Capítulo LXXIV.

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-Les juro que con los licántropos fue más sencillo- suspiré.

-Lo imagino- sonrió Víctor, abrazándome-. ¿Aún te duele?

-Nah, salí viva, lo cual es un progreso- sonreí, dejándome abrazar.

-Para resumir nomás; medio reino entró en lucha por si es correcto o no que el rey tenga una hija con un licántropo, los jóvenes lo apoyan, los viejos no- habló Juan y asentí-. Maten a los viejos y ya.

Reí.

-La violencia no es la solución; nos presentamos con mis padres ante la corte y saltaron sobre nosotros. Agradezco que los guardias deban proteger si o si al rey y su familia o hubiera muerto allí- mencioné-. Todo era caos; los viejetes intentando darnos muerte, los más jóvenes aplaudiendo a favor y el grupo intermedio que se quedó en sus sillas, sin hacer nada. Y mierda que si tenían las uñas afiladas esas pasitas de uvas.

-¿Aún tienes marca?- preguntó Manuela y negué con la cabeza.

Alcé mi remera para comprobarlo. Nada que tres copas con sangre no solucionen. Papá nos dejó defendernos y casi que matamos a casi todos los atacantes, pero solo les dejamos heridos para enseñar que somos mejores que ellos; por suerte los guardias defienden primero a la familia real, por lo que evitaron una batalla de poder.

-¿Tu madre está bien?- preguntó Emilia y asentí.

-Papá la curó al instante. Yo preferí solo la sangre envasada.

-¿No tienes un consumo de sangre mayor que antes?- preguntó Víctor-. Antes era solo cada tanto y en pequeñas medidas.

-Mayor poder requiere mayor energía- suspiré-. Aunque si podría ponerme a dieta.

Ambas chicas rieron.

-Eres casi todo músculo. ¿Para qué quieres una dieta?- rió Emilia.

-Me refería a bajar el consumo de sangre; quizás eso haga que no pueda ocultar mis otros lados- suspiré.

-Eso lo explicaría quizás- asintió Thomas.

Mi celular sonó; es uno de los novatos que me mandó un video. Lo reproduje; se formaron dos bandos, los que están a favor y los que están en contra. Los que están a favor llevan un collar en el cuello, y quienes están en contra, pues están enojados.

Le mandé el vídeo a papá; él me avisó que dejaría que reclamen. Total, falta poco para el amanecer.

-Pregunta- hablé y me miraron-. ¿Qué hacen despiertos ustedes a las 6AM?

-Pues...- todos hablaron a la vez pero ninguno dijo nada.

-Digamos que nos olvidamos de la hora que era- mencionó Juan-. Estábamos en la isla y nos olvidamos de volver antes.

-Mentirosos- reí-. Sentí la adrenalina de Víctor y todos ustedes apestan a sangre.

-Fuimos al hospital para pedir sangre- confesó Emilia.

-Tu eres la única que usa otro líquido para sanar; nosotros tenemos agua de Mako, pero tú necesitas sangre y la única manera de conseguirla en botellas era ir al banco de sangre- habló Víctor-. No tenía sentido que todos nosotros tengas nuestros líquidos mágicos y tú no.

Sonreí con ternura.

-Eso es muy lindo de su parte- sonreí-. Aunque no explica el por qué sus ropas huelen a sangre.

-Oh, digamos que nos cruzamos con un par de idiotas en el camino y probamos la nueva fórmula- sonrió con inocencia Manuela.

-¿Qué tal es?- pregunté.

-Aún no derrite el hueso pero daña bastante más- indicó Thomas-. Creo que deberíamos de cambiar...- le interrumpí.

-Sube la cantidad del elemento 2, anula el ingrediente 8 y baja el elemento 4- indiqué, sacando de mi mochila una bala dentro de una bolsa-. Esa mierda me quemó hasta el árbol genealógico. Me atravesó el pie tras atravesar mi mano.

-Pásame la fórmula, la replicaré- indicó Thomas, sonriendo.

-¿Por eso mismo mandaste a tu papá a pedirme algo de mi sangre?- preguntó Víctor y asentí.

-Ni siquiera mamá pudo sostener la bala; le quema hasta a ella- hablé-. Aunque sorprendentemente a otros tipos de materia no le hace nada.

Thomas la sacó de la bolsa y la miró.

-Se ve más común que nuestra fórmula- indicó.

-Esmalte sintético corrosivo; nuevo elemento que cree- saqué de la mochila un tarro de pintura líquida-. Es jodidamente doloroso tocar eso.

Juan abrió la tapa, lo tocó y lo olió. Tuve que tapar mi nariz y dejar de respirar por unos instantes.

-Yo lo percibo como pintura normal- habló, tapándolo de nuevo.

-Así debe oler el trasero del diablo- suspiré, volví a respirar-. El olor es instantáneo, no permanece en el ambiente pero maltrata a las fosas nasales de maneras espantosas.

-No sé si quiero peguntar cómo lo descubriste- mencionó Víctor.

-Sin querer se me cayó algunos tubos con elementos varios en la pintura con la que estaba pintando las balas y quedó eso. Quema como el mismo infierno aunque no lo parece- aclaré-. Ya anoté la fórmula, está escrita en la tapa de la pintura.

-¿Podemos pintar nuestras armas con esto?- preguntó Manuela.

-Si quieren matarme en el proceso, adelante- reí-. Pueden usarla para cubrir sus balas; las hacen aún más potentes y así evitan tener que crear más de las nuevas.

-Realmente se te da bien la ciencia- sonrió orgulloso Víctor.

Me incliné de hombros, restándole importancia.

-¿Podemos ir a dormir? Estoy que me caigo parada- hablé.

Nos levantamos y preparamos para ir a dormir. Siendo sincera, llevo días sin poder pegar ojo y realmente no estoy bien.


(Continuará...)

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