientras ella pataleaba y lloraba, pero él era mucho más fuerte.
Empezó a gritar cuando sintió la mano de Rodrigo subir por sus piernas y le rompía la camisa del uniforme.

-Quitate idiota - Aprovechó que Rodrigo se dispuso a lamerle el cuello para en un giro morder fuertemente su mejilla, haciendo que el chico gritase de dolor y se llevase su mano a la zona adolorida, apartándose un poco.

Aprovechando la distracción levantó la pierna para soltarle una patada en el estómago, haciendo que tuviese que retorcerse en el suelo.

Se levantó con las manos aún atadas y trató de correr, pero Rodrigo logró atrapar su pie y tirarla al suelo volteandola violentamente posicionándose encima de ella y propinándole una cachetada que la hizo gritar aún más y llorar desconsoladamente.

-Escuchame bien fierecilla, por las buenas o por las malas, te voy a hacer mia, así que es mejor que te estés quieta para que no sea tan doloroso y pase más rápido. No puedes evitarlo, mira - Sintió el bulto de Rodrigo sobre su cadera mientras el se apretaba contra ella- Va a pasar de todas maneras, asi que si no quieres que te haga más daño, estate quieta y callate.

Le miró cargada de odio y miedo y sin poder contenerse le escupió sabiendo que quizá despues vendría otra cachetada más fuerte que la anterior.

-Muerete desgraciado. Te juro que después de esto es lo que más vas a desear.

- Sigue así y quizás no vivas para perseguirme. - Esta vez no fue una cachetada. Fue un puñetazo que logró dejarle aturdida de nuevo mientras el seguia rompiéndole la ropa y luchando con las pocas fuerzas que a ella le quedaban para pegarle y gritar.

Apenas le quedaba voz de tanto gritar y la poca que le quedaba era casi inaudible a causa de las lágrimas que la distorsionaban.
Le faltaba el aire, sentía como ese desgraciado recorría todo su cuerpo con sus manos, aprovechándose de su debilidad.

Tenía la blusa totalmente abierta, dejándola en brassier frente a él. Pudo darle un golpe en las costillas y morderle otra vez, pero lo unico que pudo conseguir fueron dos golpes más.

Empezó a rendirse, ya no podía mover las piernas, ni los brazos, le pesaban demasiado.
Sabía que lo peor venia ahora, que lo que Rodrigo había estado esperando era que se cansara para quedar inmovilizada y a su merced para llevar a cabo más fácil su cometido: violarla.

Sintió como el peso de Rodrigo sobre ella desaparecía y pudo ver como era lanzado a varios metros de distancia.
Intentó incorporarse con las pocas fuerzas que le quedaban y sonrió aliviada para, un segundo despues, desvanecerse.

Estaba ahi.

Diego estaba ahí.



¿Que hubiera sido? ~Diego&Roberta~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora