9. El anuncio de lo inevitable

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No paraba de dar vueltas en la cama. No sabía por qué pero tenia una mala sensación, algo que le oprimía el pecho y le mantenía inquieto. Empezó a contar mentalmente para ver si así conseguía tranquilizarse y conciliar el sueño, pero no obtuvo resultados.
Se levantó infinitas veces para dar vueltas por la habitación, hizo ejercicio para cansarse, pero no consiguió nada.
Hasta que el despertador le avisó de que era hora de empezar a prepararse. Era viernes y tenía pensado pasar la tarde con Roberta aprovechando que todos sus amigos se iban a sus casas el fin de semana. Corrió a la ducha pensando en proponerle que saliesen al lago del colegio y cenar los dos juntos.
Salió más tarde de lo normal de la habitación y fue directamente al aula, sin tiempo de ir a la cafetería a desayunar, contento por su idea.

Cuando llegó a clase ya todos estaban allí, todos menos ella.
Se intentó acercar a Lupita y Luján para preguntarles por ella, pero en ese momento entraron Madariaga y Gandía, pidiéndoles que se sentaran en sus respectivos sitios.

-Que bueno que ya estan todos chavos, tenemos algo que comunicarles.

-Si jóvenes, es sobre la alumna Roberta Pardo- Inmediatamente se encendieron todas sus alarmas. Miró a Lujan y a Lupita, quienes permanecían con la miraba hacia el suelo. Empezó a temblar.

-Chavos, hace unos días supimos que Roberta debía viajar un tiempo a España. Y en estos momentos debe estar ya volando hacia allá. Se reincorporará a las clases dentro de un mes.

-No! Eso no puede ser! No se tenía que ir hasta el domingo

-Joven Bustamante, el papá de la señorita Pardo vino a recogerla de madrugada, tal y como habían previsto - Se levanto de su pupitre y sin mediar palabra con nadie salió del aula dando un portazo, dejando a todos estupefactos.

-Se fue la loca pero nos enloqueció al pollote

-Giovanni, callate si? - No sabía por qué, pero la noticia le había caido como un balde de agua fría. Desde que entró Roberta al colegió se habían hecho la vida imposible, pero se había acostumbrado a pelear con ella por tonterías. Incluso si un día no discutían se sentía rara. Fue ella quien le ayudó a recuperar a su mejor amiga cuando la expulsaron y fue ella quien le abrió los ojos cuando Joaquín jugó con las dos, y comprobó que cuando se unían eran el mejor equipo de todos. Y le dolía ver a su amigo mal.

-Profe, puedo ir a ver a Diego?

Gandía miró a Madariaga y este asintió con la cabeza, sabiendo lo que estaba pasando por la mente de sus alumnos en ese momento. Nunca les había visto tan callados y shockeados.

-Vaya señorita Colucci. Alguien más? -Lujan y Lupita se apresuraron a levantar la mano y tras una aprobación de Madariaga salieron de la clase.

Había arrasado con todo lo que había encontrado por el camino. Los instrumentos estaban todos en el suelo, el sofá había sido empujado con rabia. Se encontraba sentado en el suelo, con la cabeza entre las rodillas y una lata de cerveza en mano sin abrir aun. Miró a su alrededor y las imagenes de la cita que tuvieron en ese mismo lugar empezaron a pasearse por tu mente, haciendo que la rabia le consumiese aun más.

Sintió como su amiga se sentaba a su lado y le ponía una mano en la espalda.

-Mia, dejame solo

-No. Diego, no sé exactamente que ha pasado. Pero tu ya sabías que se iba no?

-Si, si sabía. Pero me dijo que se iba el domingo. Y era mentira! Me mintio! Ella sabía que hoy volaba hacia España.

-Bueno, pero, quizás lo hizo por algo. Digo, es una ordinaria pero no es mentirosa y mucho menos es de las que juegan con las personas

-Entonces por qué? Por qué no me dijo que se marchaba hoy? Pudo decirme la verdad! No me duele que se vaya un mes, puedo esperar un mes y hasta años si ella me lo pide Mia! Pero me dolió que me haya mentido.

No la dio tiempo a buscar las palabras de ánimo que su amigo necesitaba. Lujan y Lupita entraron y se sentaron junto a ellos en el suelo.

-Tal y como Roberta nos dijo. Ibas a estar muy enfadado

-Ustedes sabian cierto?

-No Diego, nosotras la sorprendimos anoche cuando se iba. Tampoco se iba a despedir, pero ya no tuvo más remedio.

-Si. Yo quise agarrarla a golpes. Nos dejó una carta para ti. Espero que cuando la leas se te pase el enojo con ella. Vamonos chavas -Le entregó un sobre y se levantaron para irse pero Mia se quedó ahí

-Eh, barbie. Tu tambien maestra, no te hagas

-Ay Lujan, me chocas! - Se levantó a regañadientes y salió con ellas de la bodega, dejando a Diego solo con la carta.

"Muñequito de plástico:

Aguas con destrozar todo eh, sé que soy mucha vieja pero no hay objeto que tenga la culpa de que te mueras por mi mi chavo. Y ni modo que le empieces con las chelas.

Como ves yo tambien te conozco más de lo que crees. Sé lo que estás pensando y no, no te he mentido. Bueno un poco, pero no porque quisiera hacerlo.

Diego, NO PODIA despedirme de ti, aunque solo sea un mes, te voy a extrañar demasiado.
Hace cinco minutos que nos hemos dado las buenas noches y ya te echo de menos, no hubiese soportado una despedida, te hubiese pedido que me llevases bien lejos y los dos sabemos que este maldito viaje es inevitable.
No te enojes conmigo ok?

Sé que ya me lo has dicho. Pero ahora soy yo la que te lo pide. Espérame.

Nos vemos en 30 días muñecote.

Roberta"

No pudo evitar sonreir mientras leía. Había adivinado cada movimiento que había llevado a cabo. Si, tambien ella le conocía a él.

"Maldita vieja" pensó mientras sonreía aun más. Iba a terminar de volverle loco.

-30 días chiquita. 30 días y vuelves conmigo.

¿Que hubiera sido? ~Diego&Roberta~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora