Capítulo LXI.

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Tras haberme terminado las bolsas de sangre y casi desmayar a mis padres, estoy acostada en mi cama, con Víctor a mi lado. Papá se logró recuperar con unas gotas de sangre de mi madre y le dio de su sangre a mamá para que esta sanara; ambos están débiles pero estables. Mamá llevó a mis amigas a sus casas y papá fue a buscar más reservas.

Desde ese momento ya pasó al menos una noche; Víctor durmió conmigo mientras mis padres terminan de recuperarse e hizo de enfermero.

-¿Cómo te sientes?- Víctor se levantó del sillón para buscar el botiquín para cambiar el vendaje de mi brazo.

Ya no sangro tanto, pero aún así varias gotas caen y debo cambiarlo cada media hora cuando ya es más rojo que blanco.

-Odio esto- me quejé.

Hace al menos tres horas, me percaté de que no siento la mitad del torso. Lo descubrí sin querer al resbalarme para ir al baño y golpearme contra el lavamanos; no le avisé a Víctor pero si a papá. Cada vez siento menos mi cuerpo, el sueño es mayor y ni hablar del hambre.

Mi cuerpo está realmente estresado; mis orejas y colita están a la vista como mis colmillos y escamas en las piernas. Soy un desastre.

-¿Tienes hambre?- preguntó, terminando de acomodar el vendaje, dando un besito sobre la herida, mirándome-. Tu mamá dejó preparado un desayuno. ¿Quieres que lo traiga?

-Te lo agradecería- sonreí apenas y se levantó.

Acomodó todo y desapareció por la puerta. Intenté levantarme pero ahora mismo me resulta imposible. Víctor no demoró mucho en llegar con un mega vaso y una taza normal en manos; me ayudó a acomodarme contra una almohada y desayunamos a la par.

-Las chicas siguen preguntando por ti; le comentaron a los chicos y quieren ir a preguntar al banco de sangre si pueden darles algunas bolsas, pero sin parecer sospechosos- mencionó y sonreí.

-Nosotros tenemos lugares propios de venta; son pactos secretos por lo que la tenemos más fácil- aclaré y le di un sorbo a mi bebida; batido nutritivo con mitad de sangre-. Diles que no se preocupen, que mis padres ya están cuidándome.

-Está bien- tomó su celular y envió el mensaje-. Dicen que se van a juntar en Mako para intentar relajarte. ¿Eso no te ayudaría?

-Puede ser, pero no me encuentro en condiciones de salir de la cama- sonreí apenas-. ¿Puedes llamar a mi papá?

-Claro.

Tomó mi celular y le marcó. Mi padre contestó al primer pitido. En nuestro idioma, me avisó que los científicos habían encontrado un posible antídoto que estaba siendo probado en humanos criminales extremos; la única manera que va sirviendo por el momento es una dosis altísima que mata al sujeto de prueba por lo que siguen buscando la manera de conseguir éxito sin que muera en el intento. Suspiré y le pedí que me traigan un poco de muestra de varias dosis.

-¿Qué dijeron?- preguntó Víctor en cuanto terminó la llamada y reí avergonzada, recordando que no entiende el idioma.

-Ya lo verás- sonreí tranquila-. Son buenas noticias.

(...)

Por si las moscas, fuimos a mi verdadera casa. Víctor fue para la isla, ya más tranquilo de que iba a tener cura.

Papá me explicó los riesgos; es una medicina no confirmada.

Modifiqué la mitad de la cantidad líquido de la medicina para que pase a sólido en una pequeña pastilla compacta. Tragué la pastilla pasándola con un poco de sangre: el  sabor es realmente asqueroso.

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