Capítulo XXXV.

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No se cómo me pude permitir un error así; las ganas de llorar no me faltaban. Víctor me abraza de manera protectora mientras están los otros cuatro shockeados; él les explicó mi historia mientras yo tiemblo del miedo.

Me agarraron justo cuando estaba durmiendo, alguno de ellos iba a tomar agua pero salpicó a todos lados, mojándome y dejándome en mi forma de sirena. Para cuando desperté, todo el grupo estaba viéndome directamente, teniendo mi aleta atada con fuerza contra una de las patas de la cama.

Al secarme, mi cuerpo cambió de forma aún con la soga enganchada en mis piernas hasta los tobillos.

-¿Me pueden soltar, por favor?- sollocé-. Odio sentirme como un perro regañado.

-Claro, lo siento- Emma cortó la soga y me hice una bolita, abrazando mis piernas.

-Bueno, eso explica su aura extraña- sonrió Juan-. Es una de nosotros, una hija de Mako.

-Tiene razón- Manuela relajó su expresión-. Si fuiste creada bajo la luna en la isla Mako, eres una hija de Mako.

-¿Quieres que llame a tu madre?- me preguntó Víctor y negué con la cabeza; estuvo en cama toda la noche para recuperarse de un desgarre en el pie por una trampa para ratas gigantes, papá le dio unas gotas de su sangre pero debe descansar y no quiero darle más problemas-. ¿Y a tu padre?

-Está resolviendo problemas- mencioné-. Quédate así, por favor.

-Ya no es necesario que sigas cuidando tu identidad, ahora compartimos el secreto entre todos- Emma se sentó a mi lado, apoyando su mano sobre mi pierna, dándome apoyo.

Ladee mi cuerpo, evitando casi todo contacto, sintiéndome a salvo. Hablando de estar a salvo...

-¿Qué día es hoy y cuánto falta para luna llena?- pregunté, recordando algo.

-Mañana en la noche es luna llena, ¿por qué lo preguntas?- contestó Tomas y suspiré.

Tengo que crear mi medicina para mi y para mi madre, quien me pidió una muestra. Miré a mi chico quien asintió.

-¿Tienes una subida o bajada de poder o algo así?- me interrogó Manuela-. Nosotros tenemos una pequeña subida de energía en luna llena.

-Nunca compartimos la luna llena juntos- mencionó Víctor-. Siempre estoy con ustedes pero un día antes y un día después es más cariñosa.

-El señor raro padre de Bella te va a matar- rió Manuela.

-De hecho, lo respeta- hablé-. Le tiene la suficiente confianza como para dejarnos juntos a solas; para su crianza, el dejar a un hijo con alguien que no conoce de hace años es una muestra enorme de confianza hacia el tercero.

-Wow- soltó Víctor-. Eso no lo sabía.

-Tampoco se lo digas- sonreí divertida-. ¿Les molesta si me retiro?

(...)

Volví a casa, encontrándome con un pequeño cachorro llorando y caminando por la zona. Me apresuré y lo tomé en brazos.

-¿Tu otra vez?- sonreí a medias-. ¿Qué haces aquí?

Ladrando avisándome que se escapó de la guardería para venir a ver a la Alpha porque escuchó que la habían lastimado por su culpa pero se perdió.

-Ella está bien; es fuerte- acaricié su lomo, comenzando a caminar hacia la guardería que queda bastante lejos-. ¿Sabes lo lejos que estás?

Pidió disculpas, muy arrepentido.

-Está bien- besé su frente-. Pero no vuelvas a salir sin cuidadores, ¿está bien?

-¿Estás hablando con un perro?- me preguntó Emiliana, tocándome el hombro.

Giré a verla y miró entraño al pequeño quien lloriqueó, girándose para ocultarse en mi cuello.

-Que perro tan grande- mencionó.

-Es el perrito de una amiga, se escapó pero le encontré y lo llevaré a su casa- sonreí tranquila-. ¿Pasa algo?

-Te olvidaste esto- me dio una remera y ahí me percaté que sigo con la remera de Víctor puesta.

-Gracias.

Tomé al cachorro con solo un brazo y agarré mi remera, enganchándomela en el brazo.

-Mañana para luna llena nos vamos a juntar en mi casa, ¿quieres venir?- preguntó.

-Está bien- sonreí-. Nos vemos mañana.

Nos despedimos y cada quien siguió su camino.

(...)

Tras dejar el cachorro, estuve un buen rato ayudando a reforzar la seguridad y volví a una hora del anochecer con parte del ADN de mamá para hacer las pastillas. Esto es lo que menos demoró pero aún así fue al menos de media horas.

Mamá llegó a poco antes del anochecer y papá se despertó.

-Ya tengo la medicina- mencioné, entregándole una pastilla algo grande.

Pasamos a la cocina para tomar la pastilla.

-¿Algún efecto secundario que deba saber?- preguntó ella.

-En luna llena un aumento de energía leve al normal pero controlable, mientras que en los otros dos días solo tengo un poco de calor y duermo bastante luego- mencioné-. Pero supongo que en cada quien tiene un efecto distinto, pero luego dime.

-Nosotros iremos a la casa de la playa, puedes quedarte aquí. Está la cena en la heladera- mencionó papá-. Cualquier cosa, llámame.

Asentí y se retiraron. Ni bien salieron, llamé a Víctor y vino a casa a dormir con una pequeña mochila.

-¿Estás bien?- me preguntó y asentí con una sonrisa-. Parece que te pasó por arriba un tractor.

-Estoy bien, solo algo cansada- contesté-. No es fácil lidiar con los cachorros mientras creamos tres cercas más y organizas la seguridad, es complicado cuando el tiempo escasea.

-¿Quieres mimos, verdad?- mencionó y asentí varias veces-. Traje algo de chocolate; mamá me dijo que lo traiga en cuanto se enteró que estás "menstruando"- hizo comilla con los dedos.

-¿Cómo se enteró?- preguntó.

-Lo escuchó de las chicas; ellas estaban preguntando qué se sentirá y mamá les respondió.

-Oh, está bien, aunque te recuerdo que no paso por esas cosas.

-Lo sé, pero ellos creen que si. ¿Aceptas o no el chocolate?- abrió su mochila y sacó una tableta grande de chocolate con avellanas.

-Solo si comes conmigo- sonreí tímida, queriendo un abrazo.

Me urge abrazarlo. Esperé a que deje la mochila sobre el sillón y le abracé.

-¿Ya estás mimosa?- preguntó divertido.

-¿Te molesta?- musité, entristecida.

-Para nada- besó mi frente y sonreí.

Sentí mi cola aparecer pero me concentré para esconderla.

-¿Ya cenaste?- pregunté.


(Continuará...)

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